El caso de los aportes truchos en las campañas 2015 y 2017 del oficialismo golpea duro a María Eugenia Vidal, que sigue eligiendo el silencio como arma de comunicación. Un escándalo con consecuencias impredecibles
Por Rafael Tossi
El novelista y poeta francés Louis Dumur, solía decir que la política “es el arte de servirse de los hombres haciéndoles creer que se les sirve a ellos”. Nunca tan clara esta afirmación como en el escándalo que sacude por estas horas a Cambiemos por los aportes truchos por cifras millonarias en las campañas políticas de los años 2015 y 2017 en suelo bonaerense.
Día a día se conocen datos y nuevas pruebas que ponen sobre el tapete el accionar ejercido por las máximas autoridades de la alianza gobernante, principalmente el asumido por la gobernadora María Eugenia Vidal como presidenta del PRO en la provincia de Buenos Aires.
Hasta el momento, y sacando una breve conferencia de prensa en donde anunció la salida de su cargo de la Contadora General de la Provincia, María Fernanda Inza, la mandataria provincial no ha hecho referencia al tema, y cuando se la consulta a ella o a sus principales confidentes cómo explican que el PRO haya falsificado 1.281 fichas de afiliación de personas que reciben un plan social y que figuran aportando fuertes cifras de dinero a la campaña oficial, han elegido el silencio como arma comunicacional.
Al principio se hablaba de 4 millones de pesos imposibles de comprobar su procedencia en la campaña oficial, luego pasaron a ser 40 millones y ahora ya se está diciendo que el número final supera los 180 millones, la mayoría de ellos provenientes de personas humildes que viven en villas y barrios carenciados.
Lo mismo sucede con los militantes del Partido Obrero, del PJ, Frente Renovador, Libres del Sur y del GEN que terminaron aportando cifras millonarias a la campaña oficial sin que ellos supieran nada, usurpando y falsificando identidades, incurriendo de esa manera en delitos de la vieja política que el oficialismo tenía en su discurso como algo que venía a cambiar.
Tampoco nada se ha dicho desde Cambiemos sobre la modificación imperante en el modelo oficial, que dejó de dar respuestas sobre el hecho, para negarlo y tratar de que pase el tiempo para que todo se olvide en la memoria popular y encarar así la campaña electoral del 2019 con mejores ánimos, un viejo recurso político que supo utilizar el kirchnerismo tras la muerte del exfiscal Alberto Nisman par que lo afectara de menor manera ante el electorado.
Una situación que inquieta no solo a María Eugenia Vidal y su equipo de trabajo, sino a todo Cambiemos, que ve cómo este escándalo cercena su relación con la sociedad, principalmente su electorado en la clase media, poniendo al oficialismo contra la espada y la pared, abriendo de esta manera un escenario político plagado de incertidumbres para lo que vendrá a futuro en el país.
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