Al Lobo le costó hacer pie en la primera parte del año y así complicó su permanencia en Primera. En la segunda mitad, se renovó y llegó a jugar la final de la Copa Argentina
Gimnasia arrancó el año futbolístico con Facundo Sava como entrenador luego del mal paso de Mariano Soso. Bajo la conducción del Colorado el equipo cosechó nueve puntos producto de dos triunfos, tres empates y siete derrotas, con lo cual el ciclo duró apenas doce partidos. Es cierto que el Lobo ya venía golpeado, porque nunca pudo hacer pie de la mano de Soso. Intentó jugar un fútbol que jamás le resultó productivo, ni en la idea ni mucho menos en la ejecución.
Si bien de la mano del exgoleador tuvo algunos puntos altos, lo cierto es que tras algunas derrotas en fila, el Indio Ortíz asumió el cargo de manera interina y pudo culminar el primer semestre con el ánimo renovado, igualando con Independiente como visitante y con Boca -que se consagró campeón en el Bosque- y venciendo a Newell’s para cerrar el torneo con un triunfo.
Con la necesidad de sumar para engrosar el promedio, todos los caminos se cruzaron para que Pedro Troglio vuelva a hacerse cargo del equipo. Y así fue. Tras su paso por Universitario de Perú, se produjo su regreso al club albiazul.
Sus primeros meses habría que dividirlos en dos. Por un lado su plantel demostró que tiene que con qué hacerle frente a cualquier equipo y por el otro también mostró que a veces no es muy difícil vencerlo. Incluso supo hacer mejores partidos contra rivales de gran jerarquía.
En la Copa Argentina mostró su mejor cara, donde eliminó nada menos que a Boca y a River, entre otros, para llegar a jugar la final ante Rosario Central, en la cual estuvo a la altura de las circunstancias pero los penales le jugaron una mala pasada y terminó mordiendo el polvo de la derrota.
Pero este cierre de año esperanzador no es casualidad. La presencia de Troglio para Gimnasia siempre es buena. Le da lugar a los juveniles y los hace mejores jugadores, como los casos de Guiffrey, Tijanovich, Matías Gómez y ni hablar de Matías Melluso, la gran aparición tripera en este 2018, tanto que le “robó” el lugar al legendario Lucas Licht en la banda izquierda.
Los hinchas volvieron a dar muestras de ese amor incondicional con las movilizaciones de más de 10.000 personas a Mar del Plata y unas 15.000 a Mendoza, sumado a que siempre copó el estadio del Bosque.
Todos estos buenos aires parecieron derrumbarse con la extraña salida de Fabián Rinaudo, quien se fue a jugar a Rosario Central cambio de un miilón de dólares. Habrá que ver cómo se hace para suplirlo (parece que con Franco Mussis) y si esa entrada de dinero más la de los pases de Magallán y Meza le sirven al club para sanearse económicamente y, de una vez por todas, despegar para ir por el objetivo máximo.
Así es entonces como Gimnasia cierra un año irregular, pero con la certeza de que si se anima, puede y tiene con qué. Tendrá que saber capitalizarlo y creer en sí mismo para que el 2019 sea aún mejor.
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