Evo Morales ganó con “alta probabilidad” sin cometer fraude los comicios presidenciales de octubre pasado, tras los cuales fue obligado a abandonar el poder por los militares, según un análisis estadístico del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), que cuestionó fuertemente a la OEA
Los investigadores, pertenecientes al Laboratorio de Ciencias y Datos Electorales de la universidad privada de Cambridge, estudiaron la tendencia del escrutinio antes y después de que se interrumpiera el conteo rápido al 84%, punto en el que los opositores a Morales denunciaron el inicio del supuesto fraude, que acreditó después la Organización de Estados Americanos (OEA).
El MIT aseguró en su informe difundido anoche que “el análisis estadístico y las conclusiones de la OEA parecen profundamente defectuosas”.
Cuando el conteo se interrumpió, Morales encabezaba el escrutinio con unos ocho puntos sobre su principal opositor, Carlos Mesa, lo que hubiese obligado a celebrar una segunda vuelta según el sistema electoral boliviano. Al reanudarse el conteo Morales alcanzó el margen suficiente -10 puntos- para ser reelegido en primera vuelta.
Sin embargo, las elecciones quedaron anuladas bajo la sospecha de fraude y Morales fue obligado por los militares a abandonar el poder, tras lo cual denunció haber sido víctima de un golpe de Estado, postura abonada por varios gobiernos de la región, entre ellos el del presidente Alberto Fernández, y del resto del mundo.
Los investigadores del MIT afirmaron en su análisis, publicado por The Washington Post, que es “altamente probable que Morales superase el margen de 10 puntos porcentuales”, al defender que la tendencia alcista que impulsaba al entonces mandatario era anterior a la interrupción del conteo rápido.
“Morales podía esperar al menos una ventaja de 10,49 puntos respecto a su más inmediato competidor”, recogió la agencia de noticias EFE.
Las conclusiones del MIT fueron aplaudidas por el Movimiento al Socialismo (MAS) de Morales, que calificó al informe como “una investigación más que confirma que no hubo fraude, sino un golpe de Estado”.
Una afirmación compartida por el candidato del MAS a las elecciones de mayo en Bolivia, el ex ministro Luis Arce, en su perfil de la red social Twitter.
“El mundo lo sabe, en Bolivia no hubo fraude”, destacó.
El propio Morales, que actúa como jefe de campaña del MAS desde Buenos Aires, calificó al documento como “una evidencia más del monumental robo” que, según él, hubo tras los comicios.
“La verdad se abre camino. La OEA, Almagro y la comisión encargada de la auditoría de los resultados de las elecciones de octubre, le deben muchas explicaciones al pueblo boliviano y al mundo entero”, tuiteó.
La OEA, por su parte, volvió a respaldar su auditoría ante lo que calificó de “acusaciones distorsionadas” y un análisis “defectuoso”.
Si bien no hubo una respuesta oficial del gobierno de la autoproclamada presidenta Jeanine Áñez. el ministro interino de Gobierno, Arturo Murillo reprodujo en su perfil de Twitter el mensaje de la OEA y afirmó en otro posteo: “no podemos olvidar FRAUDE de Evo JAMÁS”.
Los investigadores del MIT fueron muy duros con el informe de la OEA que denunció un fraude estadístico -además de otras irregularidades- y que sirvió para legitimar la salida del poder de Morales y dar paso a un gobierno de facto presidido por la conservadora Áñez.
Al menos 34 miembros de tribunales electorales fueron detenidos acusados de supuesto fraude en los días posteriores.
La OEA calificó de “cambio drástico y difícil de justificar” los resultados tras la interrupción y denunció “irregularidades” y “manipulaciones” que hacían imposible saber el margen real entre Morales y Mesa.
Pero el MIT indicó que la OEA “no cita ninguna investigación previa que demuestre que son válidas sus asunciones”.
“El fraude electoral -concluyeron- es por supuesto un problema grave, pero confiar en criterios no verificados como prueba de fraude es una seria amenaza para cualquier democracia”.
Morales vive como refugiado político en la Argentina y pretendía presentarse al Senado en los nuevos comicios programados para mayo, pero su candidatura fue inhabilitada por los nuevos miembros del Tribunal Supremo Electoral nombrados por Áñez.
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