Terminaron las dos audiencias del juicio contra Leonardo Agustín Bermúdez por intento de homicidio agravado por el odio a la identidad de género. ¿Quiénes declararon? ¿Cómo fueron las audiencias? ¿Qué podemos esperar de los alegatos? Desde el mediodía en el TOC 2 de La Plata se van a escuchar los argumentos de las partes y el jurado se irá a deliberar. Tienen que definir si Bermúdez es culpable o no.
El 23 de diciembre de 2015, a Laura Moyano Giarelli la intentaron matar. Ese día había conocido a Leonardo Agustín Bermúdez, el único acusado que llegó al juicio. Lo recibió en su casa, compartieron unos mates, tuvieron sexo y se fue. Horas más tarde, volvió con un amigo.
—Matálo al puto de mierda éste. Que esa trava no se escape.
Durante dos días, en el Tribunal Oral Criminal nº2 de La Plata, un jurado conformado por doce titulares y seis suplentes escucharon declarar a Laura y a lxs testigxs que pudieron dar cuenta de lo que pasó. Van a ser ellxs quienes determinen si el acusado es culpable o no. Además, el Juez Claudio Bernard va a ser quien determine, según la definición del jurado, la pena que le corresponda al imputado en caso de que el jurado lo encuentre culpable.

El inicio. La voz de Laura
La primera audiencia comenzó con más de tres horas de demora: estaba prevista para el mediodía, pero inició pasadas las 15.
El fiscal, Jorge Paolini, expuso su hipótesis del caso, hubo que explicarle al jurado que está conformado por personas que no integran la justicia y que son elegidos por el padrón electoral, qué fue lo que pasó. Dijo que el ataque de Agustín y su amigo a Laura comprometió su vida.
Luego lo hizo la querella, Silvina Perugino, y reforzó la idea de que a Laura la quisieron matar por travesti y que no sólo tuvo efectos físicos directos sino que, diez años después del ataque, siguen las consecuencias. Que si no era una mujer trans, Agustín y el amigo no volvían al departamento, no la atacaban con la saña con la que lo hicieron. Cuando llegó la hora de que expusiera la defensora oficial de Bermúdez, Gladys Lopez, llegó la comida para el jurado y el juez pidió un cuarto intermedio.
–No quiero que coman frío, –dijo Bernard.
–Mi alegato no dura mucho, no más de 10 minutos, –aclaró López. Y le explicó al jurado su hipótesis. Que Agustín no quiso matar a Laura. Que él estaba muy borracho, que había estado tomando toda la tarde y que todo lo hizo su amigo, la persona que no se pudo identificar. “No sabemos qué pasó por la cabeza de este pibe. Lo que sí sabemos es que Agustín no fue quien la atacó. Agustín se encontró en esta situación, se asustó y salió corriendo”, dijo. Y agregó: “No vamos a discutir que Laura resultó con múltiples heridas y que tuvo que pasar varios días internada. Eso no va a ser motivo de discusión. Hay que separar la paja del trigo. Tampoco vamos a discutir sobre la comunidad a la que pertenece”, dijo.
Después del cuarto intermedio de cuarenta minutos para comer, declaró Laura.
“No vi nada que me diera desconfianza”
Laura declaró por casi dos horas. Contó que fue secretaria, recepcionista en un gimnasio y maquilladora. Que muchas veces cuando iba a las entrevistas laborales no la querían tomar porque el nombre del DNI no era el mismo que con el que se presentaba. Que desde que empezó a trabajar en Las Mirabal, donde daba clases de automaquillaje a víctimas de violencia de género, entendió que lo que hacía podía tener un rol social. Que le gustaba juntarse con sus compañeras del trabajo y asesorar sobre perfumería y estética.
“Mi familia siempre me acompañó en lo que podía. Para nosotras todo es un proceso y que lleva tiempo, no solo desde lo jurídico, sino también en las relaciones interfamiliares, interpersonales, los vínculos con la sociedad. Para ingresar a muchos espacios es muy difícil porque hay sentidos construidos, especialmente, colectivamente sobre nosotras”.
Y después, contó, con lujos de detalles, lo que pasó ese día. Que esa tarde Agustín la ayudó a cargar unas bolsas, a entrar al edificio y subirlas hasta el monoambiente. Que se tomaron unos mates. Se gustaron. Tuvieron sexo. Y que Agustín se fue. Eran cerca de las tres de la tarde. Que a eso de las 22, cuando Laura había llamado a un remis para ir a cenar a lo de sus padres y quedarse allí a pasar las fiestas, sonó el timbre del departamento. Era él de nuevo. A ella le llamó la atención que se acordara del timbre; no se lo había dicho. También se sorprendió que no le hubiese mandado un mensaje; antes de irse él había anotado su celular en un nokia gris. Pero como nada en él le había generado desconfianza, bajó a la puerta del edificio. Agustín estaba con un amigo. Se habían intercambiado la ropa, el amigo tenía puestas las zapatillas que él había usado a la tarde. Le dijeron que venían de Plaza Moreno, que habían estado jugando a la pelota.
