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viernes 29-11-2024

Científicas de la UNLP utilizan desechos de yerba para hacer fertilizantes

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En el proceso de producción de este cultivo, el 1,5% de lo que se elabora es desecho industrial y no es apto para el consumo humano. Pero sí se pueden utilizar para hacer fertilizantes ecológicos, a través de sistemas de encapsulación, los cuales están en pleno desarrollo por parte de investigadoras del Centro de Investigación y Desarrollo en Criotecnología de los Alimentos

Investigadores del Centro de Investigación y Desarrollo en Criotecnología de los Alimentos (CIDCA, UNLP-CONICET) elaboran sistemas de encapsulación para la liberación controlada de fertilizantes, utilizando desechos de la producción de yerba mate.

La actividad yerbatera es la base de la economía de los agricultores del nordeste correntino. Actualmente se están buscando alternativas de diversificación, para paliar sus recurrentes crisis. Esa diversificación no debe significar el abandono de los yerbales, sino más bien un fuerte compromiso con este noble cultivo, que tiene buenas características como para seguir siendo el principal pilar de la economía regional.

La doctora Lorena Deladino, una de las titulares del proyecto, explicó: “en el proceso de producción de la yerba mate, el 1,5% de lo que se produce es desecho industrial y no es apto para el consumo humano. Esto genera una gran cantidad de residuo orgánico en polvo, con potencial de ser tratado y utilizado como abono orgánico y que actualmente no es aprovechado. La aplicación directa del polvo en los cultivos no es viable debido al reducido tamaño de partícula lo cual dificulta su dispersión”.

Y agregó: “teniendo en cuenta este escenario el empleo de subproductos de la industria yerbatera en el desarrollo de sistemas de encapsulación para la liberación controlada de fertilizantes se presenta como una alternativa de reciclaje de bajo costo”.

El uso de abonos orgánicos para mejorar las cualidades físicas, químicas y la bioestructura del suelo es una práctica antigua y de valor comprobado. Constituye una fuente de carbono para los microorganismos, mejora la capacidad que tiene el suelo para retener y liberar iones positivos (por ejemplo minerales) del suelo, mejorando la porosidad y la retención de humedad en el mismo.

El agregado de fertilizantes propicia una descomposición más acelerada de la materia orgánica, perdiéndose del perfil del suelo, junto con sus beneficios. Los fertilizantes son productos de la industria química, la que toma distintos elementos, como rocas, aire o minerales para elaborarlos. En general, son ricos solo en algunos nutrientes y no aportan materia orgánica ni bacterias. El objetivo principal de la fertilización es lograr un aumento en la producción, optimizando la eficacia y la rentabilidad.

La doctora Aline Schneider Teixeira, también a cargo del proyecto señaló: “en el caso de los fertilizantes agregados para aportar nutrientes necesarios para el crecimiento de las plantas, pueden volverse potencialmente peligrosos para el medio ambiente por los altos niveles usados para una acción efectiva. Altas concentraciones pueden producir efectos colaterales como daño a los cultivos o contaminación de las napas de agua. El éxito de la fertilización depende principalmente de la posibilidad de sincronizar la provisión de nutrientes con las demandas de la planta”.

“En este sentido, la liberación controlada de los nutrientes puede resultar una solución adecuada, permitiendo la disponibilidad continua, aumentando la productividad agrícola, eliminando la necesidad de aplicaciones extras y reduciendo los costos”, resaltó la científica.

Por su parte, Deladino describió: “la encapsulación es una tecnología mediante la cual se logra proteger materiales activos con biopolímeros que actúan como recubrimientos y facilitan su dosificación, su liberación en forma controlada y su manipulación industrial. Los materiales usados para la encapsulación pueden ser biocompatibles y biodegradables, a menudo también, son subproductos industriales Entre ellos se encuentran el almidón nativo y modificado por distintos procesos, quitosanos, alginatos, gelatina, derivados de la celulosa, etc”.

“La combinación de diversas sustancias puede dar lugar a sinergias y significativas mejoras de rendimiento. La selección del tipo de material de encapsulación dependerá además, del compuesto activo a proteger”, dijo.

“Diversos tipos de cápsulas pueden ser obtenidos dependiendo del procedimiento seguido. Los sistemas más comunes consisten en un núcleo que contiene el material activo y un recubrimiento denominado material de cubierta, barrera o encapsulante. Los fertilizantes solubles en forma de gránulos pueden recubrirse con materiales que reduzcan su velocidad de disolución, prolongando el suministro del compuesto activo o de los minerales. Además aumentan la eficiencia del fertilizante al disminuir la frecuencia de aplicación y minimizan los potenciales efectos negativos de sobre dosificación y toxicidad” concluyó la investigadora.

Este desarrollo surge como propuesta de aprovechamiento de un subproducto del proceso de fabricación de la yerba mate, hasta la actualidad desechado, con el objetivo de aproximarse a las condiciones necesarias para obtener sistemas de encapsulación compuestos para la liberación controlada de fertilizantes. Para su realización el proyecto contó con el apoyo del INYM (Instituto Nacional de la Yerba Mate), mediante su programa de subsidios Prasy.

Las investigadoras del CIDCA elaboran sistemas de encapsulación compuestos como estrategia para la liberación controlada de fertilizantes en diferentes sustratos, empleando el “polvo” de yerba mate para su aplicación en la industria del agro.

Esta creación permite utilizar un material hasta ahora desechado, otorgándole una doble función, ya que el polvo de yerba mate actuará como material de relleno de la matriz de alginato de calcio y como abono orgánico.

“El alginato de sodio es un subproducto obtenido de algunas algas marinas que al combinarse con iones calcio forma una estructura de gel, el polvo de yerba mate entraría en esa estructura como un material de relleno, es como una pelotita con muchos agujeritos donde las partículas de polvo quedan atrapadas, dando lugar a una esfera con ciertas propiedades de dureza por ejemplo necesarias a la hora de trasladar un fertilizante en el campo o soportar su manipuleo durante su producción y envasado”, describió Schneider Teixeira.

Y agregó: “el polvo de yerba mate siempre se encuentra en proporciones mayores que el alginato de calcio, de manera de estar cumpliendo también el rol de abono orgánico y el aporte de minerales necesarios para el desarrollo de las plantas que están presentes naturalmente en las hojas y tallos secos de la yerba mate, como se puede ver cuando miramos la información nutricional de un envase de yerba mate”.

Los resultados de este proyecto serán de gran utilidad tanto para la industria yerbatera como para la industria del agro en general, ya que permitirían obtener nuevos productos de alto valor agregado que podrían ser utilizados para aumentar la calidad del suelo e incrementar la productividad.

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