Por Lorena Mansilla*
El 64 % de lxs 32 millones de latinxs aptos para votar en Estados Unidos fueron a participar en las elecciones presidenciales de este año. Comparándolo con el 2016, hubo 8 millones de latinxs más que fueron a votar. Aunque haya un voto cautivo conservador y republicano de algunos sectores de la sociedad latina, la gran mayoría votó para que Donald Trump no tenga un segundo mandato.
La participación en estas elecciones fue histórica ya que aproximadamente 160 millones de ciudadanxs estadounidenses votaron teniendo un gran protagonismo en sufragar las personas de color y particularmente lxs latinxs. Esto se refleja en Estados claves como Nevada, Arizona y Pensilvania, donde el voto latino ayudó a que Joe Biden pueda ganar en esos lugares, donde hay una gran población latina.
¿Porqué muchxs latinxs salieron a votar en contra de Trump?
Hay muchas razones para que lxs latinxs hayan ido a votar en contra de Donald Trump. Por ejemplo, el Covid 19 está recorriendo el mundo y Estados Unidos, de la mano del gobierno del partido republicano, tiene los números más altos de contagios y muertes. La economía fue afectada debido a la pandemia y alrededor de 40 millones de personas han pedido el fondo de desempleo en el primer pico de casos, sin contar toda la población que no podía acceder a estos beneficios por ser migrante sin papeles. Gran parte de lxs trabajadorxs esenciales son latinxs y su exposición al coronavirus fue inevitable.
Como dato, en julio de este año BBC Mundo publicó que en California lxs latinxs constituyen el 38,9% de la población total, pero más del 42% de muertes por Covid-19 corresponde a este grupo, siendo el más afectado de todxs. Es más, en la categoría de muertes entre las edades de 35-49 años, lxs latinxs constituyen el 76,9% de fallecimientos pero representan el 41,5% de la población total en este rango de edades. Por otro lado, en la otra ciudad grande pero de la costa Este, New York, para el domingo 5 de julio, el 34% del total de personas fallecidas en esa ciudad eran latinos o hispanos, mientras que el 28% eran negros, el 27% blancos, el 7% asiáticos y 4% el resto, de acuerdo a cifras oficiales.
Otro punto fuerte para que lxs latinxs no quieran a Trump en el poder es el nivel de demonización y humillación en el discurso racista hacia esta comunidad. Ya en la campaña presidencial del 2016 del partido republicano comenzó a decir sobre la construcción del muro que limita Estado Unidos con México para evitar que “ladrones y vendedores de drogas” lleguen al país. Discursos como que los salvadoreñxs son pandillerxs y vendedores de heroína o que lxs mexicanxs son ladrones y narcotraficantes era, en algunos sectores, moneda corriente.
Sin embargo, las personas que vienen de latinoamérica a migrar a EEUU la gran mayoría vienen a trabajar e incluso pagan impuestos federales. Alrededor de 4,3 millones de migrantes sin papeles y sin número de Seguro Social declaran impuestos utilizando lo que se conoce como número de identificación de contribuyente. Lo pagan porque creen que es lo correcto y tienen la esperanza de que ese aporte monetario al país le da la posibilidad de obtener una residencia permanente. Es decir, el gobierno acepta su dinero de manera oficial, pero no le da ningún bienestar. De hecho, cuando este año se había distribuido un paquete de $2,2 billones de ayuda financiera por la pandemia a los migrantes sin estatus legal que pagan impuestos e incluso tienen hijxs estadounidenses, no les llegó nada.
Una de las promesas de campaña del partido demócrata en cuanto a políticas migratorias es que las personas que se beneficien del TPS, puedan acceder a un camino hacia la residencia permanente en Estados Unidos y luego, a la ciudadanía. El TPS es un Estatus de Protección Temporal (TPS, por sus siglas en inglés) que se les brinda a personas de un país con condiciones duraderas que impiden que la persona regrese de manera segura, como un desastre natural o un conflicto armado. Entre estos países están Haití, Honduras, El Salvador y Nicaragua. Activistas beneficiarios del TPS, toman la propuesta electoral de Biden, pero también recuerdan que Obama había dicho lo mismo en campaña y durante sus dos presidencias no hizo nada al respecto.
Por otro lado, lxs beneficiarixs de la Acción Diferida para los Llegados en la Infancia, DACA, por sus siglas en inglés, tienen sus razones para pelear contra las políticas de Trump, ya que en 2020 el gobierno redujo a un año la extensión de los beneficios del programa. El programa DACA fue puesto en marcha por la Administración del expresidente demócrata Barack Obama en 2012. Está diseñado para proteger temporalmente de la deportación y da permisos para trabajar, matrículas universitarias, licencias de conducir y seguros de salud a jóvenes que llegaron a Estados Unidos de pequeños con sus familias y que no conocen otro país. Sin embargo DACA es una legalidad ambigua y gris y los Dreamers, que así se hacen llamar estos jóvenes, exigen la ciudadanía.