“Subimos al departamento. Pasé yo, pasan ellos. Agustín se sentó en la cama. El amigo se quedó parado, del otro lado”, dijo. “Miro la rodilla de Agustín, le pregunto si se había lastimado y me dijo que se había caído. Entonces me acerco para agarrar una crema para raspaduras y me pone la cara cerca. Yo pensé que me iba a dar un beso. Es ahí cuando siento un golpe en la cabeza. Sé que era un termo. Yo había estado tomando a la tarde y había quedado un termo casi vacío, un termo rojo. Fue acá, en la cabeza. Giré, estaba aturdida pero escuchaba. Siento una puntada en el pulmón, me punzó fuerte; sentí el dolor muy profundo”, agregó.
–Cuando giré lo vi a él.
–Cuando decís a él, ¿a quién te referís? –pregunta el fiscal.
–A Agustín
“Los dos me pegaron patadas, todo el tiempo. Y después empecé a sentir puntazos en la frente que son las cicatrices que tengo acá, me abrieron mi cuello hasta esta parte de acá. Me cortaron la boca. Tenía una fractura en el hueso orbital, en los senos nasales, tenía una fisura en esta parte de acá en el mentón. Era pequeña, pero cuando mordía, por ejemplo, para comer, me empezaban a doler todo el maxilar. El golpe que me dieron en el ojo, me cortó la pupila, eso fue lo que descubrieron los médicos y me dijeron que esto era una midriasis paralítica que no podían reconectar. Cada vez que yo tuviera que mirar a la luz me iba a encandilar. En el glúteo izquierdo me dejaron el músculo tan hundido y tan debilitado que no podía caminar”, agregó Laura.
–¿Recuperaste el olfato o el gusto?, –preguntó el fiscal.
–Si me dan vitaminas tengo un 40% del olfato. Si no, no.
Perdí cinco piezas dentales y el canino lo tuve incrustado hasta el paladar de un golpe. La doctora descubrió que perdía líquido cefaloraquídeo por la nariz. De una fisura puede salir el líquido que contiene el cerebro. Me dijeron que tenían que operarme.
–¿Y eso sucedió? –preguntó Paolini
–Sí, en 2021.
“Siempre sueño con los golpes, los revivo. Es difícil a veces ir a trabajar, tener que ir a trabajar, tener que maquillar y pensar ‘yo antes veía bien’. Me afectó muchísimo en el trabajo. A veces no podía dormir. Por sugerencia de mi psicóloga duermo con mi perro en la cama, porque no podía dormir con las luces apagadas. Me costaba un montón”, dijo.
Cuando llegó el turno de las preguntas de la defensa, Gladys López, quien está a cargo de la defensa del imputado, además de un interrogatorio muy incisivo y buscando que Laura se confunda, le pareció pertinente preguntar:
–¿Recuerda si usó preservativo cuando mantuvo relaciones sexuales con Agustín? Porque en una declaración usted dijo que no.
–No recuerdo, me vinieron a tomar declaración cuando estaba internada en el hospital, –dijo ella.
Los policías
Los dos oficiales que declararon fueron quienes intervinieron en el caso. El primero, Carlos Almada, fue quien vio a Agustín correr en 9 y 51 “exageradamente bañado en sangre”. Estaba haciendo horas core de la Comisaría 1º en la estación de servicio. Cuando vio a Agustín, le preguntó qué le había pasado. Él le dijo que le habían querido robar en 10 y 32 y que se había defendido. Entonces, lo llevó a la Comisaría.
Allí lo recibió la oficial de servicio Gabriela López. Dijo que a las 23:30 llegó una persona con el torso desnudo, en bermudas y zapatillas. “Un chico joven; estaba totalmente lleno de sangre, rostro, pecho, espalda, piernas y miembros superiores. Él no estaba herido. Le pregunté si necesitaba una ambulancia, pero me dijo que no, que no tenía ninguna herida sangrante”, dijo López. La oficial llamó a la radio. Consultó si tenían registro de si había pasado algo en la zona “por la cantidad de sangre”.
“Dos minutos después me avisan que saltó una denuncia. Nos transmiten que vayamos a un lugar que pasó algo. Que había una femenina herida. Como oficial de servicio tengo que bajar al lugar del hecho”, agregó. López fue también la persona que llegó al edificio de 11 y 46, donde estaba Laura.
