La publicidad en Internet es algo constante, la red sabe lo que deseamos y nos lo ofrece, pero ¿qué pasa cuando este mecanismo se traslada a nuestra subjetividad, a nuestras visiones políticas? Nuestra vida social queda inmersa en una burbuja donde las empresas hiperconcentradas nos manipulan con mensajes a nuestro gusto… y con noticias falsas
Por Ramiro Laterza (Publicada en la Edición Impresa)
En todo momento histórico la sociedad vive experiencias nuevas, donde hay situaciones que no se vivían antes; pero la vida de los últimos 20 años en nuestro país y el mundo estuvo, claramente, atravesada por las nuevas tecnologías, Internet y el uso masivo de las redes sociales.
Para la politóloga y periodista Natalia Zuazo, siempre hubo interpretaciones del mundo, no hay noticias verdaderas y falsas sino interpretaciones: “las ´noticias falsas´ es una excusa que se ha encontrado para culpar a Internet de todos los males. Lo que sí hace la web es multiplicar más rápidamente las noticias”, diferenció
Zuazo es una voz autorizada en el tema, escribió el libro “Los dueños de Internet” y en comunicación con Pulso Noticias agregó algo más que importante: “hay una predisposición en las personas a replicar -según sus ideas previas y prejuicios- informaciones que confirmen estos prejuicios. En las redes compartimos cosas por razones afectivas, además de usarlas para informarnos, entretenerlos, las usamos para opinar políticamente, y no son opiniones racionales, sino afectivas”.
Lo cierto es que los problemas en realidad son dos. Para el periodista Federico Larsen, “una cosa es una noticia que puede ser falsa, con o sin intencionalidad, pero que construye un entorno de significaciones acerca de cómo funciona el mundo; otra cosa es la desinformación deliberada, que existió siempre pero las plataformas están tan desarrolladas que tienen muchísima más llegada; y otra cosa es el direccionamiento de las campañas políticas, donde lo ilegal está en que las empresas utilizan datos de los usuarios ilegalmente”.
Lo cierto es que Facebook nació el 4 de febrero de 2004. Hoy, a sus quince añitos, es la principal red social, con 2.271 millones de usuarios (dos mil millones) y durante su vida no solo cosechó amigos y dinero.
Un escándalo que salpicó al mundo entero
Durante marzo del año pasado se conoció que la consultora Cambridge Analytica había utilizado información privada de 50 millones de usuarios de Facebook para enviar mensajes personalizados e influir en campañas políticas, quebrantando los usos de seguridad de la red social. La empresa de Zuckerberg perdió credibilidad y 6.000 millones de dólares en acciones.
Además de la inserción con mensajes en la campaña de Trump y otros países, según el reporte que realizaron legisladores de Inglaterra, se confirmó que la empresa había trabajado en Argentina, junto a Mauricio Macri durante la campaña presidencial del 2015. Los funcionarios ingleses reconocieron que se planificó una campaña antikirchnerista con “inteligencia y guerra de información” y se contrataron profesionales de inteligencia retirados de diferentes potencias.
Desde el estallido de Cambridge Analytica la Unión Europea comenzó a generar políticas públicas para enfrentar la desinformación: obligó a las redes sociales más populares a realizar informes sobre la lucha contra las fake news. Para la UE el responsable principal de esta guerra de desinformación es Rusia. Por su parte, el Congreso de Estados Unidos citó a Zuckerberg a comparecer, quien admitió la filtración de información de miles de usuarios y aceptó que el Estado comience a regular las redes sociales
En Argentina, según el periodista Julián Maradeo, del portal de verificación de información Dato Duro, respecto a la filtración de datos y de noticias falsas estamos indefensos: “no hay herramientas para defendernos de estos procesos, no ha habido una discusión de fondo en el poder legislativo y no forma parte de agenda”. Justamente hace unos días se firmó un “Compromiso ético digital”, entre referentes de los partidos políticos y las redes sociales, con el objetivo de “promover la honestidad del debate democrático en las próximas elecciones nacionales, de modo de contribuir a mitigar los efectos negativos de la divulgación de contenido falso y demás tácticas de desinformación en redes sociales y otros entornos digitales”.
Todo es mentira en este mundo
En 1962 el profesor canadiense Marshall Mcluhan veía los avances de la tecnología y los medios de comunicación y avizoraba “el nuevo medio, el que sea que venga, podría ser la extensión de la conciencia, incluirá a la televisión como contenido, y no como medio”. El extracto es del libro La Galaxia de Gutenberg donde también propuso el término “aldea global”, respecto a la tecnología que permitiría a las persona conectarse y democratizar la información.
Para Federico Vulcano, de la Asociación de Community Managers de La Plata, en las redes sociales seguimos a los usuarios, empresas, medios de comunicación que nos interesan, “entonces la información que consumimos en algún punto la seleccionamos, aunque los algoritmos de las redes sociales son las que definen qué vemos y cuándo en las secciones de actualizaciones de cada plataforma”.
El mecanismo funciona a la perfección: las empresas concentradas como Facebook, Google, Microsoft y Apple estudian todos nuestros gustos, preferencias, estatus económico, contexto familiar, para ofrecernos justo lo que estamos buscando, y así funciona tanto con la publicidad como con las noticias políticas. Así nos encasillan y nos muestra sólo lo que coincide con nuestro punto de vista y esto, además, reduce nuestras alternativas de ver algo distinto, de aprender, de sorprendernos.
En un comienzo para Internet esto funcionaba para el consumo y la venta, pero el mecanismo se trasladó a lo político generando profundas consecuencias y pasando de la oferta, a la llana manipulación política.
Para Natalia Zuazo, el problema de la desinformación no son las fake news sino la estructura económica. Facebook y Google concentran el 85% de la inversión de publicidad del mundo: “hacen que toda la información tienda a ir a esas dos empresas porque la atención, el público, está ahí, es un tema de oferta y demanda”, explicó.
Natalia prefiere habla de ´campaña de desinformación´: “una de las partes son las redes sociales, pero también los medios tradicionales contribuyen muchísimo, porque las noticias tienen origen en los medios, o en operaciones de servicios de inteligencia y llegan a las redes”.
Para Zuazo la solución no está en regular a los medios, ya que esto generaría censura: “tiene que haber más pluralidad de medios, lo que hay que hacer es dar más información a los lectores, que sean críticos con lo que se lee… tiene que ver con educación”.
Somos un medio de comunicación cooperativo que se conformó luego de los despidos ilegales en el diario Hoy y en la radio Red 92 de La Plata, sucedidos a principios de 2018.
Sin laburo y con la intención de mantener nuestros puestos de trabajo, un grupo de periodistas, correctorxs, fotógrafes, locutorxs, productorxs audiovisuales y diseñadorxs decidimos organizarnos de forma colectiva.