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viernes 19-04-2024

Justicia por Omar Cigarán: “Me cruzo al asesino de mi hijo”

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Así lo expresó Sandra Gómez, la mamá del joven de 17 años asesinado en 2013 en Barrio Hipódromo por el policía bonaerense Diego Walter Flores. A seis años, realizarán una jornada cultural en la plaza de diagonal 80 y 115, donde restaurarán un mural, habrá música en vivo y una radio abierta

La risa, las lágrimas y una voz rasposa caracterizan a Sandra Gómez, en estos días cercanos al aniversario del asesinato de su hijo, Omar Cigarán, y próximos también a su cumpleaños. Omar tenía 17 años cuando el 15 de febrero de 2013 recibió un balazo en su pecho, y cayó desplomado sobre la esquina de diagonal 115 y 43, a muy pocas cuadras de su casa.

“Era un hijo maravilloso, tenía muchos proyectos que no pudo cumplir porque las adicciones no lo dejaban y después empezó a tener mayor persecución policial”, aseguró Sandra a Pulso Noticias. No fue casual que un policía de la Bonaerense lo ejecute. El día anterior a su muerte, la casa de la familia de Omar recibió un violento allanamiento donde les avisaron que si no entregaban “al guacho, hoy o mañana lo tenés muerto”. Meses atrás, algunos vecinos del Barrio Hipódromo se reunieron con el comisario por la “seguridad” y allí señalaron a Omar como “el problema del barrio”.

La estigamtización, la persecución y el hostigamiento para con las y los pibes de los barrios populares son moneda corriente. Omar no fue la excepción, como tampoco lo fue Mauricio Andrada, Ismael Perussato, Darián Barzabal, Luciano Arruga y muchos otros. Por ello, desde el Colectivo contra el Gatillo Fácil de nuestra ciudad, un espacio impulsado por Sandra y donde se articulan diferentes organizaciones políticas y familias de víctimas, este viernes 15 realizarán, a partir de las 16, una “jornada de lucha” en la placita de diagonal 80 y 115, donde ya hay un mural pintado en recordatorio a Omar.

Pasaron seis años y pasaron muchas cosas. Durante el primer año la causa se llenó de irregularidades, y hasta la fiscal de la UFI Nº 1, Ana María Medina, decidió cerrarla. A partir de allí, Sandra comenzó a organizarse, conoció otras experiencias de lucha como la de Rosa Bru, y logró reabrir la causa y sentar en el banquillo de los acusados al policía Diego Walter Flores.

El 20 de marzo de 2017 comenzó el juicio en el Tribunal Oral y Criminal (TOC) Nº 4 por “homicidio”, luego de largas audiencias y decenas de testimonios los jueces Emir Caputo Tártara y Juan Carlos Bruni decidieron absolver al policía considerando su accionar como “legítima defensa”, sin embargo, en minoría, el juez Germán Alegre no avaló la justificación para matar.

El policía Flores reside en La Plata y desarrolla sus tareas en los juzgados de Quilmes. Nunca fue separado de la fuerza, ni en el proceso de investigación. Luego de la sentencia, donde las miradas entre la mamá del joven fusilado y el policía que disparó se impregnaron, Sandra recuerda: “La cara del asesino de mi hijo la tendré de por vida”.

Así es que por las mañanas, cada tanto, cuando ella se dirigía a su trabajo en el tren, se lo ha cruzado en el mismo vagón. “Quiero que esa persona vaya presa, y pague por la vida de mi hijo, no quiero cruzármelo en la calle, caminando muy tranquilo”, expresó.

La causa fue apelada y actualmente se encuentra en la Corte Suprema de Justicia de la Provincia de Buenos Aires a la espera de un dictamen. En estos tiempos donde el gobierno nacional y provincial ha aumentado las fuerzas de seguridad en la calle, y donde la ministra de Seguridad Patricia Bullrich hace bandera de la “doctrina Chocobar” y amplía el uso de armas de fuego, también se ha incrementado el número de jóvenes asesinados por efectivos de las fuerzas. El pasado 5 de diciembre, Sandra le escribió una carta a Bullrich transmitiéndole su “bronca e impotencia”.

Según Correpi, desde 1983 a la fecha se registraron 5.959 personas asesinadas por algún agente policial. Entre 2008 y 2015 fueron 3.175 los muertos, mientras que en los últimos tres años ya resultaron ejecutadas 1.000 personas en manos de efectivos.

Omar fue integrante de la banda de la frazada , tenía problemas con las drogas, a todos los lugares a los que yo iba a pedir ayuda por las adicciones me cerraban las puertas”, relató Sandra con sus ojos llenos de lágrimas. “Dos días antes de que a él lo mataran yo le pedí a la jueza que lo internara porque sabía que me lo iban a matar. No lo pude salvar”.

Aunque el dolor perdure, ésta madre guerrera sabe que con la lucha podrá obtener justicia, no sólo por Omar, sino por todos los niños y adolescentes asesinados en manos de la Policía, tal como menciona en cada uno de sus discursos. En agosto del año pasado, Sandra junto a otras mamás de víctimas de gatillo fácil, organizaron la cuarta marcha nacional la cual convocó a miles de personas a la Casa Rosada exigiendo justicia y denunciando al poder político.

Para finalizar, Sandra dejó un mensaje para la dirigencia política: “Le diría al sector político que así como ellos aplican la ley cuando un pibe de barrio roba un celular o un pan para comer, y lo meten preso y se comen años de condena, le diría que el policía que mata también tiene que cumplir. El policía tiene que ir a la cárcel y cumplir la misma condena que ellos ponen cuando un pibe roba”. Al tiempo que concluyó pidiendo que “se dejen de matar a los pibes como si fuesen pajaritos en un campo, porque cada vez son más los pibes que mueren en manos de la Policía”.

Más conocida como “Tefa”, nació en Mar del Plata en 1989. Trabajadora de prensa, periodista y Licenciada en Comunicación Social (egresada de la UNLP). Buscadora de la aguja en el pajar: le apasiona el periodismo de investigación. Trabajó en prensa institucional, en diversos medios privados de La Plata, y colaboró en medios alternativos como ANRed. Actualmente escribe notas vinculadas a los derechos humanos, política y cada tanto entrevista a personajes de diversos territorios. También integra el área audiovisual, En Foco, como productora periodística. Siempre redactando con las gafas violetas puestas. Desde 2018 forma parte de la cooperativa Pulso Noticias, donde aprendió a vender publicidad, gestionar pautas y hasta armar un gran escritorio en madera.

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