Recorrió todo el país, fue censurada en Brasil y recibió premios y reconocimientos. El unipersonal de Ezequiel Barrios es un encuentro intenso con la danza y el dolor de un joven “rebotando en un armario”. Este domingo en Vil Teatro
Por Facundo Montiel
Subo las escaleras de ese sótano porteño, respiro, prendo un pucho y pienso en lo que acabo de ver. Digo: reprimir el deseo te lleva a lugares oscuros.
Con monólogos y recuerdos, con imágenes, música y el cuerpo siempre expuesto, Ezequiel Barrios traza en PUTO un diálogo con su pasado que es el pasado de muchos de los que alguna vez rebotamos en un armario: de Argentina a Brasil o Chechenia, en el pueblo o la ciudad.
“Obra de teatro físico que atraviesa mil estados, físicos y emocionales”, se presenta este domingo a las 20:30 horas en Vil Teatro (11 entre 70 y 71) luego de recorrer las 23 provincias argentinas y de realizar más de 100 funciones. Reconocida, premiada y censurada: el año pasado iba a presentarse en el Festival CumpliCidades en Recife pero la dieron de baja porque, dijeron, no podían garantizar la seguridad del artista. Fue el preludio de la era Bolsonaro: persecución, censura y odio al poder.
De todo eso y más habló Barrios con Pulso Noticias.
Siempre se dice que el interior es más conservador. ¿Cómo fue recorrer el país con PUTO?
La gira surgió de manera espontánea, viajaba y escuchaba siempre la misma respuesta: vení, volvé. Yo tenía esa inquietud al principio, hay una idea de que el puto en la ciudad es más libre, y que en los pueblos es más difícil. Pero eso se empezó a caer cuando recorría las provincias e iba derribando prejuicios. Conservadores hay en todos lados y de hecho en las ciudades se da el mayor número de agresiones hacia la comunidad LGBT.
Hay mucha presencia de lo afro, desde la música, la danza y el vestuario, en la obra. ¿Por qué?
Tiene que ver con mi recorrido, pero también porque siempre me pegó fuerte todo tipo de discriminación. También cuando es por el color de la piel. Me interesa reivindicar el orgullo negro, la cultura y las raíces que fueron ocultadas. A partir de ahí, el proceso creativo implicó trabajar con distintos arquetipos. Me parecía importante que la obra sea un hecho escénico, pasar por diferentes energías.
La salida del closet aparece como un proceso doloroso. ¿La represión sexual te lleva a lugares oscuros?
No sólo la represión de la sexualidad. La represión del deseo. Cuando uno está peleado consigo mismo, cuando no quiere ser lo que es, se enoja, se siente insatisfecho e infeliz. Seguir ciertos mandatos no te hace sólo pelearte con la sociedad, sino con vos mismo. La represión envenena a todos, también al puto.
¿Cómo viviste la censura en Brasil?
Fue un golpe grande, no estaba preparado para esa censura, que relacionaba más con otra generación de artistas. Pensé que nosotros ya no teníamos ese problema. Me dijeron que corría riesgos, e incluso bajaron la presentación de la obra en una universidad. Todavía no había asumido Bolsonaro, pero era el preludio de lo que iba a pasar. Hoy Brasil vive un momento muy difícil, de mucho retroceso.
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