Periodista y activista disidente, Ulises Rojas acaba de publicar un libro desde donde grita: ¡Las maricas no somos varones! El fenómeno de la Drag Fiesta, el amor romántico, las violencias y el humor, en esta entrevista con Pulso Noticias
Por Facundo Montiel
Ulises Rojas acaba de presentar su libro, Diario de una marica mala, y ya se prepara para lo que viene: este sábado 24, en la fiesta drag (dirección por las redes sociales de Odiseo Rojo) será la avant premiere del videoclip que filmaron Noche Nacha, Xiomara y él, o ella, o elle. Su alter ego o su versión drag: La Chaco.
En esta entrevista, Ulises repasa la historia reciente de la comunidad LGBT de La Plata, cuenta cómo es la ciudad desde una perspectiva disidente y explica por qué marica no es sinónimo de gay con la frase “la masculinidad es el opio de los putos”. Mezcla de novela y autobiografía, Diario de una marica mala (publicado por Pixel Editora) habla también del fenómeno de la Drag Fiesta, del amor romántico y de las formas de vincularnos. Con ironía y humor, a la yugular de la heteronorma.
¿Por qué decís “las maricas no somos varones”?
En el libro, replanteo la identidad marica como una posibilidad. Dentro del feminismo, las maricas no existimos como una identidad, somos varones, no hay variante. Pero a partir de mi historia personal y las situaciones que atravesamos las activistas de la comunidad LGBT de La Plata, muestro cómo nunca me identifiqué con esa categoría, cómo me fui y nos fuimos escapando de esas imposiciones. Y así como las lesbianas no son mujeres, porque su experiencia difiere, las maricas no somos varones.
¿Cómo es esa “comunidad disidente LGBT” que se construyó en la ciudad?
Surge en rechazo a el lugar convencional del varón homosexual, muchas veces homofóbico, transfóbico, misógino y machista. Yo iba a Juana (histórico boliche gay de la ciudad) y no me sentía emparentado con esos varones. La marica se contrapone a lo gay, porque se corre de ese modelo griego adonis masculino blanco hegemónico que impone el colonialismo. La marica es más latina y femenina. Cuando vine a la ciudad, conocía a un grupo de lesbianas activistas (llamadas Malas como las arañas) y me fui sumando con otras maricas para reivindicarnos como locas afeminadas, en un contexto de varones homosexuales discriminadores. Nosotras decimos que la masculinidad es el opio de los putos, así como la heterosexualidad es el opio de los pueblos.
¿La Plata es campo fértil o territorio hostil para vivir la sexualidad?
La ciudad me abrió las puertas del closet. Yo soy de un pueblo conservador de Formosa, vine acá y me encontré con un mundo de posibilidades. Ahora soy amiga de las travas y las tortas porque nadie te entiende mejor que tu propia comunidad.
De todas formas, desde que asumió la derecha, el odio y los travesticidios fueron en aumento. Cuando hay ataques de violencia y el poder político no se pronuncia, se están posicionando. También cuando aumenta la represión policial y el encarcelamiento a travestis. Tenemos un intendente que sus primeras declaraciones fueron que las chicas trans son personas enfermas (NdE: en 2015, propuso “darles una mano desde lo psicológico, desde lo médico, pero no se me ocurre darle trabajo a un travesti”).
En el libro contas que, estando “montadas” (peluca, vestido, tacos y mucho maquillaje) las han atacado en la calle…
Sí, a Petra Diphusa, amiga drag queen, le abrieron la cara con una piedra antes de una fiesta Drag. Así hubo muchas situaciones, llegando a Pura Vida esquivando piedrazos. O teniendo cuidado a la salida, de no volver caminando por las secuencias violentas de los chongos.
Sin embargo, la Drag Fiesta se transformó en un éxito de la noche. ¿Cómo surgió la idea?
Queríamos un espacio donde podamos ser nosotres, sentirnos cómodes, no sufrir ningún tipo de violencia heterosexual de los machirulos. Y en las fiestas drag no lo permitimos. Nos pasa que un montón de mujeres cis han venido diciendo que sienten libertad, que pueden bailar tranquilas sin que ningún chongo las moleste. Las fiestas están pensadas para la comunidad y ahora revientan de gente. Nosotras estamos en el escenario, en la puerta cobrando entradas, hacemos videos, preparamos performances. Ante tanta exclusión, generamos trabajo para la disidencia sexual y de género.
Diario… está escrito con mucho humor. ¿Luche, ría y baile es la consigna?
La ironía es clave. Diario de una marica mala es una novela testimonial, donde uso el lenguaje coloquial de las maricas de este siglo. Después de leerlo, una amiga me dijo que le hubiese gustado encontrarse con un texto así antes; y a mí me encantaría que una marica que se esté preguntando, encuentre en esto una referencia, una contención, y diga: mi historia existe. Por eso también indago en la forma de vincularnos, en el amor romántico, y digo: no voy a ser políticamente correcto, yo voy a amar como pueda y como quiera.
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