Un equipo de investigación de la Facultad de Humanidades realizó un estudio de las condiciones de vida de los hogares de la región. El acceso a la educación y el bienestar de los niños y niñas, entre los ejes principales del trabajo
Un equipo de investigación de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Educación de la Universidad Nacional de La Plata (UNLP) y de la Comisión de Investigaciones Científicas de la Provincia de Buenos Aires relevaron las condiciones de vida de los hogares, la educación y los cuidados frente al Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO) por COVID-19 en La Plata, Berisso y Ensenada, en relación con el bienestar infantil.
El trabajo fue realizado entre agosto y diciembre de 2020 y estuvo a cargo de un equipo interdisciplinario integrado por antropólogas, sociólogos, psicólogas, pediatras, nutricionistas y comunicadoras, pertenecientes al Centro de Estudios en Nutrición y Desarrollo Infantil (CIC/PBA) y al Instituto de Investigaciones en Humanidades y Ciencias Sociales (IdIHCS- UNLP- CONICET).
Sus resultados fueron obtenidos a través de una encuesta (ENCAI) que incluyó a 4.000 hogares con niños de 3 a 17 años asistentes a escuelas públicas y privadas de los tres municipios. También se hicieron entrevistas a madres y padres, referentes comunitarios, autoridades escolares, docentes, personal de salud.
La doctora Susana Ortale, directora del proyecto explicó: “nuestro trabajo apuntó a conocer y relacionar las condiciones de vida y las problemáticas que atravesaron los niños, niñas y adolescentes durante el Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio (ASPO), como así también las modalidades de cuidado desplegadas para su atención”.
Las medidas derivadas de la irrupción repentina del Covid-19, han tenido efectos materiales, relacionales y subjetivos de diversa índole en la población infantil. No obstante, los problemas se distribuyen de manera desigual y la mayor vulnerabilidad de algunos grupos refleja su exposición a diversos factores de riesgo relacionados con las condiciones materiales de vida, las características propias de cada etapa de la vida y particularidades socioculturales.
“Los datos de nuestra investigación brindan elementos capaces de identificar factores extra hogareños y prácticas presentes en las casas durante el ASPO, que inciden en el bienestar de niños, niñas y adolescentes. Dentro del conjunto de aspectos abordados por la encuesta (alimentación, salud, desarrollo psicosocial y socioemocional, actividades de recreación y ocio, actividad física, etc.), nos focalizamos fundamentalmente en dos: la organización doméstica, cuidados y vida cotidiana, y la escolarización”, agregó la investigadora.
En cuanto a la organización doméstica, el estudio muestra que en el 61% de los hogares, la cotidianeidad se vio muy afectada, en particular en aquellos hogares cuyos niños asisten al nivel primario.
En el trabajo se reflejó que durante el ASPO las personas del hogar que se desempeñaban como principales responsables de las tareas domésticas fueron: 52% madres y 41% ambos cónyuges por igual y 5% padres.
Por otro lado, el trabajo detectó la colaboración de los chicos en las tareas del hogar, particularmente en aquellos hogares cuyos hijos asistían al nivel secundario, y también dentro de aquellos que asistían a escuelas públicas. Asimismo, la mayor colaboración de niños y adolescentes en las tareas del hogar se registra en los hogares cuya responsable tiene bajo nivel educativo.
Ortale describió: “La reorganización de las tareas del hogar ha implicado cambios en el 71% de los casos relevados, representando una sobrecarga de tareas en el 58% de los mismos. Dentro de los hogares en donde se reconoce la sobrecarga, en el 91% de los casos recayó en las madres”.
Entre los tipos de tarea con sobrecarga se incluyen:
• El acompañamiento en las tareas escolares: el 30.5%; limpieza/lavado (29.5%); preparación de comidas (19.4%), cuidado de niños y niñas (17%).
• Entre un 40 y 50% de los hijos siempre requirieron ayuda para hacer las tareas y quienes asumieron ese acompañamiento fueron las madres: el 70% de ellas lo hacía.
En cuanto a las posibilidades de sostenimiento de la educación virtual de los niños, niñas y adolescentes durante el ASPO, el equipo detectó que la conexión/servicio de internet estaba presente en el 79,4% de los hogares, aumentando este porcentaje en quienes asistían a escuelas privadas y en las familias cuyas miembros tenían niveles educativos superiores.
La investigadora Susana Ortale (Foto gentileza CIC)Con relación a los dispositivos electrónicos disponibles, el Celular (con datos móviles) estaba presente en el 96,7% de los casos, TV en el 93,4%; seguido por la notebook con 44,4%; computadora de escritorio/PC 36,0%, y tablet 33,9%.
“El dato relevante es la alta proporción de hogares que no contaban con dispositivos adecuados para acompañar la virtualización de las clases: menos de la mitad tenía notebook y cerca de un tercio pc o tablet”, remarcó Ortale. Sin embargo, el 78,8% manifestó no haber tenido problemas de acceso a las tareas escolares.
