David Nillni declaró en la audiencia 39 del Juicio Brigadas, el juicio unificado por los crímenes de lesa humanidad cometidos en Pozo de Banfield, Quilmes y Lanús que juzga 17 represores, entre ellos Miguel Etchecolatz. Relató su vida junto a la militante del PRT, trabajadora de IOMA y estudiante de Veterinarias que fue secuestrada en La Plata en octubre de 1976. “Cuando una persona es desaparecida de manera forzosa, es deportada y es trasladada, es igual a lo que hicieron los nazis. Eso se llama terrorismo de Estado y es un delito de lesa humanidad”, calificó de manera contundente
Por: Ramiro Laterza | Edición: Julia Varela
Inés María Pedemonte nació el 8 de diciembre de 1940 y fue secuestrada el 8 de octubre de 1976, a sus 36 años, cuando era estudiante de Veterinarias UNLP y trabajadora de la obra social IOMA.
“Esta es la foto de Inés, pero Inés no es una foto, fue una persona de carne y hueso, que sentía, amaba y luchaba por algo distinto”, comenzó relatando su compañero de vida, David Horacio Nillni, 45 años después del oscuro día en el que fue a la casa y una vecina le relató cómo personas encapuchadas habían secuestrado a su esposa y madre de su hijo.
Historia familiar
El abuelo de Inés era Carlos Pedemonte quien, junto a otras personas fue parte de la construcción edilicia de la ciudad de La Plata: “La parte fluvial del palacio municipal, por ejemplo, fue hecha por él”, recordó David sobre su suegro. “Uno de los hijos fue Juan Carlos, abogado y padre de 7 hijas junto a Josefina García: la menor de ellas era Inés”.
Las hermanas de Inés eran maestras rurales, en Buenos Aires, Tucumán, Santiago del Estero; excepto Josefina e Inés. Mientras Inés cursaba Veterinaria trabajaba en IOMA y era delegada de ATE en su puesto de trabajo. Se casó con David Nillni en agosto de 1968 y, tres años después, tuvieron a su hijo: Sergio Alejandro.
David nació en abril de 1947 en Buenos Aires. Se crió en el seno de una familia judía, se educó en la escuela pública y, a los 20 años, liberado del servicio militar, se instaló en La Plata para estudiar medicina. Acá conoció a Inés y se casó con ella. Comenzaron ambos distintas formas militantes en Centros de Estudiantes y, ella, en el PRT.
“Inés fue una persona que tenía pensamientos diferentes al gobierno de ese momento. Quería un mundo mejor, que todo el mundo tenga acceso a la cultura, educación”, reflexionó mientras contaba que vivían en una casa propia en Tolosa, en la calle 3 entre 528 bis y 529. Recordó a cada vecino frente al Tribunal que lo veía mediante la cámara del Zoom. Mencionó a la familia de vecinos de enfrente, del lado izquierdo y del lado derecho de la casa. “Nuestra casa era concurrida por mucha gente, había muchos libros, ella tenía una cultura muy amplia, muy lectora y, cuando estábamos en los centros de estudiantes, ella colaboraba con quienes tenían inconvenientes en el estudio. Por allí pasaba un montón de gente. Hacíamos festejos con los vecinos: nacimientos, fin de año, incluso pasó por allí mucha gente que fue secuestrada y desaparecida; Horacio Úngaro o su propia hermana, Josefina, que en octubre de 1976 fue secuestrada delante de sus tres hijos.
Cuando llegó el golpe de estado, incluso años antes, en la militancia ya se conocía que existían las persecuciones y que comenzaba a haber desaparecidos. David lo expresó con sus palabras: “Tuvimos diferencias ideológicas. No podíamos dormir a la noche de los tiros que escuchábamos, los frenos y nos sentimos muy mal. Decidimos vender la casa y comprar otra en la calle 64 entre 26 y 27. Ella iba a vivir ahí y yo en otra casa con nuestro hijo”, explicó como contexto previo al día que ocurrió lo peor para la familia.
