Pablo Piccoli Bornia se recibió hace dos años en la UNLP. Utiliza su tiempo, su conocimiento y su impresora 3D para producir las máscaras “tapacaras” que utilizan los médicos y medicas para evitar el contagio del COVID19. “Cuando vi que podía aportar en algo, no lo dude”, contó a Pulso Noticias
Pablo podría ser un platense más, un argentino más o quizás es uno de los tantos jóvenes graduados de Ingeniería de la UNLP. Sin embargo, a dos años de su egreso e instalado hace uno en la Ciudad de Buenos Aires, trabajando en Energías Renovables para el gobierno, el muchacho del barrio La Loma tuvo un momento de reflexión y dos días antes de la Cuarentena Obligatoria cerró su departamento porteño y se volvió a la casa de sus papás.
“Vine para La Plata para estar con mi familia y para dedicarle a mi proyecto mientras estoy aislado”, comenzó explicando a Pulso Noticias respecto a su idea de meterle a “Colillas 32%”, un portacolillas de cigarros que patentó y lanzó a las redes hace dos meses.
Sin embargo, el día que llegó a su casa y decidió junto a su familia respetar la cuarentena a rajatabla, un amigo le mandó un link que cambió su plan: Josef Prusa, el checo impulsor de la impresión 3d en el mundo había subido un modelo para hacer mascarillas “tapacaras”, que sirven para que el virus COVID no entre en contacto con las mucosas y no contagie.
“Me di cuenta que era totalmente factible hacerlo, así que le avisé a un tío que es médico”, relató Pablo a Pulso Noticias. Ahí nomas guardó los portacolillas, montó su impresora 3D, un rollo de plástico que tenía y recibió radiografías limpias para empezar a hacer estas mascarillas.
El ingeniero realizó ya unas 40 mascarillas que protegen a los trabajadores de la salud, entregó unas 20 a su tío, el médico local Federico Giachello, quien redistribuyó a otros colegas y ahora viene produciendo para un hospital de Berazategui. “La impresora es para producir las vinchas y tarda 4 horas y media cada 3 de ellas, así que hago 6 mascarillas por día utilizando la máquina casi todo el día”, relató.
Pablo, de 25 años, dedica horas de su vida en aislamiento y utiliza su impresora personal y su conocimiento técnico sin cobrar dinero por este aporte a la sociedad. Solo necesita que le acerquen el material para hacer la vincha (que es lo que arma la máquina 3D) y las radiografías.
Según explicó, para la vincha se usa material PLA, un termoplástico que es compostable, es decir que se puede biodegradar y no contamina, y para la parte de adelante se utiliza acetato, por ejemplo radiografías limpias o también con PET, el material con el que están hechas las botellas.
“Me pareció que era importante interrumpir la producción normal de mi emprendimiento y meterme con esto, ya que claramente estamos pasando por una situación atípica, que nos está pegando, en mayor o menor medida, a todos en el país… no lo dudé cuando vi que yo podía hacer algo”, expresó sinceramente a este portal. “No cobro por el trabajo, no lo pienso hacer durante la pandemia y luego volveré a mis actividades normales”, agregó.
El conocimiento colectivo
Así como Pablo brinda a la sociedad ciertas herramientas, tiempo y conocimiento, y así como el ingeniero de República Checa diseñó la mascarilla y la publicó gratuitamente por internet para todo el mundo, se puede ver que el conocimiento y el trabajo es, en algún sentido, colectivo, es algo público y de la sociedad que, puesto en manos honrosas, puede ayudar a la humanidad.
“Ante situaciones tan extraordinarias como las que estamos viviendo, es imperioso que las personas que tienen ideas o conocimientos técnicos que pueden salvar mucha gente, las desarrollen, encuentren apoyo de la sociedad y lo den gratuitamente, porque estamos hablando de la vida de la gente y en esto tenemos que estar todos juntos”, reflexiona. “Que haya personas como Josef que hayan puesto su conocimiento al beneficio de la humanidad es buenisimo”.
Piccoli Bornia estudió Ingeniería Química en la UNLP. Es interesante entender en qué medida la academia sugiere la utilización de los saberes técnicos para el bien de la humanidad: “varios de mis compañeros de carrera al terminarla hicieron voluntariados como Ingenieros Sin Fronteras, que ponen parte de su conocimiento para hacer ducha solares con materiales reciclados para quienes no pueden acceder a duchas de agua caliente”, ejemplificó. “Algo de eso hay, se han comprometido en poner sus conocimiento al servicio de las personas”, finalizó.
El proyecto ambientalista de este joven ingeniero para tirar los residuos del cigarrillo se puede encontrar en las redes sociales como @32Colillas
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