Por Federico Larsen de la redacción de L´Ombelico del Mondo
En la madrugada del martes, un grupo de efectivos armados se apersonó en la casa donde cumplía su prisión domiciliaria el líder opositor venezolano Leopoldo López. Aseguraron que buena parte de las Fuerzas Armadas se habían levantado contra “el usurpador” Nicolás Maduro, que estaban a la orden del presidente de la Asamblea Nacional y autoproclamado presidente interino, Juan Guaidó, y lo sacaron de la casa donde cumplía una pena de más de 13 años de prisión.
Con ese acto, se comenzó a escribir un nuevo capítulo del largo derrotero de inestabilidad y violencia que vive la política venezolana en los últimos años. Sin embargo, esta vez parecía ser distinto. La oposición de derecha tenía seriamente intención de cumplir con lo prometido, con esa Operación Libertad que los llevaría al golpe de Estado y a volver a poner a uno de los suyos en el Palacio de Miraflores. Justamente, por eso fueron por López. Presentarlo libre por las calles de Caracas significaba un golpe de efecto extraordinario.
López se convirtió en un símbolo del supuesto autoritarismo chavista, el preso político por excelencia. Fue condenado en 2014 como autor intelectual de las manifestaciones violentas que sucedieron a la primera elección de Nicolás Maduro a la presidencia de Venezuela, en abril de 2013. Las famosas “guarimbas” provocaron la muerte de 43 personas. Algunas decapitadas en cortes de ruta realizados con tanza y alambres de púa, otras en las calles o entre los golpes de multitudes exacerbadas de antichavismo, y otras víctimas de las propias armas tumberas que portaban para atacar a las fuerzas de seguridad.
López fue hallado culpable por la Justicia de instigar a esas manifestaciones de violencia irresponsable. Su caso fue presentado por los medios nacionales e internacionales, rodeado de un halo de heroísmo, acrecentado por la figura de su esposa, Lilia Tintori, que desde entonces gira alrededor del mundo en la búsqueda de apoyo internacional en favor de la causa de su marido.
Cuando Guaidó y López aparecieron en un video por las redes sociales, bien tempranito en la mañana, desde la Base Aérea Generalísimo Francisco de Miranda, llamada informalmente La Carlota, y rodeados de soldados con armas y tanquetas incluidas, llamando a todos los venezolanos a dar comienzo a la fase final de la Operación Libertad, muchos saltaron del asiento. El impacto simbólico de un López libre y soldados venezolanos sublevados contra el gobierno chavista era el cuadro ideal para cualquier opositor al gobierno de Maduro. Significaba la ruptura del orden establecido en los últimos años, que quería a los opositores más violentos encarcelados y a la unidad militar infranqueable a favor del gobierno. Un nuevo día D.
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Crónica de un nuevo fracaso golpista en Venezuela
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