Por Colectiva Feminista Las Pibas de California
El 17 de marzo el Gobierno del Estado de California dictó un shelter in place (cuarentena) en los condados más afectados por la COVID-19. Esto se extendió luego, por decisión del Gobernador Gavin Newsom, al resto del estado. La medida dura inicialmente hasta el 7 abril y alcanza a todos los espacios públicos, comercios y habitantes de California pero, hasta el momento, todavía tenemos cierta libertad ambulatoria porque la cuarentena no es total ni obligatoria. Depende de cada persona cumplirla o no, con todo lo que eso implica.
En un segundo, o dos meses en la historia de la humanidad, el mundo se encierra, los mercados se caen, la economía se paraliza. La desinformación, la sobreinformación y las mentiras añaden confusión y caos a este panorama.
Como en el resto del mundo, aquí la consigna es “quedarse en casa”, pero en este país, uno de los más ricos del mundo, tener una casa, una cama limpia y tibia, una comida caliente y agua para lavarse las manos es casi un lujo. “Quedarse en casa” se transforma, entonces, en un privilegio.
California es la quinta economía mundial y su clase trabajadora no tiene acceso a la vivienda propia desde hace más de 25 años y alrededor del 60% de su sueldo mensual está destinado a pagar el alquiler: una habitación en San Francisco cuesta más de USD 1500 por mes. La gente vive amontonada, compartiendo departamentos pequeños con otros.
En Estados Unidos, “tierra de oportunidades”, el servicio médico, derecho humano elemental, es privado. Alrededor de 30 millones de personas no tienen acceso a ningún tipo de sistema de salud y también es un privilegio tener un seguro médico que cuesta desde USD 350 por persona, USD 850 para una familia, cuando el salario de un trabajador es alrededor de USD 2000 después de pagar impuestos. Para tener acceso a una salud subsidiada, los ingresos deben ser de miseria y marginación. Los impuestos que pagan lxs trabajadorxs no se utilizan para la salud o educación públicas sino para que el gobierno sostenga centros de detenciones de migrantes, para mantener los aparatos de represión o para la carrera bélica. Paralelamente, corporaciones como Amazon fueron exentas del pago de impuestos el año fiscal anterior.
En este contexto moral basado en la ganancia y el lucro desembozado, para lxs trabajadorxs afrontar una pandemia significa dejar de trabajar, no percibir un salario, perder el seguro médico y el acceso a una atención médica en caso de enfermedad.
A su vez, al perder el sueldo, no pueden pagar la vivienda. Por otro lado, en California hay alrededor de 130 mil personas que viven en la calle, sin posibilidad de tomar tierras, porque la propiedad privada se protege con más severidad que la vida.
Al momento de redactar este texto, Estados Unidos ha superado a China en casos de COVID-19 y va liderando el ranking mundial. No hay lineamientos claros sobre la salud pública desde el Poder Ejecutivo Nacional. Los datos que diariamente escuchamos en las conferencias de prensa de la Casa Blanca contradicen las opiniones de los expertos en salud pública locales y de todo el mundo, y contradicen lo que los gobernadores y médicos de los hospitales denuncian en redes sociales y medios de comunicación.
El presidente Donald Trump y parte de su partido, en conjunto con los lobbies de Wall Street y de las corporaciones más importantes, han iniciado una campaña para que la cuarentena se levante; minimizan la gravedad del virus desinformando o mintiendo a la población sobre datos elementales. Quieren que “todo se normalice” para pascuas, quieren “las iglesias llenas” para ese momento y que “todo el mundo vuelva a trabajar” porque la economía no puede resentirse. Sugirieron que el sector de la tercera edad y los grupos de personas en situación de riesgo deberían “sacrificarse” por el bien de la economía del país.
Al no haber una dirigencia nacional que unifique criterios y vele por la salud pública, cada gobernador define lo que le parece, de acuerdo a sus colores políticos, sus intereses y su capacidad. Hay estados en los que no se ha dictado cuarentena; otros, siguiendo la línea del gobierno nacional, piden a sus habitantes que vuelvan a sus trabajos y que abran sus comercios.
La circulación de personas de un estado a otro continúa sin control ni límites, mientras los gobernadores de los estados más golpeados por la pandemia reclaman insumos para el personal de salud que actualmente se encuentra desbordado y trabajando sin la protección adecuada. Aquí, enfermerxs de la zona de la Bahía de San Francisco, representadxs por un sindicato nacional, están realizando manifestaciones frente a centros médicos para reclamar la falta de equipamiento de protección que les permita realizar su labor de forma segura y denuncian la desorganización de las instituciones para las que trabajan.
En este contexto y sin tests para la mayoría de la población, el virus ya ha afectado estaciones de bomberos, personal policial, trabajadorxs de la salud y penitenciarias alrededor del país. Estando en la segunda semana de cuarentena, el gobierno nacional ha lanzado el primer plan de medidas económicas para mitigar el impacto de la pandemia, las cuales son insuficientes porque no alcanzan a lxs millones de trabajadorxs autónomxs, informales y sin papeles. Aquellos que se encontraban trabajando formalmente en relación de dependencia y que han perdido su ingreso por el cierre de su lugar de trabajo, se unen a la cifra de más de tres millones de personas que se han registrado la última semana para cobrar seguro de desempleo.
Por otro lado, aquellos que se encuentran trabajando en servicios considerados esenciales en este contexto, no lo hacen con la debida y necesaria protección física ni jurídica. Corporaciones como Amazon y su línea de supermercado de productos orgánicos Whole Foods, están pidiendo que los consumidores “donen” dinero que será destinado a pagar los sueldos de los trabajadores que contrajeron COVID-19 y que los empleados sanos “donen” los días de sus vacaciones a sus compañeros de trabajo enfermos. La prioridad no es salvar vidas, es salvar las empresas.
Aun cuando los medios masivos de comunicación no lo informen, esta semana trabajadorxs de diversos rubros alrededor del país se están organizando, realizando huelgas y llamando a huelga general a través de distintas plataformas y redes sociales. Entre ellxs están lxs trabajadorxs de astilleros en Maine, trabajadorxs de Amazon de Nueva York, Trabajadorxs avícolas afroamericanxs no sindicalizados en Perdue Farms en Georgia y lxs conductorxs de autobuses en Birmingham.
También se están creando campañas a favor de la suspensión del pago de alquileres de viviendas durante la pandemia debido a que millones de personas viven al día y sin trabajo no pueden pagar sus rentas.
Estados Unidos es la tierra de la libertad, pero para el capital, no para nosotrxs. Ante esta crisis mundial y en el marco de la precariedad de vida que padecemos lxs habitantes del país más poderoso del mundo, es hora de que la clase trabajadora de diferentes culturas y orígenes que vivimos en Estados Unidos pensemos, nos organicemos y luchemos juntxs.
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