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martes 03-12-2024

Ley de Humedales: freno y dilaciones mientras “todo se prende fuego”

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El poeta Antonin Artaud dijo alguna vez que “vivir no es otra cosa que arder en preguntas”: ¿Qué está pasando con la Ley de Humedales? ¿Por qué las autoridades de Ambiente promueven un proyecto regresivo y al servicio de los lobbies?¿Por qué se sigue incendiando el Delta del Paraná? ¿Hay que estar atentos a los fenómenos que están ocurriendo en Europa? En esta nota intentamos responder a esos interrogantes

Inglaterra, caracterizada por ser una nación fría y húmeda alcanzó hace algunos días temperaturas de 40 grados centígrados por primera vez en su historia; cerca de la ciudad francesa de Burdeos ardieron más de 19.000 hectáreas de campo, lo que obligó a evacuar a más de 30.000 personas; más de la mitad del territorio de Portugal fue declarado en alerta máxima por los incendios mientras, armados con mangueras de jardín, los residentes intentaban salvar sus casas; en España, en lo que va de 2022, ya se han quemado casi 140.000 hectáreas, 7 veces más que su media histórica.

En nuestro país, más de 1 millón de hectáreas ardieron en Corrientes a principios de 2021, el 12% de la superficie total de esa provincia. Y unas 300 mil hectáreas fueron afectadas por los incendios en el Delta del Paraná, en donde siguen provocándose focos de incendio pese a que hoy esas noticias ya no ocupen un lugar central en los canales de televisión o los portales informativos.

El cambio climático está entre nosotros pero no se evidencia una determinación política para buscar soluciones. En el viejo continente los expertos advierten que lo que asoma como algo anómalo o anormal, será la nueva normalidad para los próximos años. En nuestro país, luego de 10 años de debates y tres intentos por tener una ley que proteja nuestros humedales, las dilaciones están puestas a la órden del día. 

En marzo ingresó nuevamente al Congreso de la nación el proyecto que en 2020 había reunido importantes consensos y el apoyo de más de 300 organizaciones, asambleas, multisectoriales, especialistas y científicos, pero que luego fue deliberadamente cajoneado. Aún no se le asignaron comisiones para formular un nuevo debate.

A la par de ello el Consejo Federal de Medio Ambiente (COFEMA), un órgano compuesto por el ministro de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Juan Cabandié, y las autoridades ambientales de cada una de las provincias, decidió formular un proyecto alternativo que restringe la consideración de lo que es un humedal y elimina muchos de los puntos de la última propuesta debatida en el parlamento.

Sobre todo ello dialogamos con Roberto Bo, director del Grupo de Investigación en Ecología de Humedales de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA, quien a partir de su conocimiento y su experiencia también dedica parte de su tiempo a “difundir para que se tome conciencia y se puedan cambiar las cosas”.

Intereses subyacentes

“Al igual que todos los sistemas ecológicos, los humedales y todos los que estamos afectados por ellos estamos claramente experimentando el cambio climático. Es una realidad incontrastable, innegable. Esto pasa en Argentina, también viene pasando en el mundo, pero este tema se suma a otra situación que también estamos experimentando en los últimos años, que tiene que ver con la particular coyuntura socioeconómica y política. Y con esto se relacionan los incendios que te diría, por ser bueno, el 95% son inducidos más allá de que están potenciados por la particular situación ambiental. Los frenos a la Ley de Humedales tienen que ver también con esta cuestión”, señala el biólogo en el comienzo de la charla con Pulso Noticias

-Vos trabajás particularmente con lo que ocurre en el Delta del Paraná, donde siguen sucediéndose los incendios, pese a que hoy eso no se refleja en las tapas de los diarios o no tiene un espacio destacado en los medios. ¿Hubo tiempo desde el ámbito científico para hacer una evaluación de los impactos ambientales después de lo que se quemó durante 2020 y 2021?

