El alza en los valores de los alquileres y los altos precios en los créditos llevan a que el número de personas sin casa propia aumente a gran escala en la región. Un fenómeno que avanza en vez de retroceder
En los últimos 15 años en la ciudad de La Plata se construyeron casi dos millones y medio de metros cuadrados nuevos, lo que llevó a que se viviera un boom del mercado inmobiliario, incrementando sobremanera el valor de las propiedades.
Sin embargo, eso no sirvió para solucionar el grave problema de vivienda existente en suelo platense, sino que, por el contrario, se agravó. A los ciudadanos ya no solo se les complica llegar a cumplir el sueño de la casa propia –que ya parece toda una utopía-, sino que tener el dinero necesario para un alquiler se ha convertido en un dilema debido a los vaivenes de una economía que no para de asestar duros golpes a los presupuestos familiares.
Los alquileres en la ciudad, según informes que circulan en las principales inmobiliarias, han aumentado en lo que va de 2018 un 20%, es decir, un 4% más que la inflación oficial. Si a eso se le suma que los incrementos salariales logrados en las diferentes ramas llegan a la mitad de esa suba en el valor de los arrendamientos, los problemas para los trabajadores se multiplican.
Pero las complicaciones no quedan solo allí: la alta inflación también ha llevado a que los créditos hipotecarios ajustados por Unidad de Valor Adquisitivo (UVA), que fueron la bandera enarbolada por el oficialismo para generar un “boom” en los préstamos para las viviendas, se hayan vuelto impagables, por lo que gran parte de ellos se han caído por falta de pago. Incluso, ya ni siquiera son previstos por una familia a la hora de pensar en una casa propia.
La inestabilidad económica no condujo sólo a que la gente deje de alquilar, sino también a que algunas entidades bancarias decidieran no entregar por tiempo indeterminado nuevos préstamos atados a la inflación debido a la disparada del dólar y al temor de que las corridas bancarias se multipliquen en los próximos meses.
Este fenómeno es altamente preocupante, sobre todo si se tiene en cuenta que el 20% de los platenses alquila la vivienda donde mora, y si a eso se le suma que son casi 30.000 las familias que viven en asentamientos precarios y villas miserias de la región, casi 1 de cada 2 platenses se encuentra en casas no acordes a sus necesidades elementales.
Cifras desalentadoras
La Argentina tiene un déficit habitacional que ronda las 4 millones de viviendas, a lo que se le suma que 3 millones de casas se encuentran desocupadas producto de la especulación inmobiliaria, que espera mejores condiciones económicas para vender.
Un dato por demás revelador de este fenómeno es la cantidad de viviendas que se hallan deshabitadas en la ciudad de La Plata, que en lo que va del año pasó de las 45.000 casas sin habitar (número de 2017) a las 48.000, lo que representa nada menos que un 18% del total de unidades ocupacionales efectivas a nivel local. Este aumento de 3.000 casas es producto de la crisis económica con una desocupación que se incrementa mes a mes, y que ha llevado a que las metodologías de supervivencia de los platenses hayan cambiado drásticamente.
Así, se multiplican fenómenos como el de 2 o 3 familias viviendo juntas en una casa para poder de esa manera hacer frente a sus gastos, como también las familias que se endeudan hasta el límite de sus posibilidades en financieras, sacando créditos a altas tasas de interés para pagar alquileres y poder mantener un mínimo status de vida.
La necesidad social de casa no es igual a la cantidad de personas que pueden acceder a una propiedad, y los datos brindados con anterioridad son una muestra clara de esta situación. Este panorama debería implicar que las autoridades pongan el foco en acciones concretas que tiendan a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos, comenzando por cumplir y hacer cumplir el artículo 14 bis de la Constitución Nacional, que establece que el Estado debe garantizar a todos los ciudadanos, entre otros derechos, el de acceder a una vivienda digna.
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