En la era Trump hubo acciones inhumanas para los migrantes sin estatus legal de parte de la policía migratoria, que en inglés se dice Immigration and Customs Enforceme – ICE. Realizaron deportaciones donde han separado a miles de familias, hubo cacería humana en ciudades como Nueva York, más de 500 niñxs separadxs de sus progenitorxs, presos y enjauladxs en centros de detención, e inclusive esterilización a mujeres sin su consentimiento como parte de la política de ICE en estos centros de detención. Todos estos crímenes de lesa humanidad han sido realizados en el “país de la libertad”.
Pero todas estas personas que han sufrido las políticas racistas y de deportación del gobierno de Donald Trump, no pueden votar. Muchos han vivido décadas en la “ilegalidad” trabajando, criando a sus hijxs e invirtiendo en este país con temor a que algún día los deporten. Pero esos hijxs crecen y ya pueden votar. Esxs hijxs tienen padres, madres, hermanxs, tíxs, abuelxs, vecinxs y amigxs que sufren todos estos riesgos, y por ellxs salieron a votar. En todas las grandes urbes hubo campañas para que lxs latinxs se registren para votar al partido demócrata, que era la opción para sacar a Trump del gobierno. Unxs esperanzadxs en que el binomio Biden – Harris cumplan las promesas sobre políticas migratorias, pero otrxs votaron sin simpatía a lxs demócratas, pero pensando que es el mal menor. Esos 8 millones nuevos de votantes latinxs que aparecen en esta elección, hicieron la diferencia.
Latinxs que votan por Trump
Hay comunidades latinas que votan a Trump y al partido republicano desde siempre. Eso se refleja bien claro en estados como Texas y Florida, donde en muchas ciudades hay una gran aglomeración de latinxs. La campaña electoral de Donald Trump y Mike Pence destacaba puntos como el progreso monetario, la libertad religiosa, la identificación como anticomunistas y anti izquierda, políticas anti aborto, y el apoyo incondicional a la policía poniendo hincapié en la “seguridad” a contraposición de la “inseguridad” de los países latinoamericanos.
Todos esos puntos son muy importantes para algunxs latinxs, pero también está el hecho de olvidarse de lxs problemas migratorios que padecen otrxs latinxs (recuerden que estxs latinxs ya pueden votar porque son ciudadanxs) y el querer ser parte y diferenciarse del resto de latinoamérica. Quieren orden, mano dura, bienestar económico, familia y propiedad. Si en los países latinoamericanos hay sectores grandes de derecha, ultra religiosos y conservadores, Estados Unidos no es la excepción.
En el sur de Florida, en Miami, el mismo martes a la noche de las elecciones, en la cobertura de Telemundo Noticias, canal para la comunidad hispano parlante en Estados Unidos, le hacen una nota a un grupo de mujeres que representaban a Latinos Republicanos por Trump, la vocera declaró que “Trump es un hombre del pueblo que quiere el bien común y no es un político corrupto que busca su beneficio. Sabemos que él es el elegido por Dios para sacar a EEUU adelante y acabar con el socialismo en el hemisferio americano. Cuba, Nicaragua y Venezuela la troika maléfica que él dijo que iba a sacar. ¡Creemos en él, Viva Cristo Rey!”.
Esta declaración representa a una gran población exiliada en los Estados Unidos. Cubanos que hace décadas vinieron al país huyendo de la isla, Venezolanos antichavistas y Nicaragüenses que estaban en contra de la revolución y otros que están en contra del gobierno de Daniel Ortega. A estxs latinxs, Estados Unidos les brindó refugio y residencias con la posibilidad de acceder luego a la ciudadanía. Vale recordar que en los 80, el presidente Ronald Reagan, mientras transcurría la guerra fría y se metía en las guerrillas de Centroamérica, dio ciudadanías y residencias permanentes a miles y miles de latinoamericanos.
Por otro lado, en Texas, también ganó Donald Trump con el apoyo de los latinxs. El prestigioso periodista Juan Gonzales, co-conductor del noticiero Democracy Now hizo un interesante análisis sobre Texas: “En el condado de Hidalgo, a lo largo de la frontera, donde hay 90% de población latina, Trump pasó a tener del 27% contra Hillary Clinton al 40% contra Joe Biden. En el condado de Maverick, que es 95% latino, pasó del 20% contra Clinton al 45% contra Biden. Esas son cifras significativas. El Valle (la zona nombrada), sin embargo, ha cambiado rápidamente durante la era Trump. Siempre una zona rural socialmente conservadora, ha experimentado un enorme crecimiento laboral en los últimos años como resultado de la militarización de la frontera que trajo miles de nuevos puestos de trabajo a la zona para los agentes de la Patrulla Fronteriza, para los trabajadores de la construcción privada del muro con México y para centros de detención de inmigrantes. Además, el Valle ha reemplazado al sector de San Diego como el epicentro de los cruces de inmigrantes indocumentados y el fallido sistema de inmigración de los Estados Unidos. Todo eso, sin duda, ayudó a convertir a sus residentes en votantes de Trump”.
