En esta entrega el encuentro correspondiente a la final de los Juegos Panamericanos de Mar del Plata. La generación del 82 presente en el cuerpo técnico. Un partido cambiante con un quinto set interminable. Medalla de Oro en un contexto de grave conflicto dirigencial en el interior del vóley argentino
Por Ricardo Baldoni
«Fue muy bonito jugar con tanto marco, fue alentador jugar con 7.500 almas que gritaban y apoyaban a la selección en ese tie-break. Luego nos enteramos que en el estadio donde jugaba la selección de fútbol -cuartos de final con Chile– informaban al público de lo que iba pasando en nuestro partido», recuerda Jorge Elgueta 25 años después de aquella final contra Estados Unidos que significó el primer Oro en los Juegos Panamericanos para el vóley argentino.
«Nos habíamos puesto como objetivo la presión de poder lograr una historia nueva en el voleibol argentino. Si bien la generación del 82 había logrado mucho, nosotros como equipo queríamos marcar una nueva historia», rememora el ex jugador sanjuanino. Tanto él como Barrionuevo, Weber, Milinkovic y Borrero estaban jugando en el exterior y en la temporada 94/95 decidieron jugar en suelo argentino.
El motivo por el que volvieron es que los Juegos se disputarían en marzo, mes de plena competencia en las principales ligas del mundo, por lo que decidieron jugar en el país y así prepararse para los Juegos. En Argentina todavía no había iniciado la era profesional para el vóley masculino -la Liga Argentina surgiría en 1996- y los jugadores que volvían del exterior recibían una beca de la Secretaría de Deportes.
Luego de le edición de Buenos Aires de 1951, los Juegos Panamericanos volvían al país, esta vez en la ciudad de Mar del Plata -también se disputaron disciplinas en Necochea, Miramar, Santa Fé, Paraná, Tandil y Buenos Aires-. En el certamen, cuyo costo fue de 130 millones de dolares, participaron 5144 atletas que representaron a 42 países en las 38 disciplinas deportivas. La patinadora Nora Alicia Vega fue la abanderada de la delegación argentina.
«En abril de 1994 Daniel nos llamó, volvimos de Europa para poder jugar estos juegos. Para el vóley argentino los Panamericanos eran muy importantes. Se dio la medalla de oro y en lo personal estoy muy contento de haber elegido ese camino», reflexionó Javier Weber, capitán de aquel equipo, una vez terminado el torneo. El ex entrenador de Bolívar y del seleccionado se desempeñó en aquella temporada en Vélez Sarsfield.
«Tuvimos una preparación de cuarenta y cinco días antes de los juegos. Si bien después del mundial 94 veníamos trabajando todo el plantel junto. La parte física la hacíamos con el profe Carlos Medeiro. Como equipo decidimos trabajar duro para lograr la medalla que tanto deseábamos», agrega Elgueta. El punta sanjuanino, luego de su paso por Alemania, jugó aquella temporada en Azul Voley.
Al frente del seleccionado masculino de vóley estaba Daniel Castellani, quién había asumido hacía un año y medio. El ex jugador del seleccionado iniciaba un proceso en el cual buscaba potenciar a los jóvenes que ya venían asomando a principios de los noventa para así establecer un recambio de jugadores. «El jugador argentino es ansioso, no le gusta que los puntos duren mucho y eso lo lleva a descontrolarse. Si los chicos dominan este aspecto, iremos edificando una mentalidad de gran equipo (…) No deben venir al seleccionado por obligación, sino por un deseo profundo de conquistar algo», analizaba previo a los Juegos.
La situación dirigencial pasaba por uno de los capítulos más beligerantes de la historia del vóley argentino. La entonces Confederación Argentina de Voleibol -hoy dicho espacio lo ocupa la FeVA- y la Federación Metropolitana estaban en un conflicto abierto por el manejo de la Liga y por el reconocimiento de una institución por sobre la otra. Situación que llevó a disputar dos torneos diferentes y a desafiliaciones. En los días finales de 1995, Castellani expresó que el gran mérito de aquel equipo fue haber crecido a pesar de todos los problemas del vóleibol.
El polideportivo Islas Malvinas, con capacidad para 7.500 espectadores, sería el escenario donde se desarrollarían las acciones en el vóleibol. Argentina clasificó a la final luego de vencer a Venezuela en sets corridos. Su rival sería nada menos que EE.UU., quién eliminó en semifinales a Cuba, ganador de la edición 1991. La final fue el 18 de marzo y Argentina salió a disputar el partido dispuesto a no especular para llevarse el primer puesto. Sin embargo, EE.UU. emparejó las acciones y la final iba a pasar a un quinto set.
Fue triunfo 3-2 con parciales de 15-6, 15-11, 11-15, 8-15 y 20-18. Con el marcador 18-18 en el quinto, Pablo Pereira se desparramó para salvar una pelota que luego Milinkovic, que en ese torneo ocupó el puesto de Central, transformaría en tanto. La victoria llegó a través de un ace de Pereira que cayó en el fondo del campo norteamericano. Ace que inició el abrazo y los festejos de los jugadores, del público, y de todo el estadio.
«Recuerdo todos los momentos vividos cuando entramos al vestuario y festejamos abrazados. Significó mucho para nosotros. Recuerdo también que por primera vez habíamos logrado algo luego de estar tres, cuatro año juntos. Creo que aquella selección creó una nueva etapa para una nueva generación que venía en camino», subraya Elgueta. Las fortalezas de aquel equipos eran muchas: la potencia de Marcos Milinkovic, la regularidad de Pereira y Elgueta y la experiencia de Weber para saber cuando darle la calma y cuando la agresividad.
«Tuvimos la suficiente fortaleza mental para jugar pelear cada punto hasta el final y no solo jugar bien de a ratos», declararía el entrenador luego del triunfo, con la emoción todavía palpable. A lo que agregó: «Varios jugadores renunciaron a ganar miles de dólares por contratos en el exterior para poder participar de los Juegos. Este grupo demostró un gran amor por la camiseta».
La medalla dorada fue la primera de las tres que el voley masculino obtuvo en los Juegos Panamericanos, luego vendría la de Toronto 2015 y la de Lima 2019. Si bien el ciclo de Castellani no terminaría de la mejor manera -concluyó con roces y diferencias con jugadores y con dirigentes de la naciente Federación Argentina de Vóleibol (FAV)-, aquel trayecto generó una nueva popularidad en el vóley donde nuevas generaciones llenaban estadios para ver al seleccionado. Trayecto que tuvo su momento culmine en Mar del Plata 1995, cuando el vóley ganó protagonismo, incluso en un estadio de fútbol.
Fabián Barrionuevo, Fernando Borrero, Jorge Elgueta, Sebastián Jabif, Christian Lares, Marcos Milinkovic, Pablo Pereira, Guillermo Quaini, Eduardo Rodríguez, Alejandro Romano, Camilo Soto y Javier Weber fueron los doce jugadores que integraron aquel plantel; Daniel Castellani era el entrenador, Jorge Bellendier era el entrenador asistente; Carlos Medeiro el preparador físico y ‘Paco’ Garcia, Leonardo Wiernes, Jon Uriarte, Marcelo Wuanes en el seguimiento estadístico.
Fuentes: Diario Clarín, Página 12, Diario La Capital, ATC: «Una Argentina de Oro»
Fotografías: Diario La Capital
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