La historia de Mauro Martínez Beloqui en la Copa del Mundo tuvo un último capítulo soñado: la posibilidad de ver el duelo más esperado
Mauro Martínez Beloqui viajó desde Banfield a Rusia con el sueño de vivir por primera vez un Mundial y todo lo que ello representa para un futbolero. Llegó junto a los 11 amigos con los que había organizado el plan y el objetivo parecía cumplido. Sin embargo, el destino le tenía preparada una sorpresa para que esta experiencia se convirtiera en la mejor de su vida. “Este era un sueño que quería cumplir desde que era chico”, contó el propio Mauro en sus redes sociales.
En su visita a Estados Unidos para presenciar la Copa América Centenario había comenzado con un interesante ritual que dos años más tarde le permitiría tocar el cielo con las manos. “Me llevé tres camisetas de Argentina para ver si las cambiaba y me di cuenta que es algo muy lindo y con un significado muy profundo”, destacó. Entonces, para este nuevo desafió no dudó en comprar… ¡30!
“Un amigo que entiende de redes sociales me dijo que la FIFA había hecho una publicación para alentar los posteos con el hashtag #RivalHug (abrazo entre rivales), con la idea de elegir a un ganador e invitarlo al Mundial”, contó a TyC Sports. Lo que nunca imaginó es que el afortunado sería él.
La gran cantidad de videos que Mauro subió durante la competencia, en la que cambiaba -y regalaba- camisetas contando historias divertidas y también emotivas, despertó el interés de los jurados. “El 7 de julio, mientras jugaban Rusia y Croacia (cuartos de final), me llegó un mensaje al celular. Estaba con mis amigos en el Fan Fest (el encuentro fue en Sochi) cuando leí la notificación de que había ganado una entrada para ir a la final”, exclamó eufórico.
El problema fue que aquel recado ya tenía cinco días en su teléfono y le habían solicitado comunicarse lo antes posible. “Casi me muero. Les rogué para que me tuvieran en cuenta, porque ya habían seleccionado a otra persona, y hasta los traté de convencer con que no debían gastar pasaje ni hotel”, deslizó. Claro, el premio incluía el aéreo desde cualquier lugar del mundo y la estadía, además del ticket para el partido más importante.
Sus súplicas fueron oídas y finalmente consiguió lo que para él fue levantar la copa del mundo. “Soy la persona más feliz del planeta por estar en el lugar de los hechos, en el momento justo y con la gente que tenía que estar. No creo que en este momento haya alguien que esté más contento que yo”, fueron las palabras que les escribió a sus padres en el viaje en tren desde San Petersburgo a Moscú. Entre lágrimas. Rumbo a su gran sueño.
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