Alrededor de 300 recolectores urbanos estuvieron presentes en 12 y 53 para exigir puestos de trabajo y aumentos de sueldo para los cooperativistas. Mientras tanto, el intendente se manifestaba a través de redes sociales en contra de la tracción a sangre
Por Ezequiel Franzino
Axel Villalba tiene 18 años y trabaja desde que tiene 8. Todos los días se levanta a las seis de la mañana para salir con su carro a juntar cartones, botellas, chapas y todos los materiales que sirvan para venderle al chatarrero del barrio o a la papelera. Si todo sale como espera, juntará 500 pesos cuando termine la semana. Los 2.000 que consigue por mes son los únicos pesos que ingresan en su familia numerosa. Pero hoy no salió a hacer la recorrida. Hace tres horas que en 12 y 53 está esperando una respuesta del municipio.
Ya que no le ofrecen ninguna posibilidad de trabajo, al menos pide que lo dejen circular con su caballo por las calles del centro. Él, que no tiene celular, ni conexión a internet, ni redes sociales, todavía no lo sabe, pero el intendente Julio Garro acaba de manifestarse por Twitter: “La protesta frente al palacio municipal dificulta el tránsito, complica la vida a muchos vecinos y no soluciona nada. Vamos a seguir recuperando yeguas que corran riesgo de vida”.
Mientras Garro sigue twitteando, afuera de la Municipalidad son alrededor de 300 los carreros y recicladores urbanos que esperan mantener una reunión en la que puedan ser escuchados. Los recicladores pretenden que se les renueve el contrato que está por vencerse, que sumen nuevos puestos de trabajo y que les aumenten el sueldo, que no llega a los 4.000 pesos por seis horas de trabajo. Por su lado, los carreros exigen poder circular por las calles con normalidad. “Nos para la Policía si andamos por el centro, y si no podemos trabajar nos morimos de hambre. Yo ya no sé qué hacer. Mi mamá siempre nos enseñó a ganarnos las cosas, nunca a tocar las cosas ajenas”, dice Axel, que vive en Altos de San Lorenzo.
Mientras tanto, el intendente sigue con la lluvia de tweets. Sabe que eso que escribe no lo lee ninguno de los que protestan, y que el tema pegó en las redes. Suma corazones y retweets. Entonces hay que seguir: “Tenemos que entender como sociedad que no se puede ejercer ningún tipo de trabajo a costa del sufrimiento animal”. Otro: “Tomamos la decisión de no mirar para otro lado. Vamos a continuar controlando para evitar que continúen explotando a los caballos, que además ponen en riesgo la vida del resto de los platenses”.
Si fuera por su deseo, Axel a su yegua le daría de comer almohaditas de avena, le haría un colchón de paja, y la tendría mejor que en un stud de polo. “Trato de tenerla bien alimentada y que no le falte nada. No voy a negar que el laburo lo siente, en eso son como nosotros, pero esta situación me da bronca por ella pero también por mí. Antes laburaba con un carrito de mano, pero no me alcanzaba para nada”.
Más allá de la opinión de los proteccionistas, que pueden verlo como un criminal, para Axel “la yegua no sólo es mi herramienta de trabajo, es todo para nosotros. Es un animal con el que nos entendemos a la perfección, vivimos todo juntos. Yo la tengo desde bebé y hasta tengo los papeles. Nunca la maltraté”, asegura este joven, que antes de agarrar el carro salía a pedir comida casa por casa.
Garro sigue a full con el Twitter. Uno más: “Estamos a favor de los recicladores urbanos, de hecho le hemos ofrecido soluciones para que puedan seguir ejerciendo el oficio. Pero la tracción a sangre no es una opción”.
Pese a estas supuestas soluciones ofrecidas, Marcela Corbalán, una recicladora cooperativista de la CTEP, que trabaja en un galpón de Los Hornos, asegura: “No tuvimos ninguna respuesta y nos clavaron tres horas. Recién entraron dos delegados y estamos esperando. Si no quieren que circulen más caballos entonces que nos den más puestos de trabajo”, concluyó.
Somos un medio de comunicación cooperativo que se conformó luego de los despidos ilegales en el diario Hoy y en la radio Red 92 de La Plata, sucedidos a principios de 2018.
Sin laburo y con la intención de mantener nuestros puestos de trabajo, un grupo de periodistas, correctorxs, fotógrafes, locutorxs, productorxs audiovisuales y diseñadorxs decidimos organizarnos de forma colectiva.