“Lo que pasa es que estamos teniendo desde hace varios años valores de lluvias menores de los normales y además una bajante histórica del Paraná y de los principales ríos de la Cuenca del Plata. Eso ha acumulado en el Delta una gran cantidad de Biomasa seca. Los grandes efectos desde el año 2020 a la actualidad se ven principalmente en los sectores costeros cercanos a los grandes centros urbanos y van avanzando hacia el interior. Obviamente la pandemia contribuyó al escaso monitoreo y control y eso favoreció a algunos que aprovecharon para hacer determinadas cosas. En el 2020 se vio afectada más del 24% de la superficie total del Delta. Se quemaron, para tener una noción, más de 20 ciudades de Buenos Aires completas. Y en el 2021 ese porcentaje bajó al 9%. Este año hasta julio ya hay casi un 4% de la superficie del Delta afectada por los incendios. Lamentablemente tanto desde el punto de vista ambiental como desde el punto de vista de las actividades humanas no se estabilizó la situación como para poder sacar conclusiones, porque la cosa sigue. Los grandes intereses siguen existiendo y se mezclan con estos discursos de ‘yo quiero conseguir dólares para luchar contra la pobreza y después vemos lo del ambiente’ y resulta que no luchás contra la pobreza, ganan guita los de siempre y sigue todo prendiéndose fuego, que es un término que lo usamos metafóricamente pero que en este caso no es metafórico, es real”.

Los incendios en el Delta del Paraná vistos desde la ciudad de Rosario, en 2020

-Teniendo en cuenta la experiencia de estos últimos años, la evidente sequía y el hecho de que la actividad económica ya volvió a un ritmo habitual ¿por qué se sigue sin controlar?

“Hoy siguen existiendo esos intereses subyacentes que intentan sacar rédito de la situación. Hay gente que quiere sembrar soja en el Delta y hay intentos de usar esa zona para la comercialización y exportación, hay intereses inmobiliarios, que siguen presionando. Aprovechando los conflictos internos, con este discurso de que hay que conseguir divisas y la justificación mentirosa de que con esto vamos a erradicar la pobreza, lamentablemente sigue pasando lo mismo. Pensábamos que la pandemia nos iba a hacer repensar un montón de cosas, del sutil equilibrio con lo natural, de pensar más en lo humano y menos en lo económico-financiero y fue al contrario. Siguen teniendo poder los mismos grupos, sigue habiendo un pensamiento bastante individualista en el sentido de ‘me salvo yo y después veo’, se sigue pensando en que lo único positivo y productivo son las zonas altas pampeanas y sembrar soja, siguen defendiéndose esos intereses. De esa manera fue como también se cayó por tercera vez la Ley de Humedales. Tiene que ver justamente con todos estos intereses subyacentes”.

Des-guazo

El 11 de julio pasado, tras la última reunión del COFEMA, en la que participó el Ministerio de Ambiente de la Nación, se elevó un nuevo proyecto de Ley de Humedales. Desde la multisectorial de humedales indicaron que esta propuesta implica un “desguace” del proyecto presentado por el diputado nacional Loenardo Grosso en 2020, el cual había alcanzado un amplio consenso.

Según denunciaron por medio de un comunicado, “el proyecto fue modificado para convertirlo en uno funcional a los lobbies que presionan para que los intereses económicos prevalezcan por sobre la protección de la vida”. Y señalaron que “es evidente la planificación en el corrimiento de la frontera productiva a base de fuego”.

LEER MÁS: Ley de Humedales: mucho más que humo sobre el agua

En la misma línea, desde la Asociación Argentina de Abogados/as Ambientalistas denunciaron el proyecto del COFEMA “como parte del mismo lobby extractivista que desde hace 10 años atenta contra cualquier posibilidad de que una verdadera Ley de Humedales sea sancionada por el Congreso Nacional”. “Este proyecto oficial es manifiestamente regresivo y afianzará la degradación y retroceso de los humedales en nuestro país, aparentando su protección”, afirmaron.

