Laura Elena Moyano sobrevivió a un intento de travesticidio y hace tiempo empezó a escribir literatura y textos cortos. Como parte del juego y a modo de excusa, empezamos a hacer girar la rueda de las letras y aportale un poco de oxígeno a algunos futuros que se adivinan hostiles
La nueva figura
El día que mi vieja dejaba sus 63 años desperté temprano. Habíamos acordado con mi viejo que ese domingo estaríamos atentos a los números que salían en la quiniela. La espié por el ventiluz del baño y vi que untaba dulce de leche en una masa esponjosa. La luz le daba de frente. Protegida por la cortina apenas de lado, iluminaba los pedazos de duraznos y el reflejo de una permanente abultada. Soltó la espátula. Se limpió la mano en la rejilla húmeda y subió el volumen de la radio: “El intendente de La Plata dijo que nunca le daría trabajo a los travestis, cuando hay tantas madres y padres desocupados. En todo caso, los ayudaría con atención psicológica o médica. A su vez dichas declaraciones…”, decía una voz.
Entré a la cocina y de un tirón sacó el enchufe. La mano en el pecho y la boca semiabierta se transformó en una sonrisa al verme. Me abrazó fuerte a pesar de no ser demostrativa.
–Poneme la Pantoja, –me dijo. No la saludé porque aún no había nacido. En casa todos sabíamos la hora en que nacimos. Mi cara de culo era magistral. Negué que me pasara algo. Subí al auto y esperé a que mi viejo esquivara al vecino que le decía: “Tu hija no es como los otros putos. No le va a pasar nada”. Fuimos a buscar el regalo que olvidé en la casa de mi amiga. ¿Qué le compraste al final?
–Un perfume. Ella ya lo sabe…
Florencia sostenía dos paquetes, cuando subió me mostró una foto en el celular. Le temblaba la mano y a mi el mentón al ver la cara de Vicky “La Minaya”.
Las abogadas de la ONG le contaron que, luego de limpiar el patio, salió a tirar la basura. Una voz amenazante se hizo filtro en la sala: “Ustedes son los votos de la chorra”. Llegamos con cara de poker, así lo pactamos.
Teníamos miedo. En Córdoba, hacía un mes atrás, Laura Moyano había sido asesinada. Ella no era yo. Nos diferenciaba el segundo nombre. Recuerdo sentir que a las personas les hervía la sangre. Les incomodaba nuestra existencia. Ocupar espacios. No estabamos en una agenda afectiva.
La televisión estaba encendida, pero muda. Después de almorzar preparamos el café. Buscamos la torta. Colocamos las velas y caminamos con Flor hasta el comedor cerca de mi madre. Las velas no querían apagarse. Las palmas agitándose por los deseos de mamá entre risas. Miré a mi madre frente al televisor. La pantalla en rojo de Crónica TV: “el cuerpo de Diana Sacayán”, decían.
Antes de arruinar el festejo pensé en guardar una porción de torta porque la “Minaya” era dulcera.
Somos un medio de comunicación cooperativo que se conformó luego de los despidos ilegales en el diario Hoy y en la radio Red 92 de La Plata, sucedidos a principios de 2018.
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