Tras 118 partidos a su cargo, cumplió con su palabra luego del último partido de Argentina en el Mundial. Vuelve a trabajar en la Liga de Italia
Por Sergio Pomares para Pulso Noticias
¡Gracias! Es la primera palabra que puede surgir en relación a lo hecho por el platense Julio Velasco en la selección masculina de vóley de Argentina. Fueron cuatro años, en donde participó de Mundiales, Juegos Olímpicos, ganó los Juegos Panamericanos e hizo valer lo aprendido en tantos años y años fuera del país. Además, le dio importancia a las luchas sociales, como la oposición al 2×1 con beneficio a genocidas o el sostener la importancia de la educación pública.
Velasco ya había anunciado su salida hace unos meses, y hasta se presentó en una conferencia de prensa con su reemplazante: el múltiple campeón con Cruzeiro, Marcelo Méndez. Motivos familiares, ya que desde 1983 hasta 2014 estuvo en Europa y Asia, lo hicieron volver a su segunda casa: Italia. Ahí conducirá de nuevo al equipo del Módena, uno de los más importantes de la liga azurra.
Fueron 118 partidos, en un seleccionado de vóley masculino que lo más destacado que obtuvo a lo largo de su historia fue el bronce del Mundial 1982 o los Panamericanos 1995. Es decir, pedirle a Velasco los títulos que logró con los italianos sería imposible pero había que volver a poner a la Selección de igual a igual contra los mejores. Y él lo logró.
Victorias sobre Brasil, Estados Unidos, Serbia, Francia, la última de Polonia, el primer lugar en los Panamericanos 2015, la gran primera ronda en Río 2016, dos participaciones en Mundiales, fue algo de lo destacado en su paso, aunque quizás se pasa por alto la línea que bajó en Juveniles: ahí, Argentina salió campeón en varias categorías y algunos de a poco se ganan su lugar en la Mayor.
Todavía le quedan seis materias de Filosofía. Recuerda su pasado limpiando vidrios en un banco céntrico platense, su momento trabajando en el Colegio Nacional, el irse a Buenos Aires por trabajo y seguridad, que sus dirigidos le paguen la mitad del sueldo, el esconderse de las fotos en aquel Ferro o Selección por el temor referido al vivir en dictadura -su hermano fue secuestrado durante un mes y medio-, su amor por Estudiantes y Universitario, leer las Aventuras de Sandokán, su breve paso por el fútbol pincharrata, ser tentado a dirigir al Milan, el que lo valoren en Irán como lo hicieron con el Ché, volver a Argentina para devolverle algo de lo que le entregó la educación pública. Algunos de los detalles que dejó su carrera, por demás de los tantísimos títulos. Y lo que le resta, porque sigue y sigue trabajando.
“Fue un partido emocionante para mí porque fue el último como entrenador de la Selección. Sería mejor si hubiéramos ganado pero lamentablemente no pudimos. Definitivamente puedo decir que estoy orgulloso de mis jugadores por la performance durante todo el torneo”, fueron las últimas palabras del platense sobre el partido y cierre de ciclo. Emocionado, con más calma respecto a la de la epopeya contra Polonia en donde se viralizó su gesto de corta manga, dejó su mandato pero se mostró confiado del nuevo proceso que se viene para continuar con lo hecho.
Decimocuarta en el Mundial
Si de información hay que hablar, Argentina terminó el Mundial llegando a segunda fase -dos etapas previas antes de semifinales- en donde logró ganarle al último campeón. Ganó tres de los ocho encuentros jugados, venció a la tecnología cuando se dieron los tantísimos pedidos de challenge y se recuperó de la floja imagen ante Bélgica para finalizar sin rendirse a los pies de nadie.
Quedó en decimocuarta posición y aunque podría esperarse un lugar mejor, hizo que gran parte del país hablará del vóley, supieran o no del mismo, en un territorio atraído por el fútbol de caballeros. Alguien con suficiente experiencia nunca podría dejarse de lado aunque esté afuera, sea por alguna consulta o un posible regreso en la misma u otra función. Por ende, y aún más por ser platense… ¡gracias!
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