La Asamblea de vecinos contaminados por la empresa que calcina carbón de coque en Ensenada sigue con su lucha. Este viernes, encabezarán una concentración frente a la Municipalidad, que dice desconocer sus denuncias. Entrevista con la referente vecinal, Natalia Penda, que ayuda a entender una problemática de largo arrastre e históricamente ignorada
Patios negros y polvorientos. Superficies grasosas. Escobas que barren hollín a diario, de una punta a la otra de la casa. Micro partículas que vuelan por el aire y se meten en los pulmones de la gente, introduciendo muerte. Los vecinos de Barrio Campamento, en Ensenada, viven la misma secuencia desde hace 38 años, cuando la multinacional de capitales norteamericanos, Oxbow Planta Copetro, comenzó a operar en la zona gracias a un decreto del dictador Jorge Rafael Videla. Así se iniciaba una historia de reclamos desoídos y complicidades encubiertas.
Copetro es la única planta del país que calcina y exporta carbón de coque, un subproducto de la destilación de petróleo, proveniente de la Refinería de YPF de La Plata y de otra de Luján de Cuyo, Mendoza. De acuerdo a la Ley Provincial de Radicación Industrial N° 11459, vigente desde 1993, está clasificada como industria de 3ª categoría, es decir, aquella que por su peligrosidad representa “un riesgo para la seguridad, salubridad e higiene de la población u ocasiona daños graves a los bienes y al medio ambiente”. En efecto, la instalación de una empresa de este tipo en una zona urbana constituye una ilegalidad. De hecho, ninguna sucursal de Oxbow del mundo lo está, excepto la de Ensenada.
Si la normativa no se tuvo en cuenta, tampoco el estudio sobre partículas de coque encontradas en domicilios particulares cercanos a Copetro que el geólogo Juan Carlos Bidegain, por entonces miembro de la Comisión de Investigaciones Científicas (CIC), diera a conocer en 2007. En este trabajo, el especialista reveló la presencia de metales pesados cuyos componentes guardan relación con enfermedades respiratorias, cáncer, afecciones en la piel y ojos, entre otras.
La Asamblea de Vecinos Contaminados de Berisso, Ensenada y La Plata nació el año pasado con el objetivo de retomar la lucha de aquellos primeros frentistas que denunciaron el accionar de la empresa, poco después de su desembarco. En el marco de sus acciones, este viernes a las 12 del mediodía concentrarán frente al Municipio de Ensenada (La Merced y Don Bosco) para seguir visibilizando el problema y pedir respuestas a las autoridades. La idea es asistir con barbijo y un frasco con hollín en mano, como símbolo del reclamo.
“Vamos a llevar personalmente todas las denuncias y causas judiciales que el Director de Medio Ambiente, Marcos Panettieri, dice desconocer. En todo este tiempo hubo más de 200 juicios iniciados por vecinos contra Copetro por daños y perjuicios”, afirma Natalia Penda, referente de la asociación, en diálogo con Pulso Noticias.
Los organizadores invitan a participar a toda la comunidad de La Plata, Berisso y Ensenada, ya que se trata de una situación que afecta a la región en su conjunto. Las partículas de carbón no solo contaminan el aire, sino también el agua del Río de La Plata, que luego consumen los vecinos. Penda advierte: “La empresa dice que haber mejorado el sistema de carga de buques, pero la realidad es que se despidió a los 23 trabajadores del Puerto que ponían la lana de contención para evitar que cayera carbón al agua. Ahora pusieron una cinta transportadora aérea que no es hermética y, cuando hay mucho viento, nos bañan de carbón. ¿El OPDS no ve eso?”.
El OPDS es el Organismo Provincial para el Desarrollo Sustentable, encargado de fiscalizar el correcto funcionamiento de Copetro, así como de realizar estudios de calidad ambiental. Los vecinos denuncian a dicho ente como una de las patas de un triángulo que, integrado además por el municipio de Ensenada y la misma Copetro, facilita el accionar de la compañía y desatiende reclamos.
—¿Con qué respuestas se encuentran cada vez que acuden al OPDS?
