Pedro Ferrín, conocido por todos como el “Ruso”, le brindó una entrevista al sitio oficial de Estudiantes. Desde los 16 años el Ruso decidió no jugar más a la pelota y cambiar los cortos y la camiseta por un secador con el que emparejó el primer camión de tierra que hizo traer para hacer la cancha auxiliar, su debut como “canchero”; una pasión y un oficio que a sus 72 años luce con orgullo, aunque aclara: “Si tengo que barrer, barro, lo que el club me pida. No tengo problema”. En plena obra para finalizar el estadio y cumplir prontamente el sueño, Ferrín cuenta cómo comenzó su historia en Estudiantes y asegura: “No me quiero ir nunca, me quiero morir acá”.
El “Ruso” empezó, como todo joven, con el sueño de ser futbolista. Llegó a debutar en la recordada “Tercera que Mata”, aunque un episodio durante un partido en Rosario lo hizo cambiar radicalmente su elección de vida. A partir de ese entonces, con menos de 18 años, habló con la dirigencia de turno y le planteó que quería ayudar a Estudiantes desde otro lugar. Así empezó, con un camión de tierra y un secador en la mano, con los que dio vida a la cancha auxiliar de 1 y 55, primer gran trabajo de su carrera que marcaría un antes y un después.
“A los 16 años debuté en la Tercera que Mata, reemplacé a Malbernat y jugué varios partidos en reserva también. Un día estaba Don Miguel Ignomiriello, otro grande del club, y me llevó a cancha de Boca a jugar contra la quinta. Después también fui a Rosario y ese día me golpeé la cabeza jugando para la tercera, me trajeron a La Plata en el auto y me internaron en Romero. Al poco tiempo volví a entrenar acá en 1, me descompensé y no podía ver. A la noche me tuvieron en casa, al otro día me levanté bien y vine para decirle a Paco Cortés (dirigente de fútbol amateur de ese momento) que no jugaba más pero que quería seguir trabajando para el club”, contó en un mano a mano con el Sitio Oficial.
Sentado, pegado al “Paseo de los Profesores”, Ferrín mira el avance de las obras, la imponente tribuna de 55 y se emociona. Estudiantes es un sentimiento, es su familia, su vida. Y continúa con el recuerdo: “Le planteé a ‘Paco’ que quería hacer una cancha auxiliar para que las inferiores jueguen en el mismo predio que la primera. Hice traer un camión de tierra y con un secador que traje de mi casa empezó todo. Me decían que estaba loco, pero acá la tenemos, todavía está y pese a que llovió no hay una sola gota de agua arriba”, resalta, con orgullo, al rememorar cómo empezó todo.
“Tengo 72 años, sigo trabajando por el club y siempre digo que esta es mi casa, más que la mía. Yo vine a los 8 años acá y seguir estando me emociona mucho, se me caen las lágrimas. No me quiero ir nunca, me quiero morir acá. Hago todo. Soy canchero, pero hoy hay que ayudar al club y eso ya de por sí me emociona. Si tengo que barrer la oficina, lo hago, si tengo que limpiar el Paseo de los Profesores, también; corto el pasto, lo que el club me pida. No tengo problema”, asegura, mientras luce con orgullo su vestimenta roja y blanca, de pies a cabeza, y muestra la medalla con el escudo de Estudiantes que lleva siempre en su cuello.
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