Investigadores del CONICET y la UNLP realizaron un estudio donde se recopilan las principales dificultades que atraviesan los barrios de la periferia platense en medio de la pandemia. Sus resultados fueron puestos a disposición del gobierno para pensar las políticas públicas
Si algo viene quedando en evidencia desde el decreto del Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio es que la machacada consigna de #QuedateEnCasa no puede ser igual para todos, sino que depende de las condiciones sociales y económicas de los habitantes. Dicho en otras palabras, no es lo mismo el aislamiento en un departamento de 8 y 55 que en una pequeña casilla de barrio Aeropuerto donde viven varias personas.
Tampoco puede ser lo mismo para aquellas personas que tienen un trabajo estable y desarrollan tareas desde sus casas (o bien en la calle con el permiso de excepción) que para aquellos que se las rebuscan a diario con changas o trabajos informales, que este contexto redujo considerablemente por razones obvias.
Todo ello fue relevado en un trabajo coordinado de una red de científicos y académicos que a su vez contactaron a grupos de trabajo de distintas universidades para que enviaran un cuestionario a referentes territoriales como líderes comunitarios, religiosos, indígenas o responsables de organizaciones barriales para dar cuenta de todas las dificultades.
El informe completo puede descargarse en el enlace de este link
“Las respuestas –recibidas entre el 23 y 25 de marzo– fueron alrededor de 1600 en todo el país, y se sintetizaron en un informe que estuvo terminado en apenas tres días, cuando se entregó al Poder Ejecutivo Nacional para su utilización como base a la hora de decidir las políticas públicas a implementar”, expresaron desde el Conicet.
Como el trabajo se dividió por regiones, lo que sucede en la ciudad –especialmente de los barrios de la periferia– quedó plasmado en el apartado del Gran La Plata, que incluye también a Berisso, Ensenada, Berazategui y Quilmes.
El problema en la región
De 69 reportes correspondientes al Gran La Plata, 14 indicaron un acatamiento de las medidas de aislamiento en su enorme mayoría y 41 un acatamiento parcial. De los restantes, 8 manifestaron que no se acató la disposición, según sostiene el informe.
En la región, participaron más de 30 becarios e investigadores del Conicet y docentes de distintas universidades. Además, se recibió la información de unos 40 referentes barriales. “En su mayoría responden referentes sociales o militantes políticos de organizaciones sociales, trabajadores/as de la economía informal”, indicaron.
En la mayoría de los reportes se trata de población residente en zonas urbanas y rural-urbanas periféricas de La Plata (sólo 2 reportes corresponden al casco céntrico del municipio de La Plata y de Berisso), mayormente de sectores de bajos ingresos. La población comprende en una gran proporción familias migrantes de países periféricos, cuyos ingresos provienen de trabajos informales, cartoneo y otras changas.
Según concluye la investigación, en casi todos los barrios relevados el problema principal radica en el ingreso monetario para el sostenimiento familiar, ya que se trata de una población cuya circulación fuera del barrio se caracteriza por el acceso a trabajos informales.
Pero también identifican las condiciones de viviendas más precarias y el hacinamiento como otra gran dificultad para poder cumplir con el aislamiento en la vivienda- “La medida se entiende como ´quedarse en el barrio´, ya que ´quedarse en casa´ todo el día resulta impracticable debido a la falta de espacio, de elementos de juego, carencia de internet y/o televisión”, expresaron.
También, los problemas en las zonas de producción florihortícula, donde hay una necesidad de mayor movimiento y organización para comercializar producción por vías alternativas, dado la importante reducción de camiones para trabajar en el Mercado Central.
“En su mayoría, se trata de barrios que se han conformado a partir de un proceso de toma de tierras, cuyas condiciones habitacionales son de extrema vulnerabilidad con viviendas precarias, de chapa o madera, en algunos pocos casos pisos de cemento, y sin baños al interior de la vivienda”, indicaron.
El drama del hacinamiento
En las zonas en las que se presenta una mayor parte de viviendas de material, las condiciones de hacinamiento son mayores. “En todos ellos se manifiestan numerosos problemas de infraestructura y acceso a servicios: no hay cloacas, calles intransitables en los días de lluvia, conexiones eléctricas deficientes y acceso a agua potable corriente defectuoso o directamente se abastece de pozo, la recolección municipal de residuos no se realiza”, detalla el relevamiento.
En estos casos, se manifestó en su mayoría un acatamiento parcial de la medida de aislamiento ante la epidemia COVID-19. Se trata de zonas como el Barrio José Luis Cabezas y El Dique en Ensenada, Barrio Aeropuerto, Villa Alba, Las Vías y La 90 en Villa Elvira, Barrio Las Quintas en San Carlos, Barrio El Progreso en Villa Elisa, Barrio El Sueño entre Tolosa y Melchor Romero, Abasto, Barrios Altos de San Lorenzo y Puente de Fierro, Arturo Seguí, Barrio el Mercadito en Ringuelet, Barrio El churrasco y Barrio La Unión en Tolosa.
En muy pocos reportes (8) se indicó que no se acató la medida (Villa Alba, Barrio Aeropuerto, Las Vías y La 90 en Villa Elvira, Barrios Altos de San Lorenzo y Barrio Puente de Fierro, Barrio La Unión en Tolosa, Barrio Nuevo en Ringuelet, Barrio Villa Argüello en Berisso).
En el caso de la zona rural-urbana (Poblet, Arana, El Pato, Abasto, Lisandro Olmos, Parque Pereyra Iraola, Arturo Seguí, Florencio Varela, Ezpeleta, Berazategui, Barrio Los Talas en Berisso) la población comprende en su mayoría familias migrantes (Bolivia, Paraguay y migrantes del interior de las provincias del noreste del país) abocadas a la producción florifrutihortícola.
Según el estudio, se trata de una población que permanece la gran mayoría de las horas del día “abocada al trabajo de las quintas, a la cosecha, acopio, embalaje, carga y venta de las verduras producidas dentro del predio que trabaja”. En pocas ocasiones se traslada fuera del barrio (para la gestión de trámites o salidas de recreación), por lo que en estos casos, se manifestó en su mayoría un mayor acatamiento de la medida de aislamiento ante la epidemia COVID-19.
“La consecuencia directa que se observa es un aumento en la cantidad de personas que acuden a ollas y merenderos populares, algo que “da cuenta del fortalecimiento de las redes organizacionales que ya existían en los barrios como manera de que el Estado llegue de modo más rápido y eficaz a estas familias”, apuntan los expertos.
La lista de cuestiones observadas a partir del relevamiento sigue con otras igualmente graves como el aumento de casos de violencia de género e intrafamiliar, precisamente derivado del confinamiento en los hogares, y las complicaciones para la continuación escolar debido a la falta de dispositivos tecnológicos o conectividad a Internet del barrio.
Las prioridades
Como resultado del relevamiento, los investigadores sintetizaron algunas de las prioridades para mitigar los efectos de la crisis económica y sanitaria en los barrios periféricos. En primer lugar, sobre la provisión de alimentos: garantizar aprovisionamiento constante en comedores, monitorear precios a nivel de los comercios de proximidad y extensión de la tarjeta alimentaria, entre otras.
Respecto al acceso a la salud e higiene, el estudio recomienda reforzar las salas de atención primaria, como así también asegurar la entrega de recetas y medicamentos para enfermos crónicos y tercera edad. También monitorear el abastecimiento de elementos de higiene a familias y responsables de comedores y asegurar la recolección de residuos y la higiene ambiental por parte de los municipios.
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