A 43 años del golpe de Estado en nuestro país, Pulso Noticias dialogó con Silvina Arias, hija de Diego Arias, un obrero astillero detenido desaparecido y asesinado en junio de 1976. Una muestra de aberraciones y complicidades de la dictadura cívico militar, y de la lucha sindical de los trabajadores de nuestra región
Por Estefanía Velo y Ezequiel Franzino
No les alcanzó con asesinarlo. A Diego Arias lo atormentaron hasta el día de su entierro. El sábado 20 de junio de 1976, en su casa de calle Trieste 1458, Berisso, lo velaban su padre, su esposa Ana Teves, sus hijas Verónica, que por ese entonces tenía dos años, y Silvina, que había nacido hacía quince días. También estaban presentes compañeros del Astillero, algunos amigos del barrio y un montón de extraños que se habían infiltrado para seguir marcando gente. Mientras algunos agentes de los servicios de inteligencia se mezclaban entre los parientes, otros llamaron por teléfono a lo de un vecino y amenazaron con meter una bomba para que explotasen todos. Los que se habían acercado a despedirlo empezaron a irse. El Turco Salum, un compañero del Astillero, tuvo que ver por la ventana de su casa el cortejo fúnebre de su amigo, que camino al cementerio pasaba por la calle 18.
A Diego Arias lo mataron por su actividad sindical en el Astillero Río Santiago (ARS). Tenía 28 años y había pasado la mitad de su vida en la fábrica de Ensenada. A los 14 había entrado en la Escuela de Oficios, luego se dedicó a la refrigeración de buques, y conocía de memoria los chanchullos que pasaban ahí adentro. Como delegado de la Lista Celeste se cansó de denunciar casos de corrupción, hasta que en Marzo de 1976 fue echado junto a otros trabajadores, por la complicidad de la burocracia sindical, la empresa y la Marina.
Desde que se quedó sin trabajo hasta el día que lo secuestraron pasaron tres meses. Con una beba chiquita y su mujer embarazada, se dedicó a reparar heladeras e hizo algunos trabajos de chapa y pintura. Diego se debatía entre la felicidad que le provocaba el hecho que se agrandara su familia y el temor que tenía porque sabía que el sindicato había entregado llistas negras a los militares. El 18 de junio de 1976 sus sospechas se confirmaron: en un operativo que incluyó una flota de vehículos y tipos armados hasta las muelas, lo chuparon delante de sus hijas y de su padre. Un vecino vio por la ventana cómo lo golpeaban y cómo lo metían adentro del baúl de un auto.
Ese mismo día fueron secuestrados otros cinco trabajadores del Astillero: Luciano Sanders, que había sido dos veces Secretario General de ATE Ensenada por la lista Azul y Blanca; Héctor García, que vivía en Berisso y era de la lista Celeste; Juan Carlos Arriola, que vivía en Ensenada y militaba como delegado gremial en la lista Azul y Blanca; José Edgardo “Coco” Cardinale, técnico del ARS y militante de la lista Gris, y Juan Becker, el único de los seis que sobrevivió, y fue quien contó que los tuvieron detenidos en el Batallón de Infantería de Marina Nº 3 (BIM III), donde hoy funcionan las Facultades de Humanidades y de Psicología de la UNLP.
“Secuestraron a uno de cada lista y dejaron vivir a uno para que contase el circuito. Al principio de la dictadura los mataban y los exponían”, contó a Pulso Noticias Silvina Arias, hija de Diego, quien agregó: “Creo que apuntar a desaparecer a los obreros, asesinarlos y que no estén más fue una estrategia de la dictadura que venía a implantar un plan económico que iba en contra de los intereses de los trabajadores”.
Apenas se llevaron a Diego, su papá comenzó una búsqueda desesperada. Intentó realizar un habeas corpus y se lo rechazaron. Fue a la Comisaría de Berisso y allí también recibió destrato. Anduvo por diferentes lugares, incluso por Ensenada. El hombre repetía en cado lado que su hijo no había hecho nada. Fueron horas de angustia y desesperación. El 19 de junio Diego apareció muerto en el Camino Negro, el cual une Villa Elisa con Ensenada.
“Él era obrero, tenía su militancia sindical, pero no militaba en ningún partido. Cuando me tocó declarar en el juicio no lo aclaré. Me preguntaban si era del PRT o de Montoneros, y yo les dije que no sabía para no demonizar a las agrupaciones. Si uno se diferencia, parece que está repudiando a las organizaciones” dice Silvina Arias.
No todo comenzó el 24 de marzo de 1976
Diego era delegado de la lista Celeste, que según definió Silvina “era una versión de izquierda que repudiaba toda la corrupción que pasaba dentro del Astillero”. No fue casualidad que hayan ido por él y por otros 50 trabajadores del Astillero Río Santiago. Tampoco es casualidad que haya sido esta una de las fábricas con más detenidos desaparecidos.