“El proyecto, consensuado por la sociedad civil, fue ingresado por cuarta vez el pasado 2 de marzo, contando con la firma de más de 15 diputados/as. Sin embargo, insólitamente (no recordamos antecedente alguno), el presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, a 4 meses de su presentación (trámite que tarda unos días), no le ha asignado los giros a las comisiones correspondientes dejando el proyecto en un limbo que no permite tratamiento alguno”, subrayaron desde Abogados Ambientalistas.

Presentación del proyecto de Ley de Humedales en Diputados, en los primeros días de marzo

Al mismo tiempo informaron que se eliminaron al menos 25 artículos del proyecto que había sido presentado por Grosso, indicando que la nueva iniciativa “altera sutil aunque gravemente la definición de humedal, suprime otras definiciones estratégicas, eliminando principios, conceptos, objetivos de protección, funciones y deberes de la autoridad nacional de aplicación y conductas prohibidas, y aniquila el Inventario Nacional de Humedales, entre otros arbitrarios retrocesos”.  

-Vos estuviste exponiendo en el Senado, en el marco del debate público que se dio por la Ley de Humedales en 2020, y seguiste activamente los procesos anteriores. Este año fue reingresado ese proyecto de ley tras ser cajoneado, pero al mismo tiempo el COFEMA elaboró una iniciativa propia que recorta muchos de los puntos del proyecto que había alcanzado un amplio consenso hace dos años atrás

“Cuando fueron cajoneados los proyectos de 2013 y 2015 lo que se dijo es que no habían sido invitados a la mesa de discusión todos los agentes sociales implicados, especialmente el sector productivo, y que el COFEMA no había intervenido en la discusión. En 2020 hubo muchos proyectos presentados, hubo una mayor instancia de discusión pública, todos tuvieron oportunidad de hablar, se leyó un proyecto consensuado que lo presentó el Frente de Todos, con (el diputado nacional) Leonardo Grosso. Esta vez si bien el proyecto fue mejor que el de las ocasiones anteriores sólo alcanzó el consenso en la comisión de Medio Ambiente pero hubo otras comisiones como la de Agricultura, la de Presupuesto y la de Interese Marítimos, que nunca lo discutieron, hasta que finalmente perdió estado parlamentario. Fue muy alevoso eso. Yo veo positivo que el Ministerio de Ambiente y el COFEMA se involucren, lo que hizo cortocircuito es que quisieran presentar un proyecto diferente cuando ya había uno que tenía cierto consenso y unificación de pareceres. Para qué presentar algo nuevo si ya venimos trabajando desde el 2012”.

Dos niñas se manifiestan en el marco de la Huelga Mundial por el Clima, en La Plata | Foto: Nicolás Braicovich (Pulso Noticias)

-Desde las organizaciones ambientalistas lo criticaron y señalaron que se trata de un proyecto regresivo

“Sí, si vos los mirás es regresivo. Tiene una base de sustentación en el presentado por Grosso, pero se redujeron varios puntos conflictivos. Yo entiendo que los puntos conflictivos te atrasan, pero son los puntos que hacen que una ley no sea sólo un conjunto de buenas intenciones. El proyecto de Grosso es más enciclopedista y yo adhiero, porque me gusta aclarar bien qué quiero decir con ‘conservación’, qué quiero decir con ‘regulación’, qué quiero decir con ‘desarrollo sustentable’, qué significa que los humedales tienen suelos hídricos. Porque si yo no te lo aclaro después cada uno lo interpreta como quiere”.

