Alumna del Padre Mujica, luchadora, ícono del tango.Tras un disco junto a los grandes del rock, la cantante vuelve a la ciudad y vuelve a su esencia. A solas con Pulso Noticias, opinó sobre las jóvenes que toman las calles, la crisis y la libertad
Por Facundo Montiel
Avellaneda es el barrio que la vio nacer, donde se enamoró platonicamente del Flaco Spinetta y tuvo sus primeras discusiones sobre peronismo. Es, también, su último disco, donde canta a los mitos del rock, con los grandes: Fito Paez, Pedro Aznar y tantos otros. Pero este sábado a las 21.30 en el Teatro Metro, Adriana Varela vuelve a nuestra ciudad y a su esencia para compartir las canciones que la convirtieron en una referente del tango en el mundo.
Con un power trío de piano, bandoneón y guitarra, hará “un repertorio tanguero, dos temas de rock, un poco de Sabina…” dice, y se pierde en la cuenta hablando de su amigo, bohemio y generoso, que le supo abrir “las puertas de Madrid”, de donde acaba de llegar. Ahora, en realidad, viene de hacer otra nota. La esperamos mientras fuma un cigarro: calzas, botas y lentes negros enormes. Enseguida el despilfarro y la profundidad al hablar.
“Voy a sacar el próximo disco cuando tenga ganas. Por eso nunca firmé con una multinacional: yo quiero ser libre, soy anarquista para vivir, no para votar (aclara). Anarca y peronista de toda la vida. De chica era más cuestionadora, con el tiempo, leyendo y creciendo, fui asentando mi postura” cuenta, y vaya si estudió: psicología, fonoaudiología, lingüística. Pero hay algo más, otra cosa que sustenta la pasión que le brota en el escenario. Su historia tal vez. Para hablar y cantar al dolor y la nostalgia, no queda otra, hay que vivir.
“Siempre fui muy luchadora, muy setentosa”, afirma. Alumna del padre Carlos Mujica, asesinado por la Triple A en los 70, lo recuerda con su estirpe rubia, hablando no de Dios, sino de la tierra y ese otro mundo posible. Ella, “profundamente enamorada”. Después el horror: “Tengo un novio desaparecido, tengo amigas desaparecidas. Todavía me acuerdo de la última vez que vino a casa una amiga de mi hermano: se estaba despidiendo, ella sabía que no tenía donde ir”.
Por eso vivió, días atrás, con profunda alegría la recuperación de la nieta 129. En tiempos de crisis, se entusiasma con el protagonismo de las pibas. “Las veo muy combativas. Era hora de salir, me hace muy bien verlas en las calles”, afirma, pese a vivir “esta época con mucho dolor. Y no hablo sólo de la economía, sino también de la libertad. ¿Viste cuando te levantas y sentís que te dan una piña, y después otra. Bueno, así”.
Por eso, entre tanta intensidad, a Adriana Varela le gusta refugiarse. Llega la noche y ella prefiere quedarse en su casa, mirar alguna película de terror y disfrutar de la soledad del hogar: “Necesito volver a mi, recuperar mis pedacitos que quedan volando después de un show”.
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