El plan de reformas anunciado por la gobernadora está trunco y el espacio está en estado de obra permanente desde hace casi tres años. Los trabajadores del teatro están atrapados en medio de funciones que se bajan y las promesas de sacar el arte al interior de la provincia
La sala es un cuadrado gris y sobrio. En el piso hay una alfombra de 10 por 10 que ocupa uno de los laterales. Allí ensayan los 109 músicos pertenecientes a la Orquesta Estable del Teatro Argentino de La Plata y 90 al Coro. En el margen izquierdo, sobre un piso de goma, el cuerpo de Ballet. Son aproximadamente 50 bailarinas y bailarines.
Entrar allí es como estar en el hall del subte B: las personas hacen un esfuerzo por concentrarse en lo suyo, esperando irse a un lugar mejor.
Pero no pueden.
“Esta sala es la única que tiene calefacción”, cuenta Franco Luchetti Favero a Pulso Noticias.
Desde principio de año, cuando se rompió la caldera que garantizaba la temperatura de los distintos espacios del teatro emblema de la ciudad, los cientos de artistas se reúnen en el único lugar donde no se entumecen.
¿Alguien sabe lo que le pasa a un arpa si expone a la humedad?, ¿y a un clarinete expuesto a las bajas temperaturas?, ¿y a una soprano a un reducto enorme, sin acústica y sin estufa? Bueno, más o menos les pasa lo mismo a todos. Se rompen las cuerdas, la madera o la voz. “Pasando los quince grados los instrumentos que son de madera y los que son de las familias de los vientos, pueden rajarse. Oboes, clarinetes, flautas, corren el riesgo de partirse; a un chico se le rajó el clarinete por tocar en estas condiciones”, cuenta Franco.
Los que tuvieron la oportunidad de conocer las salas Astor Piazzolla del Teatro y la Alberto Ginastera saben que tocar allí es una de las mejores cosas que le puede pasar a un artista. Los años es que estuvieron óptimas, el esplendor de sus alfombras bordó, los palcos de madera y la distancia que separaba el escenario del techo ponían a la producción local en lo más alto de la escena artística.
Pero todo 2018 y parte de 2017 las locaciones están en estado de obra permanente, dejando a más de 1.000 músicos, actores, maquilladores, artesanos, bailarines, escenógrafos y productores en cola de espera. “Estamos en un limbo”, afirma Franco con tristeza.
“Hemos hecho conciertos con paliativos, con caloventores y con garrafas, y no es chiste”, señala Guillermo Báez y agrega que durante el verano vivieron igual situación “pero con ventiladores”. Los trabajadores, ambos profesores de violín, resaltan que por cuestiones de seguridad y condiciones artísticas ya no hacen funciones en el lugar. La única alternativa que tienen es llevar su música al interior de la provincia, pero por cuestiones políticas tampoco está ocurriendo. “Estamos yendo a Capital Federal únicamente, y las pocas presentaciones que tenemos las contamos con los dedos de las manos”, afirma Guillermo. “Al ballet le acaban de suspender tres funciones más, y ya no les queda prácticamente actividad por lo que resta del año”, resume.
Así es como los artistas del Teatro Argentino se están organizando para mostrar su situación a la comunidad platense. “Ver las caras de nuestro compañeros cuando se cae un concierto es muy triste, escucharnos sonar así, sin acústica tocando con las manos heladas es deprimente”, asegura Franco.
Los chicos toman sus violines y bajan la escalera. Llegan a la sala del comienzo de la nota y se integran con sus compañeros predispuestos a un ensayo más. Esa sala se improvisó con unos durlock en 2017 para oficiar de anexo de la Junta Electoral provincial y contar los votos de las elecciones legislativas.
En estas condiciones, donde además de convivir con una precariedad edilicia y un recorte de los shows, los artistas sufren la falta de nombramientos por parte del gobierno bonaerense. “Vivir de lo que te gusta se hace difícil, pero éste es nuestro lugar, y lo vamos a defender”, afirma Guillermo.
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