Un sábado que David cursaba Medicina y tenía una clase de Psiquiatría en el Hospital Melchor Romero, Inés tenía que buscar a su hijo por la casa. Pero cuando David llegó a su casa el niño estaba parado en la vereda. Su mamá no había pasado. “Jamás se me cruzó la idea que la podían haber secuestrado. Recuerdo que fuimos a la casa de 68, caminé por ese pasillo y vi que estaba la puerta abierta. No entendía”, expresó David sobre los minutos que cambiaron su vida para siempre.
Fue una vecina, una señora mayor, que se animó a salir y a contarle la noticia: personas encapuchadas irrumpieron a la madrugada anterior en la casa y se llevaron a Inés Pedemonte cuando recién comenzaba el día.
Búsqueda
David estaba muy mal y, a los pocos días, se reunió con la mujer de Horacio Matoso. Ella le contó que también habían secuestrado a su compañero esa misma noche.
David decidió explicar de manera precisa cuáles fueron los problemas que hicieron que, seis meses después, en abril de 1977 tuvo que exiliarse por ser perseguido. En aquel momento trabajaba en el Servicio Correccional y su jefe le dio permiso para pedir una carpeta médica. En marzo de 1977 tenía que rendir un examen en el Hospital San Martín y allí se encontró con un compañero de Facultad que le advirtió que lo venían buscando: “A las 48 horas de eso me pude ir del país con la ayuda de Daniel Racanati, representante de la Agencia Judía; Dany sacó a más de 500 personas perseguidas del país; tanto judíos como no judíos”, recordó sobre su exilio a Beersheva, Israel.
Marta Húngaro, Marta Pedemonte (una de las hermanas) y Alfredo Bravo realizaron Hábeas Corpus por Inés. También pedían por Josefina Pedemonte, que continúa desaparecida.
Durante los días previos al exilio, mientras hacía algunos trámites en el Banco Crédito Provincial de La Plata, donde David aún debía un cuarto del dinero de la casa que había comprado con Inés, un trabajador le contó que tenían la obligación de hacer demorar a las personas anotadas en una lista, para que vengan a detenerlos.
David también contó como su hermano, que era biólogo, iba a ser nombrado con un cargo en el Hospital Israelita pero le rebotaron el ingreso y como luego intenta ingresar a otro trabajo en Salta pero, al mostrar su identificación, le negaron el el cargo. Un mes después del exilio de David, su hermano también se fue del país.
Reflexión y su vida
“Pudimos haber cometido errores o no. Pero cuando existe la democracia, si se considera que hicimos algo fuera de la ley, tiene que haber un juicio justo con garantías constitucionales. Pero cuando una persona es desaparecida de manera forzosa, es deportada, es trasladada, es igual a lo que hicieron los nazis. Eso se llama terrorismo de Estado y es un delito de lesa humanidad”, calificó de manera contundente.
Desde Israel, junto a otro grupo de personas, logró formar la Comisión de Desaparecidos de Argentina y comenzar a trabajar en el pedido por sus familiares. “Nos presentamos en el parlamento israelí, presentamos una lista de nuestros desaparecidos y, en 1979, un legislador de ese país se presentó en el Ministerio del Interior argentino, pero tuvo una contestación banal, que no sabían. Nos dijeron que las personas que buscábamos se habían ido del país”.
En 1984, también desde Israel, se presentó el legajo por la desaparición de Inés. Un año antes le iban a dar un premio honorífico al embajador argentino, el Brigadier Jorge Tamborini: “Hicimos lo imposible a través de radios y diarios para que no se otorgue, y lo conseguimos”.
En 1986 David regresó a Argentina y se reencontró con otros familiares de víctimas del terrorismo de Estado. En uno de esos actos de conmemoración, en Buenos Aires, recordó que se le acercó alguien. “Era una persona de mi estatura y de pelo largo y blanco”. Era Nilda Eloy. “Quiero contarte que estuve con Inés, me dijo y me corrió un escalofrío muy fuerte”. En palabras de Nilda: “Inés me dijo que Sergio (el hijo de ambos) iba a estar en muy buenas manos y protegido, que estaba muy tranquila”. Nilda Eloy, pieza fundamental de la reconstrucción de la memoria y de los organismos de derechos humanos, que falleció hace 3 años, también le detalló cómo fue el cautiverio que compartió con Inés Pedemonte, Nora Úngaro, Horacio Matoso y más.