-Uno de los puntos críticos es la modificación que se hace de la definición de humedal

“Para definir un humedal, que fue una de las grandes discusiones de todos estos años, dice que vos necesitas que haya biota particularmente adaptada a este período de alternancias de agua bajas y aguas altas, particularmente plantas hidrófitas, que son las plantas acuáticas y/o suelos hídricos y sustratos con rasgos de hidromorfismo. Esa fue una definición técnica que tardó años en acordarse. Ahora, en la definición que hace el COFEMA, dice ’y’ en lugar de “y/o”. Dice plantas acuáticas y suelos hídricos y sustratos con rasgos de hidromorfismo. Eso implica que para que algo sea considerado un humedal tienen que cumplirse las dos cosas. La ley no te puede cambiar la definición. Esa sutileza, que parece algo mínimo, implica mucho”.

-Eso además es difícil para explicar al conjunto de la sociedad, porque se trata de modificaciones muy específicas

“Claro, si yo te doy manija con que la Ley de Humedales atenta contra el desarrollo humano, más allá de que no te quede claro a vos qué significa desarrollo, ya medio que te da miedo. ¿Qué es el desarrollo? ¿Sembrar soja y ganar dólares que además después no se reparten? Después hay otra cuestión que tiene que ver con hacer el inventario para saber cuántos humedales tenemos, dónde, y obviamente si yo no tengo definido claramente qué es un humedal la proporción de sectores del país con humedales puede reducirse sustancialmente. Entonces yo tengo que inventariar, saber cuál es el estado de situación. Es algo fundamental para la gestión y para el Ordenamiento Ambiental del Territorio, pero se sacaron los plazos para hacer el inventario. Queda como una expresión de deseo, es ‘propender a que se haga el inventario’ y sin el inventario después no se puede hacer el ordenamiento. Y mientras el ordenamiento territorial no se realice se puede seguir haciendo lo que se quiera en esos humedales”.

Roberto Bo, director del Grupo de Investigación en Ecología de Humedales de la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA

-Otro de los aspectos que se recortó es el de la moratoria (el período intermedio, entre que se sanciona y se implementa)

“Lo de la moratoria también es una cuestión difícil. ¿Hasta tanto salga ley y hagamos el ordenamiento no te dejo hacer nada?  ¿O es al revés? ¿Me dejás hacer cualquier cosa hasta que salga? Obviamente unos defienden una cosa, otros defienden la otra, pero no poner nada para evitar conflictos genera problemas. La ley tiene que garantizar la urgente implementación porque sino hay cosas que quedan lindas, sobre promover tal cosa, fomentar tal otra, generar conocimiento, pero la ley se tiene que poder implementar. Y sacar todos los puntos conflictivos para hacer una ley imprecisa es lo mismo a que no la haya”.

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-Ahí entran en juego intereses económicos

“Hay cierto desconocimiento de funcionarios, que no tienen por qué ser expertos en humedales, pero que dicen ‘vamos a agarrar ahora con los bajos submeridionales, tierras para el desarrollo agrícola industrial’. Eso implica destruir los humedales. En este momento que estamos mal tenemos que empezar a intentar recuperarnos pero metiendo lo ambiental desde el vamos, porque lo ambiental termina siendo la base de lo sociocultural y de lo económico-productivo. La Ley de Humedales habla de conservación en sentido amplio, la conservación implica preservar algunas zonas, habla de restaurar y habla de utilizar sustentablemente. Y usar sustentablemente es hacer actividades productivas pero adaptadas al normal funcionamiento del humedal, no transformarlo todo por ejemplo en soja, eso no es desarrollo. Si yo saco el agua de los humedales perdés la principal fuente hídrica que tienen la mayoría de las ciudades lindantes a los humedales de Argentina. Y en el caso de las zonas áridas y semiáridas perdés lo poco que te garantiza el agua. Y con el cambio climático va a hacer cada vez más calor, vamos a tener menos nieve, menos glaciares, las perspectivas en ese sentido son malas”.

Sin agua que alcance

El 18 de julio pasado Tiempo Argentino reflejó un artículo publicado en el sitio de divulgación científica The Conversation donde se indica que “el sudoeste del Viejo Continente atraviesa un proceso de múltiples y simultáneos fuegos de alta intensidad. Son incendios que liberan la misma energía que una, o más, bombas atómicas y toda la tecnología de extinción se queda corta frente a ellos”.

