La comunidad educativa de la primaria 23 y la secundaria 81 de Villa Elvira pueden dar fe de que con el esfuerzo colectivo hasta lo que parece imposible se puede lograr. Este jueves docentes y estudiantes celebraron la vuelta definitiva al edificio de calle 7 y 601 que en octubre de 2017 fue arrasado por el fuego
Las palabras de Rodolfo, uno de los docentes de la escuela:
Es verdad, pasaron 23 meses de aquella madrugada del 29 de octubre del 2017 donde el fuego arraso con todo. Nos llenó de dolor y bronca la tragedia que vivía la escuela. Rápidamente se llenó la pequeña calle de 601 con móviles periodísticos nacionales en búsqueda de la imagen del escombro y las cenizas que impregnada de olor cada rincón del lugar. También, no faltó la presencia de funcionarios provinciales, lejos de sus despachos, que nos traían soluciones rápidas, que prometían mucho pero que no se concretaban. Luego paso la noticia, llego el silencio y juntos con estudiantes, docentes, auxiliares y el equipo directivo, con el dolor y la bronca nos quedamos pensando en cómo íbamos a salir adelante. Clases alternadas mientras esperábamos alguna respuesta institucional, y nada, parecía que puertas adentros todo era normal, nada ocurría.
Ahí comenzamos a elevar la mirada, compartir inquietudes, preocupaciones e impresiones de cómo nos encontrábamos realizando esta hermosa tarea de enseñar y también aprender. No solo por cómo estábamos trabajando en precarias condiciones sino también por cómo estaban estudiando los y las estudiantes. Así nació la firme convicción de que nadie de nosotros, ni lxs pibes se merecía pasar por esa situación.
¡Nació el reclamo, “Queremos el contrato de Obra YA!, que toda la comunidad educativa expreso en sus banderas, carteles y cantos. En cada nota presentada, en cada gestión realizada, en cada medio informativo donde tomaba carácter público nuestro reclamo, en cada radio abierta, en cada festival y en cada una de las movilizaciones realizadas. Donde fuera necesario. Una caravana un viernes por la tarde desde la escuela a 7 y 50, convocatorias a la Dirección Provincial de Infraestructura, a la Jefatura Distrital, al Consejo Escolar e incluso a la misma casa de Gobierno de la Provincia de Bs As en plaza San Martin, ¿por qué no? a todos lados que fuera necesario las veces que sean necesarias.
Mientras tanto, las clases se desarrollaban en un lugar inseguro, con el ruido de la maquinaria que ingresaba al interior de las aulas, donde no se distinguía claramente cuál era el ámbito escolar y cuál era la zona que comprendía a las obras, poniendo en peligro a todos los que nos encontrábamos en el lugar. No solo eso, con un anafe eléctrico las auxiliares calentaban por horas una infusión para poder tomar algo caliente durante las mañanas, donde utilizábamos tres baños químicos para cientos de estudiantes, que se encontraban detrás del aula conteiner donde hoy se construyó tres hermosas aulas, la preceptoría y la dirección para la escuela secundaria.
Luego vino el Sagrado Corazón, transitar por 613 después de las siete de la mañana en una calle que casi no tiene vereda con gran tránsito vehicular y que en el frio del invierno aún es de noche para llegar al Sagrado, caminando o en bicicleta como hacían muchos de lxs estudiantes del secundario. Sumado a los problemas de los desagües cloacales que reiteradamente mostrabas sus límites estructurales para albergar a tantos miembros de la comunidad educativa. El Buffet del Sagrado Corazón, si el bufete, donde tres espacios divididos por durlocks oficiaban de aulas, donde era difícil pero no imposible, donde las clases en más de una oportunidad se escuchaban todas a la vez haciendo caótico el proceso educativo. También, en el buffet estaban lxs auxiliares, las preceptorías, las direcciones y la biblioteca. La predisposición y la voluntad de cada uno de nosotros para trabajar en dicha situación fue más que admirable, pero no significaba que sean las que correspondían en términos de condiciones laborales y educativas dignas. Y cada tanto se reiteraba la pregunta que cada vez se hacía más frecuente, ¿Profe, Seño cuando volvemos a la escuela?
Hoy nos encontramos muy reconfortados por todo lo logrado pudiendo retomar las actividades en el histórico edificio de 7 y 601. No solo por la reconstrucción total del edificio sino por la remodelación del mismo, por la disposición de muchas de sus aulas y por la remodelación de los baños. Además, una nueva construcción, en donde se encontraba antiguamente parte del patio, con un espacio para preceptoría, otro para dirección y tres nuevas aulas. Por otro lado, la realización de la rampa para el ingreso de estudiantes con movilidad reducida, sumado a dos ventiladores por aula tan necesarias para las altas temperaturas que se avecinan, nuevo mobiliario escolar, entre otros reclamos que la escuela tiene como agenda.
Estamos muy contentos porque surgen nuevos proyectos educativos, porque miramos a nuestro alrededor y repasamos todos los reclamos transitados. El tiempo que pasamos cuando dábamos clases en 601 mientras se realizaban las obras de construcción. El tiempo compartido en el Sagrado Corazón, porque es verdad, muchas veces también disfrutamos del lugar cuando realizábamos actividades al aire libre. Estamos contentos porque continuamos realizando la tarea de educar que tanto nos gusta, que nunca dejamos de realizar, buscando en las medidas de nuestras posibilidades que la escuela siempre sea un lugar que sea agradable habitar, donde se desarrollen ciertos valores como el respeto, el compañerismo y la solidaridad. Cada uno de lxs estudiantes sabe que en ese camino estamos.
Ya estamos en la escuela, para poder habitarla y cuidarla entre todxs, porque ahora es el lugar nos pertenece, no a los trabajadores y trabajadoras de la educación sino principalmente le pertenece a toda la comunidad educativa de la primaria 23 y la secundaria 81.
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