Una crónica sobre la Fiesta Popular Huilén, realizada por la organización Estación Alandar en Gerli. Según contaron sus organizadores, rescata el espíritu del Movimiento Nacional Chicos del Pueblo
No es en vano que la Casita Huilén se llame así: primavera. Como le llaman algunas comunidades mapuches a ese tramo del año donde todo despierta. Y de eso se trata Huilén, aunque sea invierno. Es el despertar a pequeños futuros que se construyen día a día. Es la puerta abierta de una simbólica estación donde, al igual que los trenes, los niños vienen para renovarlo todo: domiciliados en los extremos del viento que cuando empieza a soplar ya nadie lo para. Entonces esa calle de Gerli, Cangallo al 400, es el lugar de la Estación Alandar, la que cada año se viste alocada y multitudinaria de felicidad primaveral. La que protagonizan tantos pibes y pibas de Gerli, de donde conocemos a Marisa, a Moncho, a Luis y a un grupo cada vez mayor de educadores y compañeros que aprontan el día a día a veces áspero, a veces doloroso pero terco en la esperanza de amanecer y amasar la vida para hacerla pan.
Allí junto a la Casa Hogar “Juan XXIII”, donde viven niñas, niños y adolescentes, está “Huilén” que es la Casita comunitaria de los pibes del barrio. Es el Centro de Día y Espacio de Primera Infancia de cercanía. Los niños vuelven a sus casas después de cada jornada en esa primaverita de Gerli.
Pero el 22 de septiembre salieron todos a la calle. Al andén de esa estación donde se espera y se hace rodar cada día una vida mejor. Los pibes, los vecinos, la gente del barrio que volvió a sacar las sillas a la vereda reapropiándose de un espacio que le fueron quitando sin que se diera casi cuenta. Ahí en ese brazo de Avellaneda que es Gerli. En una calle que de repente se llena de colores y corazones pequeños y grandes, latiendo a un ritmo cada vez más intenso: es la Primavera de los Pibes.
“La Fiesta Popular Huilén es la gran juntada callejera y comunitaria donde nos hacemos pueblo y memoria, a través de la música, el teatro, la cultura, el arte, la vida misma. Porque si es Primavera para nuestros Pibes, es esperanza y felicidad para todos”, decía la gacetilla de la invitación.
Y así es, porque ese domingo, con la intensidad propia de renacer a la vida, se arrancó desde la mañana con una kermesse ruidosa y variadísima que duró todo el día, juntando las dos veredas, por obra y gracia de Huilén. Con decenas de voluntarios, con manos y piernas que se fueron agregando, todas encontrando mágicamente su lugar.
Ese día, en el país de la pobreza creciente y del hambre inexplicable, en Estación Alandar se compartió la comida. Gratis. Con la colaboración de Chefs y docentes de los talleres de cocina y del Plan Fines con orientación gastronómica, se desplegó en plena calle la posibilidad de compartir el alimento y sentirse compañeros de camino. “Un territorio libre de hambre, que demuestra que con organización y amor es posible un país digno”, así lo decía emocionado uno de los colaboradores de la fiesta.
Al mismo tiempo otro capítulo transcurrió sobre el escenario montado en plena calle. Allí los sabores y sonidos festivaleros fueron alimento para el alma. Ludovico Fonda con su guitarra primero, los payadores Pablo Solo Díaz con Juan Lalanne después, y la cordobesa banda cuartetera “Nenes Bian” pusieron color y calor a la jornada. Más tarde, la cantante infantil y amiga de la casa, Ceci Raspo, oriunda también de Córdoba, trajo el momento mágico para los más chiquitos que también saben disfrutar los grandes. Lula Fernandez con su humor musical y Miguel Aquino cantando cumbias, completaron una nutrida grilla artística que tuvo en las voces de Vicky Nardone y Lourdes Andrada la locución, junto al Titiritero y gran animador de la fiesta Manu Mansilla.
Pero el momento central llegó de la mano de Pachi Herrera, el charanguito jujeño que cada vez que anda por Buenos Aires se instala en Gerli, subió con toda su banda para encender la fiesta y desatar el baile. Y casi al final de su presentación, cuando empezó a tocar Pachamama, su canción más emblemática, se pronunciaron sobre el escenario aquellas palabras que tienen su cimiento en el Movimiento Nacional Chicos del Pueblo y en la exquisita pluma de Alberto Morlacheti quien fuera su fundador: “Sin una infancia sana, amasada y entera, es impensable una Argentina mejor. Porque un país que mutila a sus niños es un país que se condena a sí mismo… Nuestros pibes vencerán porque son el golpe temible de un corazón no resuelto, y porque nadie jamás ha podido ponerse a resguardo de la esperanza humana”.
De fondo sonaba el charango, y se gritaba a flor de piel una y otra vez: “Que no haya pibes con hambre en la Argentina del pan. Con ternura venceremos”. Esa consigna que se repite en el Hogar y en la Casita todos los días después de cada comida. Mientras tanto bajo el escenario, los pibes se acercaban con las trenzas de pan alzadas. Para repartirlas a todos. Para compartir el pan como símbolo del nuevo mundo que es posible. Ese que quedó reflejado detrás, en un telón trabajado por el muralista Pablo López con varios chicos del Hogar, una maravillosa imagen que pone el pan en lo más alto con las manos de los niños como protagonistas de la historia.
Y así a la Estación Alandar llegó Huilén. Desembarcó la primavera. Para hacerse fuerte entre tanta gente, entre tanta alegría, entre tanta obstinación por resurgir. Fue el 22 de septiembre. Pero sigue siendo. Porque como dijo Luis, “con ternura vamos venciendo”.
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