A una semana del comienzo de los incendios la comunidad sigue organizada para combatir el avance constante de los focos. Con la experiencia de lo sucedido años anteriores, brigadistas y vecines dividen tareas y generan estrategias para extinguir el fuego, para conseguir recursos y que la red llegue a cada persona
“La tristeza y el dolor es enorme, no solamente por nuestra casa, sino por la casa de un montón de amigos y de vecinos, y por nuestro lugar, que lo amamos” dice Carolina Frontera, con la voz quebrada por la emoción. “Yo creo que todos los que venimos a vivir acá elegimos este lugar por la belleza que tiene y somos un poco como guardianes de este lugar o queremos serlo en realidad”, expresa esta mujer de 43 años. “La montaña en este momento, mientras yo te mando este audio la estoy mirando, está ardiendo”, dice en audios de Whatsap a Pulso Noticias, apenas a cinco días de perder su casa en uno de los incendios forestales más devastadores que ha azotado la zona.
Carolina es artista, profesora de danzas en investigadora de la cultura afro. Es oriunda de Necochea y ahora, a pesar de que lleva seis años instalada en la patagonia, ya ha vivido los embates del fuego en otras ocasiones. En febrero de 2021, fue brigadista voluntaria, colaborando en la contención de incendios.
El comienzo del incendio: la desesperación personal
El fuego comenzó en la zona de inicio de la conocida caminata turística, en el sendero que lleva a los refugios hacia el Río Azul y el Cajón del Azul. El foco empezó en uno de los miradores, descendió por la ladera y cruzó el río. El fuego se dispersó por todo Mallín Ahogado, recorriendo una franja de unos 2 kilómetros, avanzando en diversas direcciones.
Carolina estaba paseando con una amiga bonaerense por el río Blanco, a unos tres kilómetros de la zona de Confluencia, cuando vio una nube blanca en el horizonte. No parecía humo, pero algo le decía que algo grave estaba sucediendo. De inmediato, comenzaron a regresar, en lo que se convirtió en una caminata interminable. “Estábamos como a dos horas de la salida, y fue muy desesperante, el cuerpo ya estaba en modo adrenalina”.
Lograron llegar cerca de su zona, ya haciendo realidad los malos presentimientos que la arrastraban desde hacía unos días, cuando el fuego invandió Epuyen. Con el Handy ya sin batería y sin poder comunicarse con su compañero, Carolina pasó esos dos días con vecinos, sin dormir y apenas comiendo algo que le alcanzaban. Sabía que el fuego acechaba.
Sentada en su camioneta, esa noche le llegó la información de que su pareja estaba fuera de peligro, en el pueblo. Allí, con otra tranquilidad pero ahora con la idea de poder llegar a su casa, empezó a bajar. “Cuando llegue a la zona de Wharton, en el inicio del sendero al Cajón, un foco de fuego me impidió seguir adelante”. Pasó la noche alerta, en espera de poder seguir viaje y ver qué había pasado con sus animales, su lugar, la casa que pacientemente venían construyendo. A las 6 am fue que pudo llegar para observar la peor imagen: todo quemado por completo.
Las consecuencias materiales y la impotencia
En los días posteriores, la magnitud de la tragedia comenzó a manifestarse. Hasta el miércoles, se estimaba que alrededor de 200 casas habían sido destruidas y que más de 3.000 hectáreas de tierra se habían quemado. Pero lo peor era la sensación de impotencia. “No podía hacer nada. El fuego seguía desplazándose, sin control. Lo único que podía hacer era ver desde lo alto cómo se iba propagando”, explica Carolina, mientras describe a este redactor la extensión del desastre.
Además de la destrucción de casas, la preocupación constante eran los puntos calientes que quedaban tras el paso del fuego. Carolina explica que, a pesar de que las llamas se apaguen, siempre quedan cenizas y raíces calientes que pueden reavivar un foco en cualquier momento. “El viento es el peor enemigo, porque aviva cualquier foco. Y, a veces, el viento cambia de dirección tan rápido que es muy difícil predecir hacia dónde se va el fuego”.
El daño de un árbol que no es nativo y la falta de planificación
Para Carolina y para tantas personas locales que han hablado estos días en los medios, uno de los grandes problemas en esta zona cordillerana son los pinares. Estos pinos, ajenos a la vegetación nativa, son altamente inflamables y, además, son colonizadores: invaden el terreno, avanzan sobre lo nativo y crean grandes bosques de pinos que, al ser muy secos y resinosos, propagan el fuego rápidamente. Además, sus piñas son como granadas, pueden volar encendidas a largas distancias. La falta de control y raleo de estos pinares es un tema urgente, pero sigue sin abordarse adecuadamente.
