“Sé feliz y andá a un psicólogo”, le respondió en 2011 el entonces obispo de Santa Rosa (hoy cardenal primado de Argentina) a un joven víctima del excapellán del Servicio Penitenciario Federal Hugo Pernini cuando éste le contó lo sufrido años antes
Por Estefanía Velo y Daniel Satur*
Este jueves, en el Canal2 TV Cooperativa de la capital pampeana, un joven que denunció penalmente al excapellán del Servicio Penitenciario Federal Hugo Pernini por abusos sexuales sufridos cuando era adolescente, confirmó que la jerarquía eclesiástica de la provincia conocía su caso pero le dio la espalda y encubrió al abusador. En ese momento el obispo de Santa Rosa, era Mario Aurelio Poli, sucesor de Bergoglio en el arzobispado de Buenos Aires. Hoy es la máxima autoridad de la Iglesia católica de Argentina.
Los hechos denunciados por el joven (que hoy integra la Red de Sobrevivientes de Abuso Eclesiástico de Argentina y por el momento pidió reservar su nombre) ocurrieron entre los años 2005 y 2008. Según él mismo lo relató, los ataques de Pernini fueron “reiterados en el tiempo” hasta culminar en acceso carnal por parte del cura. Además dijo conocer a muchos chicos que también fueron abusados por Pernini, a quienes hoy pide públicamente que se animen a denunciarlo.
“Yo era adolescente y asistí para ir con el grupo de jóvenes que se llamaba Espíritu Santo”, dijo el hombre en la entrevista. Y agregó que en esos encuentros de los sábados “este sacerdote quiso entrar en confianza” y lo invitaba a confesarse “en su casa, arriba de la parroquia, sobre la calle Lope de Vega. Me decía ‘vení, tomamos mates’ y comenzamos a tener una relación más de confianza, hasta que se cometieron los abusos”.
“Sé feliz y andá a un psicólogo”
Le llevó cuatro años poder empezar a hablar sobre lo sufrido. Primero lo hizo con su hermana, “la persona más allegada que tenía”. Y luego, en 2011, dándose cuenta de la gravedad de los hechos por los que había sido obligado a pasar, fue “a hablar directamente con el obispo de ese momento, en Santa Rosa, que era Mario Aurelio Poli”.
En efecto, Poli fue entre 2008 y 2013 el obispo de Santa Rosa, hasta que reemplazó al mismísimo Jorge Bergoglio en su puesto de arzobispo de Buenos Aires y cardenal primado de la Argentina cuando éste fue ungido Papa en el Vaticano. Así, Poli se convirtió en la autoridad máxima de la Iglesia católica en Argentina.
Pero el denunciante además confirmó que “además había otras denuncias que venían de veinte años atrás, siempre ante la Iglesia, nunca ante el Poder Judicial, porque la gente tiene mucha vergüenza y miedo de denunciar”. De hecho, él fue a hablar con Poli “como un modo de confesión, para seguir resguardando mi dignidad y mi nombre”.
Pero cuando fue a hablar, “muy dolido”, con el actual cardenal primado de Argentina, éste terminaba de dar misa y lo atendió en un banco de la Catedral. “No mostró empatía, ningún tipo de consideración, solamente me dijo que fuera feliz, que fuera a un psicólogo y que siguiera mi vida para adelante”.
Previsiblemente, esa respuesta de Poli le cayó muy mal al joven que confiaba en que el obispo se pusiera de su lado y no del abusador. “Te imaginas que salí con más dolor del que entré, porque no mostró ningún tipo de solidaridad, no me pidió ningún número de teléfono, no hizo nada, nada”, le manifestó el denunciante a la periodista Felicitas Bonavitta.
El joven también habló con el sucesor de Poli en el Obispado de Santa Rosa, Raúl Martín, “y lo único que hizo fue cambiar de parroquia” al cura Pernini. Vale recordar que a esa altura Pernini había escalado en su carrera sacerdotal al punto que ya estaba al frente de las comunidades del Sagrado Corazón, Jesús Divina Misericordia y del Colegio María Auxiliadora.
Denuncia y escándalo
Luego de esa indiferencia y desprecio de Poli y de su sucesor Martín, el hombre pasó muchos años sin hablar del tema. Hasta este año que tomó la decisión de contactarse con la Red de Sobrevivientes de Abuso Eclesiástico de Argentina.
El viernes 22 el joven presentó formalmente la denuncia contra Hugo Pernini ante el Poder Judicial de Santa Rosa. Cinco días después, y solo a partir del revuelo público que generó la noticia, el obispo Martín tomó la decisión de separar al cura de sus funciones actuales. “Ante una denuncia sobre su persona realizada tiempo atrás y conforme a la normativa canónica vigente, he dispuesto apartar de las comunidades a su cargo al padre Hugo, imponiéndole como medida cautelar la prohibición del ejercicio público del ministerio sacerdotal, hasta tanto quede concluida la investigación”, expresó el obispo.
Pura demagogia y doble discurso. Porque, como afirmó públicamente la víctima de Pernini, la curia pampeana sabe desde hace tres décadas que el cura abusa de jóvenes y siempre le dio todo tipo de cobertura no solo para que avance en su carrera sacerdotal sino, fundamentalmente, para que siga abusando de más personas. “Desde la Iglesia nunca hicieron nada hasta que lo denuncié en la Fiscalía, siempre se ocuparon de preservarlo, encubrirlo y taparlo”, dijo el joven denunciante.
Según manifestó a este medio Liliana Rodríguez, psicóloga platense de la Red de Sobrevivientes de Abusos Eclesiásticos de Argentina, “la cadena de encubrimiento a la que nos tiene acostumbrados la Iglesia católica en todas las situaciones de abusos demuestra cómo siguen la línea jerárquica”. También resaltó que “es un paso muy importante para los sobrevivientes poner la palabra en la mesa de los fiscales y jueces. Tienen que definir y castigar, como ha sido en el Provolo de Mendoza”.
Por si todo eso fuera poco, en mayo el mismo Pernini quedó involucrado en un resonante caso de narcotráfico. Su nombre y apellido, junto al de otras 24 personas, quedó estampado en una lista de investigados por la Superintendencia de Drogas Peligrosas y la División de Lavado de Activos del Narcotráfico. Además de Pernini, entre los investigados venta de drogas y lavado de activos se encuentran el diputado provincial del PJ Espartaco Marín y los comisarios de la Policía pampeana Luis Blanco y Marcelo Calderón.
* Una producción de La Izquierda Diario y Pulso Noticias.
Más conocida como “Tefa”, nació en Mar del Plata en 1989. Trabajadora de prensa, periodista y Licenciada en Comunicación Social (egresada de la UNLP). Buscadora de la aguja en el pajar: le apasiona el periodismo de investigación. Trabajó en prensa institucional, en diversos medios privados de La Plata, y colaboró en medios alternativos como ANRed. Actualmente escribe notas vinculadas a los derechos humanos, política y cada tanto entrevista a personajes de diversos territorios. También integra el área audiovisual, En Foco, como productora periodística. Siempre redactando con las gafas violetas puestas. Desde 2018 forma parte de la cooperativa Pulso Noticias, donde aprendió a vender publicidad, gestionar pautas y hasta armar un gran escritorio en madera.