A fines de 2018 quedaron despedidas tras el cierre de un jardín y colegio privado ubicado en barrio Hipódromo. Se unieron, conformaron una cooperativa y reabrieron el lugar. Este año lograron atravesar la pandemia y en 2021 apuestan a más: van por la apertura del primer grado de primaria. El aprendizaje de hacer escuela desde una mirada propia
El 29 de noviembre de 2018 el dueño del Jardín de Infantes “Pasito a Paso” y la Escuela Primaria “Paso del Libertador” le comunicó a sus trabajadoras que en veinte días ambas instituciones iban a cerrar sus puertas y por lo tanto se iban a quedar sin trabajo. No dio muchas alternativas ni tampoco explicaciones suficientes, era una decisión tomada.
En medio de semejante incertidumbre, un grupo de 20 trabajadoras decidió unirse y dos días después de haberse anoticiado del cierre ya estaban planificando cómo recuperar sus fuentes laborales: iban a armar una cooperativa de trabajo. Con todo en contra, miles de trabas burocráticas, escasa ayuda estatal y poco tiempo para el inicio del ciclo lectivo siguiente, lograron consolidar la propuesta, sortear los escollos judiciales y alquilar un lugar para empezar a trabajar, ubicado en 56 entre 17 y 18.
El 8 de marzo de 2019 las autorizaron a funcionar. Recién ahí la Cooperativa Las Acacias pudo comenzar formalmente a inscribir para el jardín de infantes. Las clases habían empezado hacía dos días. Terminaron abriendo las puertas el 12 de marzo. En ese primer ciclo tuvieron una matrícula de 40 niños y niñas. En 2020 la duplicaron y, de no haber sido por la pandemia, podían haber seguido incorporando más.
“Empezamos 20 trabajadoras, despedidas, no teníamos recibo de sueldo, nadie nos quería alquilar. ¿Quién le va a alquilar un edificio tan grande a 20 desempleadas? Así empezamos. Ayer teníamos un jardín que valía dos pesos con cincuenta, hoy tenemos un jardín que vale un montón. Y es nuestro, todo”, afirmó la docente y presidenta de la cooperativa Yamila Berdún a Pulso Noticias.
Construir un proyecto cooperativo desde cero puede parecer al principio un salto al vacío. Nada garantiza que la experiencia se sostenga y todo siempre parece cuesta arriba. Es moneda corriente pelearse con organismos estatales de todo tipo que no comprenden las características del proyecto, ni entienden sus tiempos o dinámicas, y que suelen tratar a estos colectivos como si fuesen una empresa privada más.
“A nosotras nos agarró la pandemia y quedamos como en una especie de limbo administrativo. Se frenó todo cuando estaba todo a punto de salir, entonces el número de matrícula nacional todavía no había salido, el número de DIEGEP del jardincito tampoco había salido, teníamos que meter la carpeta de primaria el 30 de marzo, pero el 16 se decretó la pandemia…”, ejemplificó Berdún, y agregó: “Nosotras lo superamos porque somos insistentes y perseverantes. De esa manera fue que en plena pandemia nos salió el número de matrícula y metimos la carpeta de primaria”.
Incluso hasta la Justicia juega en contra. En el marco del proceso de quiebra de la empresa de la que fueron despedidas, el Juzgado Civil y Comercial Nº 13 de La Plata, en medio de la pandemia, quiso rematar los muebles que estaban bajo custodia judicial de la cooperativa. “El síndico Gustavo Larrús hasta nos llegó a amenazar con que iba a ir con la fuerza pública en horario de clases para mostrarle los muebles a posibles compradores… ¡como si el jardín fuera Carrefour!”, se indignó Berdún.
Lo paradójico es que Las Acacias hizo tres ofertas para comprar los muebles pero se las rechazaron. Por el momento, tienen la custodia de los bienes hasta marzo, momento en que otra vez volverán a reclamar para poder seguir manteniendo sus herramientas de trabajo.
La libertad y el desafío de trabajar sin patrones
“Creo que también hay una identidad en Las Acacias que tiene que ver con el grupo, con el esfuerzo, con la garra, con poder elegir, con querer salir de estar formadas en un sistema patronal, porque hemos pasado por muchos trabajos donde fuimos violentadas”, señaló Pamela Brucart, diseñadora gráfica y secretaria de la cooperativa.