Además Carolina opina que, aunque los incendios ocurren principalmente en verano, el verdadero trabajo debería empezar en las otras estaciones, con planificación, concientización, educación y legislación. “El fuego llega con urgencia, pero las medidas preventivas y de largo plazo siguen sin ser consideradas”.
Lecciones aprendidas: el rol fundamental de los brigadistas y de la comunidad
A pesar del dolor y la pérdida, Carolina comparte una de las lecciones más valiosas que aprendió durante su tiempo como brigadista. Por un lado explica que lo más importante es hacer cortafuegos. “Es crucial generar franjas libres de material combustible, que impidan que el fuego siga avanzando”, señalando que esta técnica es vital para frenar la propagación del fuego. Otra tarea esencial es la guardia de cenizas, que consiste en asegurarse de que no se reaviven focos. “Las raíces pueden quedarse calientes mucho tiempo bajo tierra, y cualquier cambio de viento puede hacer que un foco se encienda nuevamente”.
Para Carolina, el trabajo de los brigadistas, sobre todo los autoconvocados, es clave. Aunque la falta de recursos y personal es un problema importante, ella resalta el espíritu solidario que caracteriza a la comunidad. “Hay brigadas autogestivas que, con mucho esfuerzo, consiguen material, se entrenan y salen a combatir el fuego. Son cientos de personas luchando por salvar el bosque, las casas, la vida de todos. Y eso es lo que nos mantiene de pie: el apoyo y la solidaridad de la gente”.
Es que en medio de la tragedia, la comunidad ha mostrado una capacidad de respuesta ejemplar. Las brigadas no solo luchan contra el fuego, sino que los vecinos se organizan para comunicar y para proporcionar alimentos, ropa y materiales para aquellos que han perdido todo. Carolina, quien perdió su casa, no ha quedado sola. “Es una red de apoyo tan grande que no puedo dejar de agradecer. Te falta un par de zapatillas y aparecen. Te falta comida, y aparece. En todo momento, la comunidad está ahí para sostenerte”, dice con gratitud. La situación es difícil, pero Carolina destaca la fortaleza colectiva. Sin embargo, también señala a aquellos que están más alejados de los centros urbanos, los que no tienen acceso a redes sociales ni medios de comunicación, como una población vulnerable que necesita más ayuda.
También mencionó el trabajo que están realizando los bomberos y el SPLIF (Servicio de Prevención y Lucha contra Incendios Forestales), aunque “no hay muchos recursos, o sea, nos faltan aviones hidrantes, falta de materiales, falta de todo”.
El futuro del bosque y de la comunidad
A pesar del sufrimiento, Carolina mantiene la esperanza. Sabe que la reconstrucción de su casa llevará tiempo, pero lo que más la preocupa es el futuro del bosque, que tarda siglos en recuperarse. “El bosque es el alma de este lugar, y perderlo es perder una parte de nuestra identidad”, dice, mientras observa cómo la montaña sigue ardiendo.
“Es un lugar hermoso, lleno de bosques milenarios, pero está siendo devastado. Las lengas, los árboles centenarios, están ardiendo. Nunca más los volveré a ver de la misma manera”, afirma, con el corazón roto.
Aunque el fuego no ha terminado, Carolina y su comunidad siguen adelante, con el corazón roto pero con las manos dispuestas a trabajar por el futuro. A pesar del dolor, la solidaridad y el apoyo mutuo son más fuertes que las llamas que arrasan con todo.
Los lugares para acercar ayuda o donar dinero
Donaciones – Cuentas verificadas
Familias de la Pakarina
Se quemó la Pakarina y sus casas.
Alias
abrazo.mallin
A nombre de Cloe Pistorio
Huerta Amarantus
Buscan comprar una manga de 1 3/4
Alias
lomo.fuerte.pera
A nombre de Ivan Belay Santo
Asociación Argentina de Guías de Montaña
Reciben donaciones hasta martes 4 de febrero
Para comprar motobombas , insumos para terreno
Banco Macro
Alias
aagm.guias.argentina
[email protected]
Brigada Forestal de Mallín
Se consumió su base, necesitan urgente recuperar equipamiento para lxs brigadistas
Alias
flanco.foco.fuego
A nombre de Natalia Belén Dobranski
Centro Cultural Eduardo Galeano
Alias
incendiomallin25.mp
Comunidad Candombera Comarca Andina
(Herramientas, insumos para combatir fuego)
Alias
soymilugar3011
Lucia Loydi
+5492944249046
Mercado Comunitario Paraje Entre Ríos
Maria Luz Amarfil
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