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viernes 19-04-2024

Las editoriales independientes de la ciudad, en constante reinvención

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Venían golpeadas por las constantes crisis del sector y ahora la cuarentena las colocó ante un nuevo desafío de subsistencia. Qué estrategias diseñaron para mantenerse a flote y por qué las y los lectores son fundamentales en ese proceso

Por Lautaro Castro

La cuarentena obligatoria representó para mucha gente la posibilidad de reencontrarse con la lectura, de aprovechar más momentos libres en casa para leer esa novela pendiente o buscar algún material que se amolde a nuestros gustos e intereses literarios. En ese contexto, las editoriales independientes debieron reconfigurarse y apelar a nuevas estrategias para mantener el vínculo con las y los lectores.

En primera medida, como ocurre con muchos otros rubros, la virtualidad se transformó en una herramienta esencial: “En este escenario, lo que cambia es el ritual de la salida de los libros, de las presentaciones, las lecturas, las ferias, todos espacios que son fundamentales para las editoriales pequeñas. Estamos trabajando en cómo reinventarnos, pensando contenidos para las redes sociales, siendo conscientes de que es imposible transmutar una lectura presencial a un vivo de Instagram”, señala a Pulso Noticias Verónica Luna, editora de la platense EME Editorial.

En esa búsqueda, admite Verónica, lo más difícil es encontrar un contenido realmente original, a sabiendas de que el encierro nos lleva a estar cada vez más conectados y la circulación de imágenes y archivos multimedia creció exponencialmente en el último tiempo. Desde EME, por caso, el inminente lanzamiento de Madriguera, una colección de críticas y ensayos sobre arte y literatura, es una buena ocasión para dar el primer paso: “En nuestro feed de Instagram, a partir de construir imágenes con retazos de papel, estamos trabajando no solo la visualidad del libro, sino también de la comunicación de esta colección. Pensar algo interesante y que, al mismo tiempo, no sature al usuario, lleva mucha cabeza y horas de laburo”.

Leonel Arance, integrante de Malisia, colectivo editorial que incluye a distintos proyectos independientes de la región y además tiene su propia librería, menciona como un aspecto positivo de esta cuarentena el hecho de que a las editoriales pequeñas de la ciudad, acostumbradas a las reiteradas crisis del sector, no les tomó por sorpresa esta necesidad de reinventarse: “Se manejan en un ambiente que siempre les es esquivo, entonces todo el tiempo están proponiendo alternativas más abiertas, vanguardistas u originales que las que puede ofrecer el mainstream editorial. En esa constante revolución buscan readaptarse, subsistir y, a su modo, lo logran”.

Por ejemplo, Club Hem, otra editorial local, pudo financiar la impresión de su última novela, Vidrio, de Gabriela Borrelli Azara, gracias a una preventa de la que participaron lectores y lectoras. En el caso de ASPO Editorial, surgida durante la pandemia, ya publicó dos títulos que pueden descargarse libremente en PDF, aunque también está la opción de comprar los ejemplares impresos. Pero…  ¿el acceso gratuito a contenidos digitalizados no va en contra del formato físico tradicional? Verónica Luna cree que no, que incluso se trata de una ventana más: “Al principio del confinamiento, decidimos –con el visto bueno de lxs autorxs- liberar una serie de libros porque creemos que la lectura en PDF no va en detrimento del papel, sino que, muchas veces, lo potencia”.

El colectivo Malisia comercializa libros tanto de sus editoriales como de otras. Al comienzo de la cuarentena, las ventas tuvieron un muy buen ritmo. Foto: Facebook Malisia

En relación a las ventas durante la cuarentena, Agustín Arzac, también de Malisia, destaca un “boom” al comienzo de la misma, facilitado por el confinamiento más duro, el cual alentó una mayor lectura durante el encierro, así como por una menor oferta de productos para delivery de la que hoy existe. Durante abril y mayo, esta librería vendió un 25 % más que en los mismos meses del año pasado. No obstante, con el correr de las semanas, ese escenario cambió: “La curva fue aplanándose y ahora volvimos a trabajar al ritmo que habitualmente manejamos. Lógicamente, tuvimos que adaptarnos a estos tiempos, trabajando solo con envíos, venta por canales virtuales y un seguimiento de las redes mucho más activo de nuestra parte”.

En ese sentido, las pequeñas editoriales centran sus esperanzas en la publicación de sus novedades, frenadas desde hace meses por el parate en el sector gráfico y las complicaciones que ello implica para la materialización de los ejemplares (impresión, encuadernación, etc.). “Las novedades siempre representan el grueso de las ventas de una editorial. El fondo del catálogo también se vende, pero es algo más lento y paulatino. En el caso específico de nuestras editoriales, nos afectó muchísimo porque las 4 o 5 novedades -por sello- que iban a salir en estos meses aún no han salido. Está siendo bastante difícil, pero de a poco se va imprimiendo de nuevo”, dice Arzac. Un dato que ayuda a entender el panorama: según un informe de Daniela Szpilbarg, investigadora del CONICET, las novedades literarias cayeron, en promedio, entre un 50% y 70% durante la pandemia.

Más allá que los números puedan acompañar más o menos, hay consenso en torno a una cuestión: si de algo sirvieron estos más de 120 días de aislamiento obligatorio fue para estrechar aún más el vínculo que ya existía entre libreros y/o editores independientes con sus lectores y lectoras. La confirmación de ese lazo, que se diferencia del que proponen los grandes monstruos de la industria, permite –por qué no- mirar el futuro con mayor optimismo.

Verónica así lo expresa: “Los clientes frecuentes suelen acercarse y conversar con nosotros. En este tiempo, nunca se interrumpió el vínculo de recomendaciones. Al contrario, se potenció. Tratamos de no reducir la venta a llevarte un libro, cobrarlo y listo, sino que sea algo más conversado. Por las respuestas, comentarios o intercambios entre la gente, notamos que el libro físico es algo que se espera. Después de un día largo de teletrabajo, pasar a otro tipo de contacto material que no sea una pantalla también es una forma de descanso”.

 

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