“Se plantean otras conversaciones”, retomó Berdún a la hora de definir las posibilidades que les da pensar la escuela desde un proyecto propio, y aseguró: “Es un proceso que nos demandó una construcción de un saber que no poseemos. Porque nosotras como laburantes estamos atravesadas por una biografía laboral patronal. Y las familias también. Entonces para ellas también era difícil entender de qué se trataba una cooperativa, por dónde iba, qué pasaba”.
En ese sentido, reflexionó: “Al interior del colectivo del colegio hay todavía un proceso de arrancarnos el sistema patronal de encima. Entender que la construcción es compartida, la responsabilidad es compartida, si bien cada uno tiene una responsabilidad específica. Forma parte del aprendizaje”.
“Pero también lo que nos permite esta construcción es que todos los que estamos ahí nos sentamos y decimos: estamos todos de acuerdo en que los docentes tenemos una función política. Entonces ahí se construye un proyecto educativo que es un despelote, pero que es superador, porque parte primero de la profunda responsabilidad del docente como agente político”, destacó la presidenta de la cooperativa.
A su vez, remarcó: “Nosotras proyectamos que vamos a tener una escuela a la que todos van a querer venir, porque la escuela está anclada en el territorio. La escuela es el Estado face to face con el ciudadano común, que sabe cómo se llama, sabe su historia, sabe qué problema tiene. Es super importante el vínculo que tiene la escuela con su comunidad, con el vecino, con la familia”.
En esa línea, siguió: “Todas teníamos esa idea, pero en el sistema donde trabajábamos estábamos como medio alienadas de nuestra idea primigenia de por qué decidimos ser docentes. Y ahora que estamos todas juntitas acá laburando de esta manera, es un arco iris. Lo que se genera al interior de un proyecto cooperativo es increíble. Esto no lo hacemos porque hay otro que te dice ‘si no lo hacés, atrás tuyo hay cien más’; lo hacés por profunda convicción de lo que estás haciendo. Y es maravilloso”.
Educar desde la afectividad
El proyecto pedagógico de la escuela tiene un slogan: “Hacer escuela es pensarla, habitarla y sentirla”. En esa línea, marcan dos coordenadas claves: educar desde la afectividad y lejos de cualquier forma de violencia. “No es solamente voy a la escuela y doy clase. Esos espacios se construyen, se habitan con otres, con palabras, con las familias. Las prácticas educativas se piensan”, indicó Berdún.
“Hay un concepto hermoso que nosotras retomamos que dice, ‘no existen los problemas de aprendizaje, sino que hay niños que aprenden distinto’. Nosotras partimos desde ahí. Los niños aprenden todos distinto, nosotras no tenemos por qué pensar que cuando ingresan al sistema educativo todos los niños tienen que aprender lo mismo de la misma manera y con las mismas herramientas. Lo colectivo no puede anular lo individual, lo íntimo, la propia historia, tu propio bagaje. Entonces nuestra propuesta va a hacia lo colectivo pero también hacia lo individual. Es el respeto por lo individual, por la historia particular, por los conocimientos previos”, detalló.
“Y sobre todo pensamos sobre la base de la afectividad. Un pibe que no puede construir desde lo afectivo con los docentes que lo rodean, con el espacio, con sus pares, no aprende. Si la escuela es un espacio hostil donde el pibe no quiere ir, no sirve. Nosotras le llamamos educación respetada, y tiene que ver con no violentar. Respeto por el cuerpo, tratar de desterrar todas las prácticas violentas a las que hemos sido sometidos en el sistema educativo”, expresó.
Atravesar la pandemia
En 2020, con todos sus esfuerzos puestos en seguir creciendo, cuando llevaban apenas dos semanas de clases presenciales, comenzó el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio. La pandemia las obligó a repensar la forma de enseñanza, adaptarse sin perder los aspectos más significativos de su propuesta pedagógica.
“Se pensó mucho desde el principio cómo iba a ser el jardín por medio de las redes. Este año se trabajó muchísimo en la comunicación visual, en qué mostrábamos, cómo llegábamos a las familias, por medio de videos, cuentos, entre otras formas”, explicó Brucart.
Empezaron utilizando mails, luego grupos de WhatsApp para cada salita, y ya en abril estaban usando plataformas como Zoom y luego también incorporaron canales de Youtube. “Nosotras necesitamos esto: ponerle cuerpo, ponerle voz. Porque yo le mando por mail todas las actividades, pero nuestra característica institucional es esto: ponerle la cuerpa. ¿Cómo hacemos para que estos nenes y nenas vean a su docente, la sientan, la escuchen? Y ahí aparecieron las redes”, afirmó Berdún.
