En el Día del Donante Voluntario de este tejido, te contamos en qué consiste el procedimiento y cómo podes ser partícipe. ¿Es igual a una donación de sangre tradicional? ¿Por qué la médula a trasplantar puede provenir de otro país? Nora Duymovich, jefa de servicio de la Unidad de Trasplante del Hospital Rossi, despeja todas las dudas en esta nota
Por Lautaro Castro
Un día como hoy, hace exactamente 18 años, el sistema de salud argentino daba un paso fundamental en materia de donaciones con la creación del Registro Nacional de Donantes de Células Progenitoras Hematopoyéticas (CPH), o donantes de médula ósea. A raíz de esta iniciativa, que permitió sistematizar el listado de personas dispuestas a donar sus células, cada 1° de abril se celebra el Día Nacional del Donante Voluntario de Médula Ósea.
La importancia de contar con un amplio registro se apoya en las estadísticas: se estima que sólo uno de cada 40.000 donantes es compatible con cada paciente. Además, 3 de cada 4 personas que necesitan un trasplante de médula ósea no cuentan con un donante compatible en su grupo familiar, por lo que deben recurrir a uno no emparentado. En conclusión, cuantos más donantes inscriptos existan y más variadas sean sus identidades genéticas, mayores serán las posibilidades de encontrar a la voluntaria o voluntario indicado.
Nora Duymovich es jefa de servicio de la Unidad de Trasplante de Médula Ósea (UTMO) del Hospital Rossi de La Plata, un centro de referencia en la Provincia de Buenos Aires que desde su creación, en 1993, lleva realizadas más de 850 intervenciones. En diálogo con Pulso Noticias, la especialista se encarga de rebatir una creencia habitual en mucha gente, que confunde a la médula ósea con la espinal: “No tienen nada que ver. La médula espinal está dentro de la columna vertebral y es la que suele dañarse cuando uno tiene un accidente o sufre un traumatismo y queda paralítico. La ósea, en cambio, tal como lo indica su nombre, es un tejido esponjoso que se encuentra en el interior de los huesos”.
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Dentro de la médula ósea, a su vez, están alojadas las células progenitoras hematopoyéticas, que tienen como función producir los glóbulos rojos, glóbulos blancos y plaquetas. En otras palabras, la MO es el lugar donde se produce la sangre. De allí que el trasplante de estas células constituye un procedimiento fundamental a la hora de tratar enfermedades sanguíneas como leucemia, mieloma múltiple, linfomas, talasemia, aplasia medular, algunos tipos de anemia, entre otras, ya que se reemplazan las CPH defectuosas por otras sanas.
Aquellos y aquellas que dudan acerca de donar médula ósea deben saber que se trata de un acto sencillo y seguro, que no implica ningún tipo de cirugía u operación. Además, las células extraídas se regeneran en poco tiempo, por lo que el normal funcionamiento del cuerpo no se ve alterado.
Pero, ¿cuál es el método que suele emplearse en estos casos? Duymovich lo explica: “Durante unos días se le administra al donante unas vacunas subcutáneas que estimulan el crecimiento de la médula. Llega un momento en que ese crecimiento es tan grande que ya no cabe médula dentro del hueso y sale al torrente sanguíneo. Luego de realizarle una extracción de sangre, el siguiente paso es la recolección por aféresis, es decir, una máquina que se encarga de separar médula ósea de la sangre circulante, devolviéndole al donante el contenido sanguíneo. Al finalizar el proceso, que demanda unas dos horas aproximadamente, la médula se guarda a una temperatura de -80°”.
De todas formas, a diferencia de la donación de sangre común, que se realiza en cualquier momento que el donante lo disponga, la de médula ósea sólo se concreta en caso de necesitarse el tejido de esa persona en particular. Para ello, esta última debe estar inscripta en el Registro Nacional de Donantes de Células Progenitoras Hematopoyéticas.
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El Registro Nacional, asimismo, se rige por el principio de solidaridad internacional, al formar parte de la red mundial Bone Marrow Donors Worldwide (BMDW), que agrupa registros de más de 63 países y actualmente cuenta con unos 33 millones de inscriptos. Es decir que toda persona inscripta en el Registro Argentino da su consentimiento para donar CPH a cualquier paciente del mundo que lo requiera.
—¿Cómo funciona el circuito desde que una persona se registra hasta que efectivamente dona?
—El primer paso es acercarse a un instituto de hemoterapia para que, a través de una pequeña muestra de sangre, estudien sus datos genéticos y estos formen parte de un Registro que en nuestro país lo maneja el INCUCAI y responde a un banco de datos internacional. Es una especie de Excel mundial. Cuando un paciente del otro lado del mundo lo requiera, se verifican los datos en el sistema y se comunican con el donante que tenga mayor compatibilidad genética para que haga efectiva la donación de médula y así beneficie a un paciente filipino, australiano o de cualquier parte del mundo. Lo mismo corre para un argentino que necesite una médula de otro país.
En ese sentido, es importante destacar que no es necesario que el paciente viaje al exterior para tratarse; la que se traslada es la médula. En la UTMO del Rossi, por ejemplo, se hicieron más de 20 trasplantes con tejidos provenientes de Alemania, EE.UU, Inglaterra, etc.
Las y los platenses interesados en formar parte del Registro Nacional deben comunicarse con el Instituto de Hemoterapia local al 0800-666-2258, por redes sociales, o acercándose a su sede, ubicada en 15 y 66. De acuerdo a las recomendaciones del Instituto Nacional Central Único Coordinador de Ablación e Implante (INCUCAI), se considera apta para donar a aquella persona que tiene entre 18 y 40 años, goza de buena salud, pesa más de 50 kilos y no tiene antecedentes de enfermedades cardíacas, hepáticas o infectocontagiosas.
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