A través del impulso de sus maestras se creó un espacio institucional de Educación Sexual Integral donde se debaten temáticas necesarias para abordar con niños y niñas, que antes estaban ausentes. “Las preguntas de los chicos y chicas que cuestionaban sus roles, nos desafiaron como adultos a hacernos estos interrogantes”, explicaron.
Luego de tres años de trabajo conjunto, de reuniones y reflexión sobre la educación y las temáticas respectivas a los géneros, un grupo de docentes logró institucionalizar la Comisión de Educación Sexual Integral (ESI) en la Escuela Graduada “Joaquín V. González”, dependiente de la UNLP.
La iniciativa surgió en 2016, “la idea fue sumar a todos los docentes que quisieran empezar a reunirse periódicamente y poner en cuestión sus ideas y concepciones, cada quien con sus propias historias, con la carga emocional que supone poner sobre la mesa aquello que nos constituye”, explicó la directora del colegio, Celeste Carli. A partir de esta puesta en común se planteó la necesidad de transmitir conocimientos precisos, confiables y actualizados sobre los distintos aspectos involucrados en la ESI, para promover actitudes responsables ante la sexualidad y procurar igualdad de trato para varones y mujeres.
Luego, a través de la Dirección de Inclusión Educativa de la prosecretaría de Asuntos Académicos de la UNLP, a cargo de la profesora Laura Agratti, llegaron cursos de capacitación que primero hicieron maestras de nivel inicial y luego se extendió a toda la escuela. Así, los docentes participaron del “Taller de Educación Sexual Integral en los colegios de la UNLP. Herramientas para la construcción de proyectos de enseñanza”, un espacio de formación y reflexión en torno a la implementación de la ley.
Según explicaron ellas mismas, las docentes de la Anexa descubrieron que algunas temáticas, algunos saberes necesarios a abordar con los niños y niñas estaban ausentes: “el conocimiento y el cuidado del cuerpo, el desarrollo de habilidades psicosociales y de comportamientos de autoprotección en el nivel inicial; el ejercicio de nuestros derechos, el respeto por la diversidad y por los diversos modos de vida, la valoración de la afectividad, el cuidado de la salud, comenzaron a ser objeto de reflexión al tiempo de pensar las secuencias de clase”, relataron.
“El proyecto institucional se gestó colectiva y horizontalmente desde las preguntas de los chicos y chicas de la escuela que cuestionaban por qué los varones siempre deben jugar al fútbol mientras las nenas bailan; por qué les dicen que los chicos no lloran, por qué no nombramos a las chicas cuando saludamos todas las tardes, por qué ellas tienen siempre la letra más linda o por qué se dice que se mata por amor”, contó Agratti. Y agregó: “estas preguntas nos desafiaron como adultos a hacernos estos interrogantes”.
A partir de este año, el trabajo de la Comisión de Educación Sexual Integral se amplió, incorporando la participación de las familias. Así, en el marco del proyecto institucional se organizó “(Re)pensándonos”, el primer encuentro entre familia y escuela. De la jornada participaron niños, niñas, padres, madres, maestras, maestros y profesores que recorrieron diversos talleres: dramatización, lectura, audiovisual y plástica. Las propuestas invitaron a pensar cuestiones tales como los estereotipos de género, el lugar de los medios gráficos en la construcción de subjetividades, el acoso callejero, el ser hombre y el ser mujer en estos tiempos.
Como conclusión pedagógica, desde la dirección política de la institución, su directora, Celeste Carli remarcó: “la perspectiva de la ESI nos hace repensar la forma en que se enseña. No se enseña sólo desde lo que se dice sino también desde lo que se hace, desde la forma en que se promueven o no las relaciones de igualdad de género en la escuela, desde la manera en que se interviene en el aula. La educación sexual cuestiona nuestras prácticas y pone en jaque nuestros prejuicios y representaciones”.
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