Con respecto a la frecuencia de recepción de las tareas escolares solicitadas por la escuela durante el ASPO, el sondeo arrojó que la mayoría (66 %) señaló que los niños, niñas y adolescentes recibían las tareas escolares tres o más veces por semana (casi la mitad todos los días), y en segunda instancia (22,8%) que las recibían “entre una y dos veces por semana”. Los medios utilizados por la escuela para entregar las tareas escolares fueron: “grupos de WhatsApp” (28,7%), y en menor medida: “plataforma educativa virtual” (21,3%) “reuniones virtuales” (18,4%), “correo electrónico” (14,4%), “WhatsApp personal” (13,3%).
La realización de tareas escolares fue generalizada en los niveles primario (94%) y secundario (92%), siendo el nivel inicial el de menor participación en las tareas enviadas por las escuelas (87%). En lo que refiere a la frecuencia semanal de realización de las tareas escolares por parte de niños, un 50,6% indicó que las realizaba “algunos días”; seguido por el 42,2% que afirmó que las realizaba “todos los días”.
Cabe decir que en el 67% de los casos, las horas promedio por día dedicadas a las tareas escolares, concentra a quienes dedicaban entre 2 y 4 horas. En relación a la frecuencia de las clases sincrónicas virtuales durante el aislamiento (ASPO), la respuesta “nunca” se registró en el 28,4%; el 40% entre una y dos veces por semana y el 24% tenía clases sincrónicas entre 3 y 5 veces a la semana.
El trabajo también tuvo en cuenta la percepción de las directoras de los colegios públicos y privados de los tres municipios. Del análisis elaborado en base a 60 entrevistas que les fueron realizadas se desprende que:
• En el ámbito público, ante las dificultades de conectividad o falta de dispositivos en los hogares, el envío de tareas y actividades por WhatsApp se complementó con la entrega de cuadernillos impresos enviados por la Dirección General de Educación o confeccionados por los mismos docentes. En general, el reparto de este material se realizó durante las entregas de mercadería del Servicio Alimentario Escolar (SAE) y, en algunos casos, los mismos directivos y docentes acercaron el material a los domicilios de las familias. El uso de plataformas como Zoom para clases sincrónicas, Google Classroom o Facebook, fue señalado aunque en menor proporción.
• En cuanto a las instituciones educativas privadas, las dificultades de conectividad en los hogares no fueron reportadas como fuente de preocupación y, consecuentemente, apareció un uso complementario sistematizado de otras plataformas (Classroom, plataforma propia, correo electrónico, Zoom) así como el dictado de clases sincrónicas con frecuencia diaria o semanal según la institución.
• Los directivos de los 3 niveles expresaron que observaron un descenso en el nivel de respuesta de las familias luego del receso invernal.
Ortale señaló que, “del estudio realizado se desprende que durante el ASPO la organización doméstica y del cuidado ha recaído fuertemente en las mujeres, quienes sobrellevaron una importante sobrecarga en las tareas del hogar. Por otro lado, pese a las adversidades y al carácter abrupto del cambio que implicó la no presencialidad de los niños, niñas y adolescentes en la escuela, la mayor parte de los hogares encuestados pudieron sostener el contacto sistemático con la escuela y sus docentes (esta apreciación también es compartida por las directoras entrevistadas)”.Por otro lado es interesante destacar que la evaluación que los encuestados han hecho sobre las propuestas de las escuelas dan cuenta de un importante grado de conformidad sobre la suficiencia y adecuación de las mismas.
De este modo, si bien no se logró recrear el entorno de inclusión de la presencialidad, de diversos y desiguales modos, el vínculo familias-escuelas se sostuvo.
A modo de conclusión la investigadora destacó dos cuestiones: “Por un lado una situación ampliamente documentada que se perpetúa y que se ha profundizado con las medidas de control de la pandemia: las cargas en las tareas domésticas y de cuidado en el hogar que pesan sobre las mujeres y que expresan las desigualdades de género. Por otro, la necesidad de ser cautos a la hora de manifestarnos acerca de lo imperativo de la educación presencial en un contexto extraordinario como el que nos toca vivir. No está de más decir que en 2017, 64.000 niños, niñas y adolescentes (el 31% de la matrícula escolar de La Plata, Berisso y Ensenada) iban a la escuela en transporte público, dato que cabe calibrar epidemiológicamente. Nuestros resultados, encontrados a fines de 2020, no abonan la apreciación de trayectorias educativas truncas y/o de un desenganche generalizado en el vínculo alumnos/escuela. Por el contrario, observamos una fuerte apuesta de los hogares, de los chicos y de las escuelas para transitar el año escolar y responder a las expectativas curriculares, de la mejor manera posible. En este sentido, sí cabe el desafío de intensificar el acceso al equipamiento tecnológico de los niños y adolescentes escolarizados a fin de garantizar mayor igualdad en el sostenimiento de los procesos de enseñanza y aprendizaje”.
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Fuente: UNLP
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