Durante los últimos años de investigación y juicios se supo que Inés fue vista en varios campos de concentración: en el Pozo de Arana, el Pozo de Banfield, la Brigada de Investigaciones de Avellaneda, El Vesubio y en Campo de Mayo.
Reparacion histórica
El mismo día de su secuestro, las autoridades que habían intervenido el IOMA habían dejado cesante a Inés y estuvieron a punto de quemarlo su expediente. Sin embargo, el papel pudo ser rescatado y conservado por las Madres de Plaza de Mayo. Así fue que, en 2013 la obra social realizó un acto de reparación histórica y entregó a Sergio, hijo de Inés y David, una copia del legajo.
David también realizó un repaso sobre ciertos actos conmemorativos en honor a inés Pedemonte que se han realizado los últimos años: en 2010 se consiguió el cambio de carátula a Desaparición Forzada; en IOMA se realizaron una gigantografía en sus oficinas. También hay una calle con el nombre en la Facultad de Veterinaria. En 2014 colocaron una “baldosa de la memoria” con el nombre de Inés (que tiene que se reparada). David también mencionó un documental del Director Victor Ramos donde él da testimonio y, finalmente, contó que en 2014 publicó un libro titulado “Guerrillero y soldado. Una vida entre La Plata y Beerseba”, donde cuenta su vida y relata lo que sucedió durante aquellos años de plomo. El libro se encuentra en bibliotecas de todo el mundo: en La Plata en la Comisión Provincial por la Memoria, pero también en el Congreso Nacional, en Uruguay, Israel y Nueva York.
Palabras del final
“Pasaron 45 años de este hecho la herida no está cerrada. Un pueblo es similar a un cuerpo humano: mientras persiste la enfermedad no hay curación, curar es cambiar de un estado a otro. Hablé de reparación histórica e individual. Pero también hay para el colectivo que es el primordial. Hoy declaré por el secuestro de Ines Pedemonte. Mi intención es mantener vivo el mensaje de muchos de los desaparecidos: un mundo mejor, buena educación, salud, vacaciones dignas, un trabajo, mantenerse sin sobresaltos, planificar un futuro, caminar tranquilo por las calles, una cama caliente, techo seguro y sentir que la vida es hermosa y posible de disfrutar”, dijo David al final.
Todos los martes, Pulso Noticias y La retaguardia transmiten en vivo. Podés seguir la transmisión por el canal de Youtube de La retaguardia y por nuestro twitter. Todas las crónicas de las audiencias las podés encontrar en juiciobrigadas.wordpress.com
Es melómano y amiguero. También es periodista, docente, trabajador cultural y militante. Nació y se crió en Necochea y ahora hace más de 15 años que corta por diagonales.
Su vicio lo lleva a la sección Cultura de Pulso, pero también se puede mover por Política, Interés General y Derechos Humanos. Hace trabajos radiales para la cooperativa y da una mano para la cuestión de recursos, suscripciones, cocinar para todxs o lo que pinte. Su moto y su ansiedad lo llevan a ser de lxs más puntuales del emprendimiento.
Traficante de stikers. Julia no se acuerda cuando decidió convertirse en periodista, pero a los 11 años escribió un cuento: un fideo de barrio armaba una revolución en la alacena para no morir en la olla. Ella cree que ahí empezó todo, y puede que tenga razón. Nació en Bahía Blanca, una ciudad donde hay demasiado viento, Fuerzas Armadas y un diario impune.
En 2012 recibió un llamado: al día siguiente se fue a Paraguay a cubrir el golpe de Estado a Fernando Lugo. Volvió dos meses después, hincha de Cerro Porteño y hablando en guaraní. Trabajó en varios medios de La Plata y Buenos Aires cubriendo géneros, justicia y derechos humanos. Es docente de Herramientas digitales en ETER y dio clases en la UNLP y en la UNLZ.
Tiene una app para todo, es fundamentalista del excel e intenta entender de qué va el periodismo en esta era transmedia.