En La Plata funciona un taller de arquitectura para niños que fomenta la creatividad, jugar con el espacio y la ciudad, ofreciéndoles a los más chicos herramientas que los alienten a participar en la transformación de la realidad y del entorno en todas sus escalas
Ellos todavía no conocen nada sobre la famosa Casa Sobre el Arroyo de Mar del Plata. En este taller de arquitectura para niños que funciona en La Plata, sobre una maqueta que representa el espacio, un grupo de diez nenes y nenas piensan en qué lugar de este terreno que está atravesado por una corriente de agua construirían una casa. La mayoría decide hacer un puente con cartón y levantar la vivienda sobre el mismo. Jugando, sin saberlo, acaban de tener una idea similar a la que consagró a Amancio Williams como uno de los arquitectos argentinos más influyentes del siglo XX.
“Los chicos tienen una mirada fresca que los lleva a encontrar soluciones. En estos desafíos aparece todo el entrenamiento de la imaginación”, explica la arquitecta Natalia Amor, una de las coordinadoras de Arquinventura, este taller en donde los chicos se conectan con los principales temas de la arquitectura, como el espacio, la forma, la proporción, la estructura, los materiales y la representación. “Ellos todavía no están tan condicionados por la educación formal, y eso hace que no se pongan a pensar si lo que proponen está bien o está mal. No están pensando en aprobar”, agrega Natalia.
Mientras se divierten y hacen volar la imaginación, nenes y nenas aprenden distintas técnicas y escalas. A veces dibujan sobre la mesa, en otras edifican refugios en los que puedan meterse y analizar sus proporciones; y en otros casos fabrican sus propios ladrillos con arcilla roja para lo que serán sus construcciones. En la hora y media que dura el taller, una vez por semana, chicos de 6 a 12 años explotan toda su creatividad. “El objetivo no es descubrir ninguna vocación en ellos, aunque si pasa, genial. La idea es que pongan en acción cosas que ellos traen y que pueda servir para atravesar y sobrevolar otros temas que no son específicos de la arquitectura”, explicó la otra coordinadora del taller, la arquitecta Cielo Franzino, sobre esta propuesta pedagógica que se dicta los jueves en el Taller de Arte de 56 entre 21 y 22, y los viernes por la tarde en Casarriba de 60 y 21.
A la hora de encarar este proyecto, estas dos docentes de la Facultad y Arquitectura y Urbanismo de la UNLP entendieron que su disciplina tiene la capacidad de mejorarle la vida a las personas, y que su naturaleza compleja e integradora, con su estética, su técnica, y los aspectos culturales e históricos que la atraviesan terminan convirtiéndola en “una experiencia de aprendizaje para el niño desde el juego”, explicó Cielo y agregó: “Según la calidad del juego que puedan tener los chicos, mejores y más variadas serán las herramientas creativas que tengan después para sortear cuestiones en la vida”.
En su rol de docentes universitarias, han participado en proyectos de investigación y extensión. Estas dos arquitectas, que llevan largos años analizando cómo se construyen las ciudades, entendieron que “desde el planeamiento urbano uno se pone a pensar cómo construir ciudadanía desde otros lugares y agudizar la mirada en los espacios que habitamos y que los niños habitan”, dijo Natalia Amor y agregó “como profesionales del hábitat nosotras tenemos el compromiso de entrenar la imaginación para crear lugares más amables para todos”.
Estos valores que intentan transmitirles a los chicos son los mismos con los que estas dos arquitectas asumen su práctica profesional y privada. Tal es así que, con la lógica de pensar los espacios adecuados para los aprendizajes, en su estudio se encuentran finalizando la obra de una sala de danzas, percusión y artes escénicas en la que realizaron un trabajo minucioso que tuvo en cuenta la acústica del sonido que acompaña los movimientos de los cuerpos, como así también la integración del diseño paisajista, contemplando el cambio de los colores y los perfumes de las plantas. “Cada detalle se pensó desde lo sensitivo”, explicó Natalia.
Un proyecto que viaja
Aunque en La Plata Arquinventura funcione desde hace apenas seis meses, lo cierto es que este proyecto educativo nació en Bariloche hace un par de años. Por ese entonces Natalia vivía en la Patagonia, y algunas experiencias pedagógicas similares realizadas en Finlandia y España, la incentivaron a proponer el espacio en diferentes escuelas de la ciudad rionegrina. “La sociedad barilochense es muy consciente del medio natural en el que se encuentran y de los vínculos de la construcción de la ciudad en el medio de un Parque Nacional”, asegura Natalia, que por este proyecto obtuvo el premio “Punto Pyme en Acción”, de dicha ciudad.
En permanente expansión, en nuestra ciudad los talleres de Arquinventura se ofrecen en espacios privados, pero también se realizan en instituciones educativas como escuelas o jardines, en donde la propuesta articula con distintas materias de las currícula.
En esta línea, el Colegio de Arquitectos las convocó a participar del “Corredor de las Infancias”, un evento que se realizará mañana desde las 11 en calle 13, desde 45 a 50, y que incluirá actividades recreativas, deportivas, artísticas y culturales que tendrán lugar en este corredor que unirá Plaza Moreno con Plaza Paso. “La idea es invitar a jugar la ciudad y a mirarla de otra manera”, concluyó Cielo.
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