“Lo que está pasando estos días en Europa es algo extremadamente inusual. Lo preocupante es que apenas estamos viviendo un previo de lo que ocurrirá en unos años. Lo que ahora consideramos anómalo, en breve será la nueva normalidad. Cuando dentro de dos o tres lustros recordemos a la campaña actual, seguramente nos parecerá leve por comparación”, señala el artículo formulado por el profesor de ingeniería forestal y cambio global de la Universitat de Lleida, Víctor Resco de Dios.

“Los incendios actuales ya no se pueden extinguir. Mueren por inanición (han quemado todo lo que había por quemar) o porque llueve”, se advierte.

Desesperación en el descontrolado incendio de Sierra de la Culebra (España) | Foto: César Manso (AFP)

“El cinturón de incendios se está expandiendo en latitud y en altitud. Los grandes incendios en zonas de Europa donde hasta ahora eran raros, como el Reino Unido y Escandinavia, son cada vez más comunes. Las zonas de montaña, como los Alpes y los Pirineos, son cada vez más inflamables.

La época en la que los incendios se apagaban con agua se ha acabado. Estamos viendo el resultado de décadas de dejadez en la gestión del territorio y de inacción climática. Estamos viendo el tráiler de la película del futuro que les estamos dejando a nuestros hijos y a nuestros nietos”, concluye el informe.

En relación a ello, Roberto Bo explica: “Lo que está pasando ahora es que estamos experimentando cambios bruscos y con mayor frecuencia en el tiempo, hay una alternancia mayor entre eventos extremos, lo que está íntimamente relacionado con las actividades humanas. Estamos quemando combustibles fósiles, contaminando con aerosoles, eliminando bosques y eliminando humedales que son los ecosistemas que regulan estos fenómenos extremos. Los principales problemas del cambio climático son la alta variabilidad y la poca previsibilidad, y los eventos extremos como la sequía o una alternancia de efectos extremos para un lado y para el otro sin que haya años normales en el medio desde el punto de vista del funcionamiento climático hidrológico”. 

-¿Es posible pensar en un escenario como el europeo pero en nuestro país o en la región?

“Esta es la nueva realidad, que no podemos ignorar y tenemos que ejercer acciones de mitigación y de adaptación. Mitigación es actuar en los factores que generan esos cambios negativos, por ejemplo evitar las quemas. Y después adaptarse implica entender cómo es la nueva realidad y realizar nuestras actividades adaptándolas a esta realidad, que no sólo se va a extender sino que lamentablemente todo hace pensar que se va a potenciar. Esto de que hace tres años seguidos tenemos sequía y bajante en el Paraná no lo vimos nunca. Tenemos que trabajar en evitar que esos fuegos se prendan y para eso necesitamos conciencia social, funcionarios comprometidos, funcionarios con conocimiento del tema, interés por parte del medio académico de transmitir este conocimiento y de adaptarlo para que lo entiendan todos. Y aprovechar esa conciencia que se ha generado porque nos estamos prendiendo fuego realmente. ¿Cómo empezamos? Con la Ley de Humedales”.

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Periodista - Papá primerizo y asador de departamento.
Walter Amori nació en Villa Ramallo, en 1983, pero ya lleva más años transcurridos en La Plata que en su ciudad natal. Se recibió de Licenciado en Comunicación Social en la UNLP, lugar donde además fue docente de Opinión Pública. En la capital bonaerense trabajó en prensa institucional y desarrolló tareas periodísticas en medios privados y públicos. Desde 2018 forma parte de Pulso Noticias. Anda en eso de ver de qué se trata la vida después de empalmar paternidad primeriza y dos años de pandemia. Tiene una parrilla en el balcón con poco uso.

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