—En agosto del año pasado y en marzo de este año vinieron a mi casa a tomar muestras de material particulado. Todavía estoy esperando los resultados de los análisis, que es información pública a la que deberíamos acceder. Llamás para preguntar y te pasean por todos lados. O te dicen que no encuentran los expedientes. Pierden las denuncias…Hace poco me mandaron un mail diciendo que habían hecho una inspección en la empresa en la que certificaron que estaba operando dentro de los parámetros “normales”. Las medidas que ellos hacen les dan bien, pero nosotros estamos cubiertos de hollín.
—¿Qué hay de los informes que Copetro debe presentar periódicamente a OPDS para obtener el Certificado de Aptitud Ambiental, necesario para funcionar?
—Esos estudios los hace un laboratorio privado de Ensenada, Analítica PF, al cual le paga Copetro. Ese laboratorio no tiene la tecnología apta para hacer esos estudios. Lo que hace son simples declaraciones juradas, sin ningún protocolo, fotos de procedimientos, etc. Llamativamente, el director de Analítica PF, Gustavo Falbo, tiene una hija que trabaja en OPDS. Algo similar ocurre con Nancy Pinotti, la esposa del ingeniero de Copetro, Juan Melendi, que es secretaria de Sandra Martínez, la Directora de Evaluación de Impacto Ambiental del OPDS.
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Copetro opera en el Puerto La Plata, cuyo consorcio de gestión está integrado por representes del gobierno de la provincia de Buenos Aires; los municipios de Ensenada, Berisso y La Plata; y sectores empresariales y sindicales. Desde 2016, uno de sus miembros es Marcelo Jaworski, Director General de Oxbow Argentina. Esta situación, dice Natalia, se ve reflejada en ciertas decisiones que benefician a la compañía: “Hace poco hubo una ampliación de los muelles de descarga para Copetro, también se le redujo impuestos ¡A una multinacional multimillonaria! No la fiscalizan, no la clausuran, no la cierran. Pero después, el municipio de Ensenada recibe un aporte de 20 millones de pesos, hace una ampliación del polideportivo y todos aplauden. Estamos peleando contra un monstruo”.
Mientras tanto, la lucha de los vecinos continúa en la justicia. En febrero pasado, presentaron un recurso de amparo ante el Juzgado en lo Contencioso y Administrativo N° 3 de La Plata, a cargo del juez Francisco Terrier, por remediación ambiental. El mismo contó con unas 3 mil adhesiones, entre ellas la del intendente de Berisso, Fabián Cagliardi. “Este recurso no es por indemnización económica. No queremos plata, sino que la industria deje de contaminar y que, además, remedie todo el daño que hizo”, dice Penda.
Inmediatamente después de la presentación, a través de una medida pre cautelar, Terrier dispuso el cese de las operaciones de carga y descarga de Copetro y un pedido de informes exhaustivo a la OPDS. La compañía se movió rápidamente e incluso antes de que le llegara la notificación, solicitó una audiencia informal con el juez, que fue concedida. Luego de que la empresa presentara una serie de documentos y estudios, el magistrado levantó la medida inicial. De todas formas, esas esos papeles no son definitivos y están siendo evaluados por la justicia, al tiempo que los vecinos tienen la posibilidad de seguir aportando nuevas pruebas.
En los últimos días, se confirmó una buena noticia. El CONICET, a través de la Red de Seguridad Alimentaria, comenzará el próximo lunes una investigación que gira en torno a los efectos del carbón de coque en la producción y almacenamiento de alimentos, así como en la respiración humana. Este paso pudo darse gracias a la realización de mesas de trabajo previas relacionadas a la problemática de Copetro, de las que participaron profesionales de distintas áreas junto a la Asamblea de vecinos. Fueron alrededor de 40 encuentros en total, todos con un denominador común: la ausencia de la empresa.
Lo que sigue bien presente es el hollín en las casas de Barrio Campamento. Allí se puede verse, respirarse, tocarse. Es una realidad palpable, que tranquilamente podría ser abordada en un documental, aunque algunos quieran hacer de ella una película fantástica: “Los abogados de Copetro dicen que todo esto es producto de nuestra imaginación ilimitada y que nuestro relato raya con la ciencia ficción. Pero el coque es real y lo tenemos en nuestros patios”.
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