Las pibas de la cultura, de Rocío Lombardo, aborda la relación de cinco mujeres con esta rama del hip-hop y su pelea por ganarse un lugar en una escena históricamente dominada por hombres. Pulso Noticias habló con la realizadora del corto que está en su etapa final de postproducción
Por Lautaro Castro
Letras gigantes o pequeñas; colores vivos o sobrios; personajes conocidos o extraños, rostros, objetos, frases, conceptos, figuras… son infinitas y variadas las ideas que unx grafitterx puede plasmar con sus manos, pero todas ellas nacerán bajo la misma música: ese inconfundible “sssssssss” que toma impulso con solo poner el dedo en la boquilla de la lata y se extiende lento pero sin pausa, mientras la pared ,que hace apenas segundos era pura blancura, poco a poco adquiere una nueva fisonomía.
“Me sorprende todo lo que se puede crear con una lata de aerosol. ¿Quién será la persona detrás de esa firma? ¿Cuántas de esas pintadas fueron hechas por mujeres? ¿Dónde están? ¿Quiénes son?”, se pregunta Rocío Lombardo mientras camina por las calles platenses y se detiene a contemplar cada pincelada presente sobre una pared.
Es el comienzo de Las pibas de la cultura, el documental que Rocío dirige, y de alguna manera marca el pulso de lo que vendrá: una producción cuyas protagonistas son cinco chicas graffiteras de la ciudad, pero en la que la realizadora es partícipe en todo momento. Allí está ella, acompañandolas en cada recorrida, en cada charla, en cada stencil, disfrutando del proceso como una más.
La idea de encarar este trabajo nació en el marco del proyecto anual de Realización 4, una de las últimas materias de la carrera de Artes Audiovisuales, que la joven estudia desde 2018 en la Facultad de Artes de la UNLP. Ella, a su vez, ya venía incursionando desde hacía un tiempo en la escena hip-hop, con algunas colaboraciones fotográficas y/o de video para freestylers, raperxs y bailarinxs. Con esa experiencia previa como base, el tema a desarrollar se dio naturalmente.
“Quería darle voz a las pibas que hacen a la cultura. Me di cuenta de que no había producciones hechas y protagonizadas por mujeres en el género hip-hop. Y como en la facu nos daban total libertad, me pareció que el tema encajaba perfecto. Le conté la idea a mi grupo, les gustó y ellos me apoyaron en que sea la directora, algo que no había hecho nunca, porque suelo estar en producción. Poco a poco fuimos transformando un proyecto curricular en algo autogestivo y bastante más grande de lo que esperábamos”, dice Lombardo, de 22 años, a Pulso Noticias.
En los 15 minutos que dura el corto, Lula Limón, Derby, Roci, Afronella y Nigraa cuentan cómo nació su pasión por el graffiti, qué complicaciones enfrentan a diario como mujeres dentro de una actividad predominante masculina y de qué manera sostienen su tarea artística individual sin prescindir del apoyo colectivo. De todas formas, el documental no se queda en lo puramente testimonial: también vemos su presencia activa en las calles, espacios de comunión genuina y momentos de distensión.
—¿Cómo se dio ese vínculo tan cercano con las pibas?
—A algunas las conocía de haber visto sus grafitis y de que me gustaran. Pero hablé por primera vez cuando les mandé un mensaje por Instagram y ellas aceptaron participar. Lo que tiene el graffiti es algo de anonimato pero a la vez no. Porque una por ahí puede conocer la firma del grafiterx y no a la persona. Al principio, a algunas les gustó esto de dar la cara, pero a otras les parecía algo raro. Entonces trabajamos para que pudieran abrirse un poco. Me encontré con pibas increíbles y la verdad que con ellas aprendí un montón acerca del mundo del graffiti.
—De acuerdo a lo que pudieron contarte, ¿qué lugar ocupan las chicas que se dedican a esta rama artística en la ciudad? ¿Son una minoría muy marginal o es un fenómeno que está creciendo?
—Sigue habiendo mucha supremacía masculina, pero se están sumando muchas mujeres y ellas lo toman muy bien. El graffiti de mujeres es muy abierto a recibir a muchas más. Es cuestión de acercarse a un grupo, empezar a dibujar y ver qué pasa. Y sobre todo, dejarte enseñar, porque una no llega siendo la reina de nada. Es toda una técnica. En mi caso, me animé a hacer un stencil. El grafiti es una actividad muy compañera, divertida, aunque también muy ilegal del tipo “vamos juntas, pintamos uno y salimos corriendo”. La idea es estar siempre en grupo.
La intervención del espacio público es una acción que muchos sectores de la sociedad apoyan, pero que otros miran de reojo y hasta repudian. En ese sentido, los problemas con la policía o algunos vecinos son moneda corriente, e incluso pueden producirse cuando todo parece estar “en regla”. Rocío da un ejemplo: “Lula Limón pintó la fachada de lo que hoy es Casa Otilia, en 4 y 53, una casona que era blanca impoluta. El permiso estaba. La gente de Otilia pagó y compró la propiedad, todo legal. Resulta que a Lula la escracharon en las redes porque estaba haciendo sus graffitis en un lugar que supuestamente era ‘histórico’. Decían que lo estaba arruinando y no sé qué otras cosas más. Por ahí transformas tu actividad en lo más legal posible, pero tenes problemas igual”.
Una de los grandes logros de Las pibas de la cultura es que pudo autogestionarse gracias a los aportes que mucha gente hizo vía Cafecito, la app a través de la cual es posible financiar voluntariamente emprendimientos de toda índole. Así, se fueron cubriendo muchos de los gastos de rodaje, como latas de aerosol, transporte y alquiler de equipos. Sin embargo, la aventura no termina: aún resta realizar la corrección final de sonido y planificar la distribución en festivales y salas. Por ello, quien quiera colaborar con el proceso final del documental puede hacerlo ingresando a este enlace. Según estiman Rocío y su equipo, a mediados de marzo estará listo para ser difundido.
A juzgar por las palabras de la realizadora, este es tan solo el inicio de un camino mucho más largo, que promete nuevos capítulos. O al menos ese es el anhelo: “Si al docu le va bien y logramos reunir algo más de dinero, tenemos ganas de abarcar las otras ramas del hip-hop. Ahora hicimos solo el graffiti porque es un corto y se complicaba incluir también al break dance, el rap y la producción musical en menos de 20 minutos. Pero esa es la idea, seguir el mismo formato e ir conociendo nuevas artistas”.
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