Pulso Noticias te cuenta el regreso del Pincha al lugar de toda la vida con los relatos de sus hinchas. Acá, una nueva historia
Por Alejo Canestri *
Volvimos. Pasado perfecto simple del verbo “volver”. Perfecto y simple. Fue perfecto pero no tan simple.
Uno a veces identifica el pasado con lo malo, la nostalgia y lo perdido. Yo siento que volvimos al futuro. Fui con Jorge (mi viejo) el sábado a la inauguración de UNO. Nunca había ido a 1 y 57 desde que se abrieron las puertas al público en 2006 para una despedida a la que fui con amigos y nos sacamos unas fotos ridículas haciéndonos los jugadores, pegándonos patadas y elongando en el banco de suplentes. Adolescentes que, en ese entonces, no sabían el valor que iban a tomar esas fotos.
Este fin de semana, el fin de semana de la vuelta, lo viví repleto de emoción y ansiedad. Traté de ver lo menos posible las obras y lo que mostraban por todos lados y guardarme todo para ese momento. Hacía mucho tiempo que no me sentía tan enérgico y vital. Y parte de esas sensaciones (creo que casi todas) fueron por volver a UNO.
Calculo que como la mayoría de los hinchas de Estudiantes hice el siguiente itinerario: fui a la cancha el viernes y grité el último gol en el Estadio Ciudad de La Plata – al cual recordaré con mucho cariño por todo lo que nos tocó vivir – peregriné (esa peregrinación habla más de una religión que el simple sentimiento por un club) y el sábado, como comenté arriba, fui con mi padre a la cancha. Tuve tres recuerdos puntuales que quiero compartir acá.
La primera vez que fui a la cancha con mi padre en 1992 contra Huracán. Hubo incidentes, gases lacrimógenos y terminamos comiendo algo en La Modelo. Sin dudas no fue un buen debut. Lo recordamos con mi viejo en una cervecería que nos fuimos el sábado después de la inauguración y comparamos debut y reinaguración. Una pincelada de justicia que pintó el Universo.
Ese incidente de principios de los 90 me alejó de la cancha, más por mandato que por decisión propia, y volví en el 2000 con mi amigo Javier Antonioli. Lo nombro porque Estudiantes nos hizo vivir cosas muy lindas juntos y también pudimos ir a la Final del Mundo en Brasil contra Alemania. Algunos dirán que gracias a la Selección Argentina: yo digo que eso también fue gracias a Estudiantes, en ese momento, de La Patria.
El segundo recuerdo que apareció fue el Alejo del 2005 y con 18 años que fue por última vez a ver un partido a 1 y 57. El universo volvió a ser justo conmigo considerando mi mal debut en 1992 y ganamos 1-0 a Gimnasia con gol de Calderón para despedirme sin saber que iba a ser hasta el fin de semana pasado.
Comparé ese Alejo de 2005 de 18 años y sin canas con este Alejo 2019 de 32 con el pelo prácticamente todo blanco y ahí tomé real dimensión de lo que fue esta espera: terminé el colegio, me recibí en la facultad, viví afuera, volví, me casé, me divorcié y en todo ese trance, claro que con los campeonatos y jornadas épicas que viví, me di cuenta que casi la mitad de mi vida estuve esperando el fin de semana pasado, que por fin llegó.
Mi tercer y último recuerdo – o sensación – fue revalorar la familia y la amistad: me fui en 2005 con mi viejo y mis amigos. Por suerte, volvimos todos juntos en 2019. Todos diferentes, pero juntos. No sé si por mi o por cómo nos une y hace vivir Estudiantes me gustó que mis amigos y mi familia hayan sido lo único que no cambió en estos 14 años.
Me fue bien y me fue mal. Gané y perdí. Crecí. Disfruté y sufrí. Siempre estuvo Estudiantes como uno de los pilares que me mantuvieron de pie.
Entonces me pregunto: ¿realmente volvimos o nunca nos fuimos?
*Socio e hincha de Estudiantes. Lic. en Gobierno y Relaciones Internacionales
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