“En la vereda ya había sangre. Desde la vereda hasta la segunda torre había sangre. En el hall había sangre. En el ascensor había sangre en el botón. Trato de subir al departamento por la escalera, pero cuando subo había sangre en la baranda y los escalones. En el departamento había una persona tirada en el suelo. Había muchísima sangre. Por la cantidad de sangre que había, pensé que no iba a sobrevivir y pedí que manden urgentemente a la ambulancia”, dijo López y agregó: “Ella se desmayaba, iba y venía en sí. Estaba tirada en el piso, con la cara desfigurada. No queríamos tocarla porque tenía heridas por todo el cuerpo. Pido que se acerque una vecina, que salga de testigo. Quería preservar el testimonio en caso de que no sobreviviera; tenía miedo de que no pudiera volver a declarar. Logró decirme que la persona que la atacó se llamaba Agustín. Y la persona que yo tenía sentada en la guardia de la Comisaría también, y estaba lleno de sangre. Por eso, pido su aprehensión”.
La ambulancia tardó “entre 15 y 30 minutos” y tuvieron que bajar a Laura en una silla de ruedas porque la camilla no entraba en el ascensor. De ahí, la derivaron al hospital San Martín.
–¿Cuando hablaste con él, lo viste bajo los efectos de las drogas o alcohol? –preguntó Perugino.
–Estaba tranquilo. Me pudo narrar tranquilamente lo que para él había pasado, –dijo López.

Las pericias médicas
Andrea Sánchez trabaja en la Asesoría Pericial de La Plata. Si bien no revisó a Laura, tuvo que determinar si todos los golpes, puntadas, fracturas y edemas hacían que corriera riesgo de vida o no, a partir de la lectura del expediente. Y dijo que no.
–¿Qué lesiones presentaba Laura?
–Entró al hospital con politraumas: traumatismo encefalocraneano y 25 puntos de sutura; cortes producidos por terceros con elementos contuso penetrante, uno en el hemitórax izquierdo que produjo un neumotórax en un pulmón; hematomas, fractura de una costilla, un edema, múltiples fracturas del macizo frontal, corte con filo o punta que separa cada labio en dos coletas, cortes bajo el abdomen y pérdida de piezas dentales.
“Cuando uno habla de riesgo de vida está hablando del peligro de perder la vida. Tiene que haber un hecho concreto y real, un daño y una comprobación diagnóstica. Hay que tener en cuenta los órganos vitales: el corazón, el pulmón, los vasos y el sistema nervioso central. De acuerdo a todo esto no hubo riesgo de vida. Después lo que pudo haber sido es otra cosa. Medicalmente no”, dijo Sánchez.
Guillermo Mauro fue, junto con el residente que estaba con él esa noche, quienes atendieron a Laura cuando entró a emergencias del policlínico.
–¿Recordás haber atendido a una chica trans en la guardia con esta cantidad de golpes?
–Sí. Puedo confundirme con otros casos, siempre llegan chicas trans golpeadas así al Hospital, –dijo Mauro.
Tenía heridas contusocortantes. Por terceros. En cabeza y cuello heridas cortantes múltiples. Las heridas eran profundas y se veía el hueso del cráneo. Tenía hematomas en los dos párpados. Había perdido dientes. Heridas contusocortantes en el labio y la cara y contenido de sangre en el seno maxilar, un puntazo en un pulmón, que requirió un neumotórax, entre otras.
–¿El pulmón es un órgano vital? –preguntó Perugino.
–Sí, claro, –dijo el médico.
Priscila Dreuss es médica cirujana, legista, perito. Dijo que las lesiones que tenía Laura pusieron en riesgo su vida: fueron hechas “con la intención de lesionar”. Además, dijo que un neumotorax, que todo el tiempo tiene que ser drenado, no sólo pone en riesgo la vida, sino que esa persona se puede morir. “Si no la hubieran auxiliado, esa persona se podría haber muerto. Es potencialmente mortal. No sabemos qué hubiese pasado si la encontrábamos tres horas más tarde, no sabemos si hoy estaba viva”.
“Calificamos las heridas como graves porque esta señora tenía un corte en los dos labios, que, por más que los suturaron, eso es una deformidad permanente en el rostro, a menos que medie una cirugía estética mucho tiempo después, eso es una deformidad de por vida.
Lesiones generadas con mucha violencia sobre el cuerpo de una persona”, agregó.
Dreuss también examinó a Bermúdez: “lo vi vigil, ubicado en tiempo y espacio, con aliento etílico. La intoxicación por alcohol tiene cuatro grados: desde el más leve, como es el caso de Agustín, al más grave que es el estado comatoso. Él tenía un gramo, tenía un primer grado”, dijo.