Ante la avanzada del plan económico instaurado por López Rega e Isabelita Perón, exigiendo mejoras en sus salarios, de sus condiciones laborales, y en defensa de sus puestos de trabajo, los trabajadores del ARS fueron protagonistas de las luchas previas al golpe cívico militar: entre otros hitos, impulsaron junto a otros obreros de la región la Coordinadora Interfabril de Gremios y Comisiones Internas en lucha de La Plata, Berisso y Ensenada que, por ejemplo, convocó al “Ensenadazo” y movilizó masivamente a pie hasta la sede de la CGT en La Plata donde fueron reprimidos brutalmente.
La organización de los trabajadores astilleros estaba muy sólida. Tanto que, el convenio colectivo de trabajo del que hoy gozan los laburantes del ARS fue un logro de aquellos tiempos, lo consiguieron los que hoy son desaparecidos y sobrevivientes.
En 1974, Diego y sus compañeros denunciaron un caso de corrupción: la empresa “hacía figurar que había un barco en altamar con tripulantes para que enviaran más dinero, pero el barco estaba en la fábrica y los tripulantes no iban a trabajar”, rememoró Silvina.
Muchas veces no podían hacer asambleas dentro de Astilleros y las organizaban en la sede de los Bomberos de Ensenada. Allí, por su contextura robusta, Diego hacía de seguridad y más de una vez tuvo que enfrentarse físicamente con los “infiltrados que iban a romper la asamblea”.
Fueron años de mucha lucha, resistencia y represión en nuestro país. No olvidamos la utilización de una fuerza paramilitar para comenzar con el secuestro de militantes como lo fue la Triple A, previo al golpe de Estado. En 1976 la Marina manejaba por completo al Astillero Río Santiago mientras que los burócratas sindicales de ATE Ensenada iban armados a la fábrica y amenazaban a los trabajadores opositores con ansias de instalar el terror y disciplinamiento allí dentro.
A pesar de las denuncias contra el rol entreguista de Juan Carlos Marín, el por entonces Secretario General de ATE Ensenada, actualmente continúa dentro de la estructura del sindicato. Fueron 13 los testimonios expuestos en el juicio por la Verdad contra la Fuerza de Tareas 5 –la estructura represiva de la Armada y Prefectura en La Plata, Berisso y Ensenada- que lo señalaron como un “marcador”. Aún esperan que se eleve a juicio la instancia por la participación cómplice de civiles con la dictadura.
En 2006, a 30 años del golpe cívico militar, los familiares, sobrevivientes y actuales obreros de Astillero realizaron el primer acto dentro de la empresa recordando y reivindicando a sus compañeros detenidos desaparecidos. “Es impresionante ver esa ola azul de overoles junto a los jóvenes de la escuela de oficio participar del acto y recordar la lucha que dieron los obreros en la peor época de nuestra historia”, resaltó Silvina.
Cuentas pendientes
Hacia fines de 2015 se conoció el fallo del Tribunal Oral Federal Nº 1, el cual condenó a ocho marinos y prefectos integrantes de la Fuerza de Tareas 5 (FT5) a penas de entre 25 años y prisión perpetua por el delito internacional de genocidio. Allí también los jueces Carlos Rozanski, César Álvarez y Germán Castelli, ordenaron la restitución de los legajos de las víctimas y establecieron que cobrasen su salario hasta tanto puedan acceder a su jubilación, siendo que muchos sobrevivientes tienen más de 70 años.
Según contó Silvina, “muchos de los viejos, como les digo a los sobrevivientes, están luchando para jubilarse”. Todavía el gobierno de la provincia de Buenos Aires no adoptó las medidas correspondientes para brindarle el derecho previsional. De los 29 sobrevivientes ya fallecieron cuatro, “están esperando que se mueran”, asentó.
A su vez, disparó contra el actual gobierno recordando la famosa carta abierta a la Junta Militar de Rodolfo Walsh: “la leo y me parece que estoy leyendo lo que pasa con el gobierno de Mauricio Macri, un tipo al que le creció exponencialmente el patrimonio, beneficiado con todos los negocios que hizo con el Estado, desde la dictadura hasta la fecha”.
“No es una dictadura, pero qué pasa con este gobierno. Cuántos despidos hay, cuántos cierres de fábricas, y persecuciones existen”, dijo Silvina, quien insistió en la importancia de estar organizados: “somos la clase trabajadora, que tenemos las herramientas para cambiar las condiciones socio culturales y políticas de una nación. Hay que militar”.
Más conocida como “Tefa”, nació en Mar del Plata en 1989. Trabajadora de prensa, periodista y Licenciada en Comunicación Social (egresada de la UNLP). Buscadora de la aguja en el pajar: le apasiona el periodismo de investigación. Trabajó en prensa institucional, en diversos medios privados de La Plata, y colaboró en medios alternativos como ANRed. Actualmente escribe notas vinculadas a los derechos humanos, política y cada tanto entrevista a personajes de diversos territorios. También integra el área audiovisual, En Foco, como productora periodística. Siempre redactando con las gafas violetas puestas. Desde 2018 forma parte de la cooperativa Pulso Noticias, donde aprendió a vender publicidad, gestionar pautas y hasta armar un gran escritorio en madera.