Hace catorce años, el país no hablaba de otra cosa que del millonario robo al Banco Río de Acassuso, el mayor atraco de las crónicas policiales argentinas. De la mano de Ariel Winograd, esa historia se convirtió en película y hoy tendrá su estreno. Pulso Noticias habló con el asistente de dirección Luis Bernardez, que cuenta detalles de la filmación y el detrás de escena de un éxito asegurado
Por Lautaro Castro
La vida de Fernando Araujo pudo haber sido como la de cualquier joven de clase acomodada. Nacido y criado en San Isidro, se rodeó de un entorno de profesionales y nunca le faltó nada. Un futuro como médico, contador o ingeniero era todo lo que podía esperarse de él. Sin embargo, al transitar su juventud, la espiritualidad golpeó a su puerta. Se interesó por el dibujo, la filosofía y las artes marciales japonesas. En ese andar introspectivo fue que descubrió que se sentía vacío. Que necesitaba hacer algo que trascendiera y dejara una marca en la posteridad. En 2004, a los 37 años, encontró la respuesta: “Quiero hacer el mejor robo de la historia”. Y lo hizo.
Este jueves llega a todas las salas del país la película El Robo del Siglo, dirigida por Ariel Winograd, que recrea el magistral atraco a la sucursal del Banco Río en la localidad bonaerense de Acassuso, ocurrido el 13 de enero de 2006. Ese día, cinco delincuentes ingresaron a la entidad bancaria con armas de juguete, tomaron como rehenes a 23 personas y huyeron por un desagüe pluvial con un botín estimado en 15 millones de dólares.
Basado en la novela “Sin Armas Ni Rencores”, del periodista Rodolfo Palacios, el guión contó con la participación del mismísimo Araujo. “Fernando estuvo involucrado en el proceso de escritura porque ‘la idea’ propiamente dicha fue de él. Es un tipo muy talentoso e inteligente, que pensó y planificó el robo durante más de dos años. El guión respeta bastante la estructura del libro y quedó increíble. Los productores estuvieron muy astutos en ese sentido”, asegura Luis Bernardez, Asistente de Dirección del film, en diálogo con Pulso Noticias.
El proyecto cinematográfico debió esperar. Durante mucho tiempo pasó por manos de varios guionistas y directores, pero sus propuestas no terminaban de convencer a la gente de AZ Films, la productora argentina interesada en llevarlo adelante junto a DIRECTV, Telefé y otras extranjeras asociadas. Hasta que un día apareció Winograd y presentó un guión distinto a los anteriores, en el que estaba incluido un ingrediente que resultaría decisivo para inclinar la balanza a su favor: el humor.
Guillermo Francella encarna al uruguayo Luis Mario Vitette Sellanes, quien aportó el dinero para concretar la operación y negoció con la policía en todo momento; Diego Peretti interpreta al cerebral Fernando Araujo; Rafael Ferro es Alberto de la Torre, encargado de la toma de rehenes; Mariano Argento es “El Doc”, mediador; mientras que Pablo Rago hace el papel de“El Marciano”, responsable de la logística. Luis Luque (Miguel Sileo, policía negociador), Magela Zanotta (La Turca, esposa de de La Torre) y Johanna Francella –Lucía, hija de Vitette- completan el elenco de El Robo del Siglo.
La película demandó un exigente trabajo de pre y post producción, algo que –asegura Bernardez- se ve reflejado en el producto final: “Hicimos una planificación muy minuciosa, en la cual yo me encargué de organizar la puesta y diagramar el rodaje, mientras que Wino ensayó toda la previa con los actores. Tuvimos que pensar mucho cómo filmábamos porque se trata de una película muy compleja en cuanto a cantidad de planos. Quien vea la peli, se va a dar cuenta. Las escenas se filmaron desde muchos puntos de vista, porque la idea era no estar tan limitados de material a la hora de hacer el montaje”.
—De todas formas, con actores de esa talla todo se facilita…
—La verdad que estuvieron impecables. Son tipos muy profesionales: venían, lo hacían y ya. Un relojito. Cuando Wino llegó con Francella, Peretti, Rago y el resto con todo muy ensayado y discutido, se filmó rapidísimo. Si se repetía algún plano, era por una cuestión técnica. Es cierto que te facilita todo, pero también tenes que estar a la altura. Nada puede fallar porque ellos no fallan.
Reconstruir una época
Uno de los grandes logros de la película estuvo en la reconstrucción de la sucursal del Banco Rio –hoy Santander Río- ubicada en Avenida del Libertador 14998. A unas quince cuadras de la sucursal original, la producción se encargó de alquilar un local vidriado en desuso donde había funcionado una concesionaria.
Allí, el equipo de arte realizó un trabajo titánico hasta dar con una réplica casi exacta del lugar del hecho. Claro que las gestiones previas no fueron fáciles. “Lograr que nos permitieran cortar el tránsito en Av. del Libertador fue una de las cosas más complicadas. Nunca en la historia del cine se hizo algo así. Tuvimos muy poco margen de trabajo porque nos dieron días y horarios puntuales. Wino insistió en que tenía que ser ahí, no podía ser en otra avenida”, explica Luis, que conoció al director en su anterior película, Mamá se fue de viaje (2017).
El nivel de detalle también queda en evidencia en la recreación de una época. Pasaron catorce años, un tiempo lo suficientemente largo para que muchas cosas hayan cambiado. Por eso, los vehículos que aparecen en el film son los mismos que los que circulaban en 2006, al igual que la vestimenta, los peinados, las publicidades, los medios, la gráfica y tantas cosas más. Todo lo que nos encontremos en la pantalla está pensado y producido.
—Una vez producido, el asalto no causó repudio de la sociedad sino todo lo contrario. ¿Crees que estuvo identificado con un sentir generalizado de que, después del corralito de 2001, los bancos perdían al menos una vez?
—En el libro los ladrones dicen que el robo del siglo no lo hicieron ellos, sino el Estado en 2001, cuando le robó la guita a todo el pueblo. Ellos sabían que esas cajas de seguridad estaban aseguradas, que la gente no iba a perder sus ahorros. También hay otro hecho cercano que fue la Masacre de Ramallo, una carnicería en la que la policía estuvo implicada. Con lo cual, en el aire había algo de, por un lado, cagar a los bancos y, por otro, mojarle la oreja a la policía, que es lo que terminaron haciendo. Y algo no menor: hicieron algo espectacular sin disparar un solo tiro. Además de que no querían violencia, utilizaron armas de juguete para que les dieran menos años de cárcel si la cosa llegaba a salir mal. Hasta en eso pensaron.
—¿Con qué se va a encontrar la persona que vaya al cine a ver El Robo del Siglo?
—Es un policial con toques de comedia. Una película muy llevadera que está muy bien contada; que también habla de nuestra idiosincrasia porque te cuenta algo del argentino, de la viveza y la picardía que lo caracteriza. Tiene esa virtud de que a pesar de que vos sabes cómo termina la historia, igual te mete y te va llevando. Queres saber qué pasa y nunca se pincha. Te tracciona de una manera que todo el tiempo estás enganchado.
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