Lo que dejó el recital de la banda mendocina en nuestra ciudad. Galería de fotos y el relato de Pulso Noticias
Por Facundo Montiel
Somos pocos los que tenemos más de treinta: una pareja cerca de la barra (ella sobria, él con flequillo, pelo largo y campera de cuero), un grandote de seguridad y yo. También está el leñador (barba grisácea y espesa, camisa cuadrillé) que vino con sus dos hijos; uno no llega a los diez. Es el territorio de la juventud, donde hay más gritos y aullidos que aplausos, donde abundan las camperas Adidas y los colores en los cabellos. Esos raros peinados nuevos se reinventan de generación en generación.
Es viernes y mi cuerpo lo sabe. Igual me mantengo estoico, recostado contra una pared, libreta en mano. A las 21.30 horas se abre el telón y los Perras on the Beach aparecen entre luces, humo y solos de guitarra. Es la tercera vez que la banda se presenta en nuestra ciudad, y sólo tienen tres años de vida y dos discos. Vienen a presentar el segundo, Flow de Cuyo, y así lo anuncia Simón Saieg, con acento provinciano y actitud de rockstar en joggins.
El show alterna entre los ya clásicos de Youtube y los temas nuevos, con arreglos y sutilezas que no estaban en sus primeras canciones. En todo el repertorio, y cuando el carismático cantante habla, hay un fuerte contenido social y político. No se engañen: esta es la generación que discute aborto, que rompe mandatos y crece con los pilares carcomidos de la verdad universal. Sonó el típico MMLYQTP, pero también hubo dedicatorias al nuevo código contravencional de Mendoza, donde “si te tirás un pedo, te multan” (Saieg dixit). Cantan los Perras: “Maldita Municipálida, otra vez no me dejan estar re loco en una fiesta. ¿Qué voy a hacer, si no hay nada en esta puta ciudad? Me voy a matar, voy a romper el vidrio de Capital. Policía, además te portás muy mal”.
En las canciones coreadas están los temas trascendentales de la primera juventud, que por algún motivo desconocido son dejados de lado con la madurez. Confirmado: nuestras generaciones lo hicieron todo mal. Hablan de la amistad, el miedo al futuro y a la muerte. El pogo dice así: “Tengo miedo de quedarme dormido, por que si no despierto, no estoy con mis amigos…”.
Tras hora y media de show, los chicos mendocinos se despiden. Afuera del teatro las bicis esperan por sus dueños. La noche está en pañales, yo me voy a dormir.
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