Una gran población latinoamericana es religiosa y en un lugar tan hostil como Estados Unidos, con otro idioma y otras costumbres, los espacios religiosos son un gran refugio de contención emocional y espiritual. Y la campaña de Donald Trump lo sabía y apuntó en ese tema promocionando la libre expresión religiosa, afirmar que están en contra del aborto y referirse al partido demócrata como ultras izquierdistas autoritaristas y anti democráticas que no creen en Dios. El video a continuación es parte de la campaña dedicada a la población latina y apunta a analizar el riesgo que corre la corte suprema con Biden comparándolo con el chavismo y lo ideal que es la nueva jueza Amy Coney Barrett por ser católica y madre de siete hijxs. Nótese el look de la presentadora del video con una gran cruz en el pecho, rubia y recatada.
¿Biden cambiará la situación de lxs latinxs?
Lo que tiene a favor el próximo gobierno de los demócratas es que Donald Trump hizo tantos desastres y humillaciones a la comunidad latina, que ya el hecho de que el presidente deje de hablar de manera despectiva hacia ese sector, ya es un gran cambio. Recordemos que el gobierno de Obama, donde Joe Biden fue vice presidente, fue el mayor deportador de las últimas 4 décadas. Ya los beneficiarios del TPS dicen que seguirán exigiendo la ciudadanía que nadie todavía les dio. En el caso de lxs Dreamers con el DACA, con que el nuevo gobierno anule la prórroga de un solo año y que vuelva a tomar solicitudes de beneficios, es mucho más de lo que Trump ofrecía. En la campaña, Biden prometió abrir el camino a la ciudadanía. Veremos qué pasará con esta situación híbrida entre la legalidad e ilegalidad ciudadana.
Con respecto al Covid 19, en teoría Joe Biden dice que será más serio que su antecesor con respecto al cuidado de la población. Por otro lado, habría que observar cómo garantizaría la salud para toda la población, inclusive la de la gente sin papeles, ya que su caballito de batalla en cuanto a las políticas sanitarias, el Obama Care, sólo contempla a la población que es residente permanente o ciudadana. Es decir, el migrante que paga impuestos pero no tiene estatus legal, no tiene acceso a comprar un seguro médico subsidiado en parte por el Estado. Si, la salud seguirá siendo un negocio.
Con respecto al miedo del sector latinx conservador y de derecha de que el partido demócrata traerá el socialismo a Estados Unidos, pueden perder el temor, ya que Joe Biden y Kamala Harris no representan a ninguna izquierda. Este binomio es la elección más conservadora que el partido demócrata pudo haber tenido. Los demócratas apuntan a entrometerse en las políticas y en la economía de otros países con una mirada de mundo global donde ellos son el imperio como de costumbre. Nada de izquierda tiene sus prácticas históricas. De hecho, al pre candidato demócrata Bernie Sanders, lo más a la izquierda dentro de los demócratas, ha sido ninguneado y le han soltado la mano en el 2016 y este año más allá que tenía altas probabilidades de poder ganarle a Donald Trump.
El voto latino no es homogéneo porque las experiencias migratorias son diversas. Los principales intereses de las diferentes comunidades latinas pueden cambiar también por cada una de las situaciones de clase, raza y género que traen lxs migrantes latinxs. No es la misma experiencia la de una persona trans latina refugiada en San Francisco, que la de un campesinx cosechador de frutillas en los campos del valle central de California. No es la misma situación la de una mujer que viene desde latinoamérica a casarse con un estadounidense, donde tiene garantizado un estatus legal desde que pisa el país, que la de una mujer que cruza la frontera pagándole a un coyote donde puede perder las uñas de los dedos de los pies de tanto caminar por el desierto hasta llegar a la ciudad de destino.
No es la misma situación la de una persona que viene con trabajo garantizado, como varios trabajadores de la tecnología en Silicon Valley, que la de otra persona que se pone a conducir Uber o trabaja en la gastronomía. La situación será diferente si la persona migrante es afro latina, descendiente de indígenas latinoamericanos o descendientes de europeos. La venida a Estados Unidos de las personas mexicanas, lxs latinxs de América del Norte es diferente a la de las personas caribeñas, centroamericanas y sudamericanas. No es lo mismo una persona que es latina de cuarta generación a una persona que hace solo unos pocos años que vive en EEUU. Todos son clasificadxs como latinxs, eso sí, pero las experiencias son totalmente diferentes. Es por eso que no se puede poner en la misma bolsa a todxs los latinxs en Estados Unidos, ni tampoco su comportamiento y participación política.
*Periodista. Corresponsal para ANRed y Pulso Noticias desde Estados Unidos
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