El odio a la identidad de género: el contexto
¿Por qué atacaron así a Laura? Esa es la pregunta que este juicio está queriendo responder. ¿Por qué se hace tanto hincapié en los golpes? Porque lo que está en juego es el odio a la identidad de género.
“El género masculino tiene una relación de poder sobre otros géneros. Cuando irrumpe en la calle o la vida social alguien que no se amolda tan fácilmente a poder identificarse como varón o como mujer, hay un intento de castigar o corregir eso que aparece como no normal. ¿Qué es eso que nos interpela y que no puedo identificar muy bien cómo es y cómo se comporta?”, le preguntó al jurado Laurana Malacalza, Subsecretaria de Políticas contra las Violencias del Ministerio de Mujeres y Diversidad de la provincia y que, en 2015, era la Coordinadora del Observatorio contra la Violencia de Género de la Defensoría del Pueblo de Buenos Aires.
“Muchas veces vinculamos la sexualidad al amor, a lo erótico, pero es una herramienta de poder. Eso se puede ver claramente en una violación. Muchas veces las relaciones que son consentidas pueden dejar de serlo, no son consentidas siempre. Subyace una relación de poder con una intención de corregir lo que está desviado. La sexualidad forma parte de esa relación de poder. Y la violencia ejercida sobre determinadas partes del cuerpo, como contra las mamas, contra las nalgas, partes del cuerpo que se asocian a esa sexualidad, son objeto de ese castigo”, agregó.
“En el año 2015 no existía ningún femicidio, ni travesticidios, ni lesbicidios en la Provincia de Buenos Aires. Y no es que no existieran, porque en ese año fue brutalmente asesinada Diana Sacayán, una referente travesti, sino que no se registraban de esa manera. Hacía poco tiempo que se venía implementando la Ley de identidad de género. Había mucha menos tolerancia a las personas LGTBIQ+, a las lesbianas, gays y travestis y trans. Muchas veces eran tomadas en broma o con mucha violencia en las plazas, calles y con las fuerzas de seguridad. No es que ahora no pase, pero hace diez años era mucho peor”, agregó Malacalza para darle contexto y también contó que el OVG hizo “una recopilación de casos y denuncias muy violentas, crueles y letales y, junto con otros organismos de control y de DDHH, hicieron una presentación ante Naciones Unidas que daba cuenta de esas situaciones de violencia. En ese informe presentamos el caso de Laura y otros casos. Y Naciones Unidas le hizo una serie de reocmendaicones al gobierno argentino para tomar medidas para que termine la discriminación y la violencia. En 2016, en la visita del relator de Naciones Unidas a nuestro país, se le volvieron a hacer estas observaciones”.

La calle
Afuera de los tribunales, las organizaciones, familiares y amigxs. Estuvo la Asamblea Antifascista LGTTBIQ+ de La Plata, integrantes de Cosmiko Fines, OTRANS; Marta Ramallo, la madre de Johana Ramallo; Rosa Schoenfeld de Bru; Norma, la mamá de Tehuel de la Torre, activistas y amigxs que se acercaron en apoyo a su causa.
Mañana, desde el mediodía es el turno de los alegatos de la fiscalía, la querella y la abogada defensora. Después, el jurado deliberará. Tienen que ponerse de acuerdo y ser unánimes. Si Agustín quiso o no quiso matar a Laura. En base a lo que diga el jurado, Claudio Bernard determinará la pena y se leerá el veredicto.
Todas las audiencias son en el fuero penal de La Plata, en el TOC 2, en 8 entre 56 y 57. Si querés presenciar las audiencias tenés que llegar temprano y llevar el DNI.
Traficante de stikers. Julia no se acuerda cuando decidió convertirse en periodista, pero a los 11 años escribió un cuento: un fideo de barrio armaba una revolución en la alacena para no morir en la olla. Ella cree que ahí empezó todo, y puede que tenga razón. Nació en Bahía Blanca, una ciudad donde hay demasiado viento, Fuerzas Armadas y un diario impune.
En 2012 recibió un llamado: al día siguiente se fue a Paraguay a cubrir el golpe de Estado a Fernando Lugo. Volvió dos meses después, hincha de Cerro Porteño y hablando en guaraní. Trabajó en varios medios de La Plata y Buenos Aires cubriendo géneros, justicia y derechos humanos. Es docente de Herramientas digitales en ETER y dio clases en la UNLP y en la UNLZ.
Tiene una app para todo, es fundamentalista del excel e intenta entender de qué va el periodismo en esta era transmedia.