“Había tres intervenciones en redes por semana, con todo el plantel docente, distintas propuestas, lecturas, juegos, y obviamente todas las efemérides”, relató y apuntó a la necesidad que tuvo Las Acacias de generar propuestas sincrónicas, donde la docente pudiera efectivamente comunicarse en el momento con los niños y niñas. “La idea era que la docente le pudiera preguntar al niño cómo estaba, que lo pudiera saludar, preguntarle cómo se siente”, expresó.
En ese sentido, destacó el fruto del trabajo realizado: “Los pibes y las pibas, todos, desde la sala de dos hasta la sala de cinco, reconocen a todos sus docentes. A todos, no sólo a la maestra. Porque hubo un acompañamiento y una presencia de la escuela muy grande”.
“A fin de año nos permitieron hacer la revinculación para la sala de cinco. Nosotras fuimos una de las cuatro o cinco escuelas de nuestra área que aceptó, que nos dijeron que sí, que nos parecía fundamental para nosotras, que vuelvan y se encuentren. Coronamos el año con eso, tres encuentros de revinculación y entrega de diplomas presencial y después con la salita de dos fuimos casa por casa a repartir unos diplomitas a los egresados”, contó Berdún.
Las prioridades bien claras
Este año, por otra parte, complicó como ningún otro momento las posibilidades de subsistencia de la cooperativa, y llevó a tener que tomar decisiones difíciles. “En la pandemia costó. Nos cortó la posibilidad de tener 30 inscripciones más en 2020, lo cual económicamente era significativo. Y lo cierto es que en un momento las familias empezaban a decir: ‘No lo puedo pagar más’”, rememoró Berdún.
“Y ahí fue tomar una decisión, fue decir, nosotras somos una empresa de la economía popular, pero somos una empresa privada y dependemos de las cuotas. La decisión nuestra fue poner la prioridad, y la prioridad son los pibes. No entrará plata, no tendremos para pagar el alquiler, bueno, ya veremos cómo lo resolvemos, pero hoy la prioridad son los pibes y las familias. Esos pibes en ese contexto de tanta incertidumbre no se pueden quedar sin su espacio, sin sus docentes, sin esas prácticas pensadas para ellos y para ellas. Entonces dijimos: que no se vaya nadie, quédense todos, el que puede pagar que pague, el que puede pagar menos que pague menos y el que no puede pagar, que no pague. Contuvimos a todas las familias para que no se vayan”, afirmó.
En ese contexto, los vínculos que generó Las Acacias fueron fundamentales para concretar otras formas de conseguir ingresos. “Las familias en las últimas actividades nos ayudaron a vender sorrentinos, a vender rifas, se empezaron a generar otros intercambios que son interesantes y muy importantes”, señaló Brucart.
Apostar a seguir creciendo
El escenario de incertidumbre que todavía permanece para 2021 en torno a cuándo efectivamente podrán volver las clases de forma presencial, hace que todo el sistema de educación privada esté a la expectativa. “El año que viene también pensábamos volver a duplicar la matrícula. Pero con tan poca certeza de qué va a pasar, la gente no está inscribiendo, porque todavía no se sabe cómo van a comenzar las clases. Esperamos que con la vacuna empiece a haber certezas”, afirmó Berdún.
Aun así, la intención de la cooperativa es apostar a más. Este año sumaron cinco personas al equipo y el año que viene ya abrirán el primer grado de la primaria. Según proyectan, en cuatro años este edificio ya les quedará chico, a medida que vayan abriendo los sucesivos cursos. Ese crecimiento llevará también a la apertura de nuevas fuentes de trabajo.
Las Acacias, a fuerza de empeño y creatividad, lejos de achicarse ante el escenario adverso, piensa en grande, y muestra que las cooperativas de trabajo tienen mucho para decir a la hora de enfrentar estos tiempos difíciles.
Periodista y Licenciado en Comunicación Social. Sagitario en casa diez, ascendente en Piscis y luna en Capricornio. Buena mano para el mate. Trabajó en Infoanpress; diario Hoy; Agencia La Provincia; revista Avanzada Sindical; revista La Tecla y colaboró en ANRed. Escribe en secciones como Política, Derechos Humanos, Interés General y Socio Ambiental. Un poco sindicalista. No es tímido, nomás le cuesta entrar en confianza.