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jueves 09-01-2025

Memorias del Mundial 78 de un platense secuestrado en Mendoza

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Militante de izquierda y activista ambiental en la asamblea de Barrio Norte, “Pepe” Rusconi relató cómo se vivía en un centro clandestino durante el Mundial. La detención de empleados de hotel para que no hablen con la prensa. También recordó los asesinatos ocurridos en La Plata en el seno de su partido

En el contexto del Mundial de Fútbol de 1978, celebrado en Argentina bajo la consigna de un país “Derechos y Humanos”, miles de personas eran perseguidas, detenidas y torturadas por la dictadura militar. Entre ellas, Pepe Rusconi, militante del Partido Socialista de los Trabajadores (PST) y de la asamblea de infundados de Tolosa, quien, relató cómo vivió aquel campeonato desde una cárcel en Mendoza, tras haber sido secuestrado junto a su compañera.

Antes de llegar a Mendoza, Rusconi había militado en La Plata desde 1974, enfrentando la persecución contra su partido y los ataques a sus compañeros. “Vivimos hechos terribles, como la Masacre de La Plata, donde ocho compañeros fueron secuestrados y asesinados en 24 horas, o el secuestro y asesinato de Carlitos Scafide en 1976″, recuerda.

Uno de los golpes más duros ocurrió en 1977, cuando tres compañeros de su célula clandestina fueron secuestrados en Tolosa. Décadas después, el Equipo Argentino de Antropología Forense identificó sus cuerpos en una fosa común.

“Tras la masacre de Tolosa, mi compañera Pelusa y yo tuvimos que huir de La Plata. Nos trasladamos primero a Buenos Aires y luego a Mendoza, donde el PST nos pidió reconstruir la regional devastada por la dictadura”, relata.

Rusconi, de pechera blanca, en una asamblea de su barrio

El secuestro en Mendoza

En febrero de 1978, mientras recaudaban fondos para ayudar a familiares de presos políticos, Rusconi fue secuestrado en pleno centro de Mendoza por agentes de inteligencia. “Me llevaron al D2, un conocido centro de detención y tortura. A Pelusa la capturaron horas después, cuando volvía de trabajar”, narra Pepe.

Ambos estuvieron desaparecidos durante varios días, sometidos a interrogatorios. “Gracias a los reclamos de nuestros familiares fuimos trasladados a la penitenciaría de Mendoza. Yo fui alojado en el pabellón de presos políticos y Pelusa en el sector de presas políticas”, detalla.

Una cárcel bajo el Mundial

Rusconi recuerda que en el pabellón donde estuvo encarcelado convivía con compañeros de diferentes organizaciones políticas: Juventud Peronista, Partido Comunista, Peronismo de Base y Partido Comunista Revolucionario, entre otros. “No teníamos acceso a radios, diarios ni televisión, pero logramos que nos permitieran ver los partidos de la selección. El televisor se encendía al inicio del partido, se apagaba en el entretiempo, y volvía a encenderse para el segundo tiempo. Apenas nos dejaban enterarnos de lo que ocurría fuera de esas transmisiones”.

Sin embargo, los recuerdos más vívidos de ese período están vinculados a los nuevos prisioneros que llegaron al pabellón días antes del inicio del campeonato. “Eran empleados de hoteles de Mendoza. No tenían militancia política, pero todos tenían alguna conexión indirecta con la política: uno había hecho teatro popular con sectores de la Juventud Peronista antes del golpe, otro había estado ligado a un partido de izquierda en las elecciones del 73, y otro tenía un hermano en el Partido Comunista. Su único delito era que podían hablar con turistas o periodistas extranjeros sobre lo que realmente ocurría en el país”, explica Rusconi.

El miedo era evidente en los recién llegados. “Recuerdo a uno que no dejaba de llorar. Un viejo compañero del Partido Comunista le gritó que no tenía nada que temer de nosotros, que éramos militantes políticos, no criminales. Eso lo calmó”, narra. Poco a poco, los empleados hoteleros se integraron al grupo, participando incluso en actividades clandestinas como obras de teatro organizadas dentro de los calabozos, fuera de la vista de los carceleros.

La dictadura y su control de la imagen

El Mundial culminó, y los trabajadores de los hoteles fueron liberados. “Por comentarios de sus familiares supimos que solo los interrogaron sobre sus vivencias en el pabellón y volvieron a sus trabajos”, señala. La lógica de la dictadura era clara: evitar que cualquier comentario crítico de estos empleados llegara a los turistas o periodistas extranjeros.

Al cierre del torneo, el penal recibió una visita de Amnistía Internacional. “Comenzaron diciéndome: ‘No me cuente sobre las torturas que recibió, eso ya lo sabemos, cuénteme algo más particular’. Así fue como narré este capítulo de mi vida que quedó marcado para siempre por el Mundial del 78 y la represión”.Pepe Rusconi concluye: “Seguramente siga escribiendo sobre otras cosas antes de que la memoria termine de traicionarme completamente”.

Podes leer el relato completo acá

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