Una de las promesas de Cambiemos en campaña fue lograr, en el corto plazo, el autoabastecimiento en materia de energía. Hoy, a 32 meses de gobierno, la situación luce desoladora y sin un horizonte de crecimiento de cara al futuro
Por Rafael Tossi
La apertura económica dispuesta por el gobierno de Mauricio Macri desde su llegada al poder en diciembre de 2015, trajo como correlato una liberalización total del mercado, permitiendo la entrada masiva de productos del exterior, acabando de esa manera con la industria nacional, haciendo foco especialmente en las pequeñas y medianas empresas (Pymes) que vieron disminuir exponencialmente su poder de maniobra ante tormentas de la economía.
Una de las armas centrales usadas por el gobierno para conseguir este fin, al igual que lo que hizo el kirchnerismo durante la década pasada, fue la construcción de un relato que le sirviera de base como protección ante el descascaramiento del bienestar social en la Argentina. En uno de los sectores que más puede observarse este relato, es el energético. El exministro Juan José Aranguren, así como su sucesor Javier Iguacel, han hablado en los últimos 32 meses de un autoabastecimiento energético que ha venido de la mano de fuertes tarifazos en los precios del gas y el combustible, y en la subvención del precio del barril de petróleo
Macri, en una entrevista con Jorge Lanata, aseveró que “la revolución que hemos hecho en estos dos años y medio hace que estemos a meses de volver a exportar petróleo”. Esta afirmación es rápidamente rebatible si se tiene en cuenta que en 2017, Argentina, exportó 10 millones de barriles, un 30% menos que en 2015.
A su vez, entre 2015 y 2017, el peso de las importaciones de nafta y gasoil en la demanda del mercado interno de estos mismos insumos pasó de 8,7% a 11%; en cuanto a la demanda en estaciones de servicio, de 12% a 15,5%. Todos estos números en 2018, en vez de frenarse, se han acentuado, agravando aún más esta situación.
Otro de los temas que este nuevo relato energético ha sabido dejar de lado, es la menor injerencia de YPF en el mercado en relación a la competencia privada. Un estudio elaborado por el Observatorio de la Energía, Tecnología e Infraestructura para el Desarrollo (Oetec), muestra que la producción gasífera en el primer semestre de este año por parte de la petrolera estatal, cayó un 3,4%.
Esta situación de menor producción por parte de YPF ha servido a su vez para hacer grandes negocios privados a costa de los dineros públicos, como sucede en el caso del precio de gas a boca de pozo. Cuando asumió Macri la presidencia, el precio promedio pagado por el gas en boca de pozo era de U$S 2 por millón Btu, en tanto que actualmente se paga U$S 4,7 por millón Btu. Cuando a YPF la extracción del gas le cuesta U$S 1,9 por millón Btu, haciendo de esta manera una fabulosa transferencia de ingresos a los empresarios que se benefician del tarifazo.
En descenso
Si se tienen en cuenta los números, la situación es altamente preocupante, porque a pesar de que el relato oficial habla de un país en crecimiento y cercano al autoabastecimiento, la realidad indica que en 2017 nuestro país produjo 175 millones de barriles de petróleo, la cifra más baja desde 1991. Idéntico panorama se vive con las refinerías en la Argentina, que el año pasado produjeron 500.000 barriles por día, su peor performance desde 2004; a la vez que las reservas probadas de crudo en suelo nacional ascienden hoy a 2.200 millones de barriles, el nivel más bajo de los últimos 20 años.
En diálogo con Pulso Noticias, el director general de Oetec, Federico Bernal, señaló que “el del gobierno es un relato sin sustento, donde a pesar de lo prometido de tender a un camino de autosuficiencia, es decir, de abastecerse cada vez más con la producción doméstica, lo que vemos en materia petrolera es que Macri lleva importados en dos años un 30% por arriba de todo lo importado por Cristina Kirchner entre 2008 y 2015. Si analizamos las importaciones entre 2003 y 2015, el macrismo lleva importados un 71% de todo el petróleo importado durante ese período”.
Según el bioquímico y biotecnólogo de la UBA, especializado en Microbiología Industrial, “vemos una enorme contradicción en el relato oficial que tiene que ver básicamente con la política impuesta por el neoliberalismo, y la apertura de importaciones de lo que pasa en energía no puede ser diferente de lo que pasa en los otros sectores de la economía. Acá es lo mismo, tiene que ver con la desregulación, la apertura indiscriminada de las importaciones y una administración a la que no le interesa promocionar el empleo en el mercado doméstico”.
“Es más que evidente que a este gobierno de neto corte neoliberal, no le interesa el mercado interno. Toda esta construcción de un discurso se da de la mano del aumento a precios increíbles del gas en boca de pozo, de una producción petrolera que decae por parte de YPF que en 2017 perforó un 63% menos de pozos que en 2015 y con una producción de gas que cayó un 2%, es decir, todo un entramado urdido para que unos pocos tengan una alta rentabilidad en perjuicio de todos los argentinos”, sentenció Bernal.
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