Hoy cumpliría 41 años la defensora de los derechos humanos y concejala de Río de Janeiro, Marielle Franco.
La activista fue asesinada el 14 de marzo de 2018 con cuatro disparos en la cabeza cuando volvía para su casa, luego de estar en un acto por la defensa de los derechos de las mujeres negras llamado “Young Black Women Moving Structures”. El conductor del auto, Anderson Gomes, también murió.
Fiel a su lucha, el 10 de marzo de 2018 Marielle había denunciado a policías del 41º Batallón de Policía Militar por abusos de autoridad contra las personas de la favela de Acari. Una semana después fue asesinada.
La concejal del Partido Socialismo y Libertad (PSOL) de Brasil dedicó su vida a luchar por los sectores más postergados denunciando incansablemente los abusos y acciones de las fuerzas de seguridad en las favelas y barrios populares.
“Marielle era la única concejala lesbiana, negra y de las fabelas que estaba en el Parlamento y su presencia era una demostración contra el ‘statu quo’ de la política tradicional en Brasil, constituida básicamente por hombres blancos, heterofundamentalistas, misóginos y machistas”, contó Mónica Tereza Benício, compañera de Franco por más de 12 años, en declaraciones a la prensa.
Días antes de su homicidio también había denunciado en la red social Twitter el asesinato de un joven en manos de la policía: “Otro homicidio de un joven que puede entrar en la cuenta de la Policía. Matheus Melo estaba saliendo de la iglesia. ¿Cuántos más tienen que morir para que esta guerra acabe?”.
Nadie pensaba ni creía que la vida de Marielle corría peligro, si sabían que sus convicciones y fuerza de lucha causaban malestar e incomodidades, pero nunca imaginaron este final.
“Marielle creía que era posible transformar la sociedad para que llegara a ser lo que ella aspiraba. De modo que, para mí, esta es también una manera de seguir a su lado. Y de decir a la gente que ha pasado por trances similares de dolor y violencia, que sí, que tenemos motivos para persistir. Porque de otra forma, estaríamos diciendo que los que cayeron en la lucha han muerto en vano y para mí eso sería inaceptable”, contó Mónica. “Dar nuevo significado a la historia misma, mediante un movimiento de lucha, es un acto de solidaridad y transformación social. Es también un gesto de combate en pro de los derechos humanos. Este es legado de Marielle, no cabe duda”.
Ya pasaron varios años de la muerte que conmovió al mundo entero y a pesar de los avances en la causa, que consistieron en la prisión preventiva de dos antiguos miembros del cuerpo de policía sospechados de tener participación en el hecho, nada se sabe de los autores materiales e intelectuales del asesinato.
Hoy más presente que nunca el legado de Marielle suena en las calles de las favelas, en las voces de los postergados, en las sonrisas de las y los niños, en las pintadas de la paredes: “Lute como Marielle Franco”.
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