“´Nos están matando S.O.S Colombia’ y nos vienen matando hace muchísimo tiempo. Pero la venda del pueblo secuestrado, humedecida por las lágrimas, fue arrancada con todas las fuerzas por las manos que empuñan la dignidad”, escribe desde Bogotá el periodista colombiano Adriam Bastidas, en esta nota de opinión para Pulso Noticias
“Nos recordamos en los corazones”
Lucas Villa (Líder juvenil baleado por el estado)
En contra ofensiva al actual proyecto neoliberal disfrazado de libertario, que ahora esta escudriñando en prácticas arcaicas como el Nazismo para engendrar barbarie y mantener el statu quo intacto, al igual que los privilegios y corruptelas, apoyándose en la disciplina castrense y policial; las ciencias humanas deben comenzar desde ya a hacer frente a esos modelos distorsionados que solo dejan represión o muerte. Ya pasó en chile, ahora Colombia, y la lista de países latinoamericanos al parecer, puede ser larga si no se implementa metodologías distintas que alcancen a concientizar a las sociedades.
Es por eso que ha renacido una nueva sublevación, la que está respaldada por la pedagogía, esta logró toda una nueva construcción del sujeto, nueva mentalidad cultural, que es modulable, cambia de tonos sin abandonar la armonía, articulándose en todas las clases sociales, en especial las populares, como sinónimo de empatía, construyendo el único puente que puede ser la salvación, para un país que desde su grito de independencia solo derrama sangre a borbotones, la comunicación, el diálogo conector entre todos, todos se escuchan, todos dialogan.
Cada acto simbólico que se manifiesta frente a la crisis estatal que vive Colombia, es una sublevación pedagógica, cada cartel señalando los atropellos del gobierno, cada pancarta ondeándose en los edificios, cada grafiti en las paredes de las grandes ciudades y de los pueblos, asambleas barriales, ollas comunitarias, estudiantes subiéndose a el transporte público para hablar sobre las falencias estatales por décadas, es sublevación pedagógica, son los nuevos sonidos del patriotismo, cada bandera en las ventanas de las casas, cada marcha acompañada de arengas por trabajadores, amas de casa, campesinos, indígenas, personal de la salud, artistas, jóvenes sin futuro, las mismas redes sociales a pesar de su caldo de cultivo, están educando a la sociedad colombiana incrédula al cambio. Es la nueva onda expansiva que retumbó en todos los rincones del territorio nacional y esperamos que nunca termine.
A pesar de las grietas sociales, de los asesinatos, señalamientos, mentiras, persecuciones, muchas heridas están cicatrizando por medio de la ilusión. La palabra toma fuerza para que los derechos que necesitamos se estructuren y se cumplan, ella, en forma de gritos, de música, de baile, de debates, recorriendo todas las calles del mundo, todos a una sola voz bien afinada “NOS ESTAN MATANDO S.O.S COLOMBIA” y nos vienen matando hace muchísimo tiempo. Pero la venda del pueblo secuestrado, humedecida por las lágrimas, fue arrancada con todas las fuerzas por las manos que empuñan la dignidad y la furia de quienes anhelamos paz y tranquilidad en nuestros corazones.
La guerra civil se trasladó a las ciudades, por décadas fueron las zonas rurales los testigos de atrocidades, hoy son las urbes y sus espacios públicos convertidos en trincheras, lugares iconos de aguante y fortaleza. Quienes están allí saben que no es momento de abandonar, por el contrario, el ímpetu esta lleno de perseverancia, saben que sublevarse es de inteligentes, pero más inteligente es educar, enseñar, que el diálogo vocalizado nunca muera.
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