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martes 26-11-2024

La larga marcha hacia el trabajo digno en educación

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El año empezó complicado para muchos y los trabajadores de la educación no son la excepción. Actos públicos digitales, PIEDAS y continuidad pedagógica son algunas de las palabras que más circulan hoy entre quienes circulan -o lo intentan- en el amplio mundo de la educación

Por Alida Dagnino

El viernes 21 de agosto cerró el plazo para realizar las postulaciones al primer Acto Público Digital, una iniciativa de la Dirección de Cultura y Educación de Provincia de Buenos Aires que se hizo esperar: luego de cinco meses de incertidumbre fue anunciado con vehemencia y, para muches, con gran expectativa. Sin embargo, la emoción duró poco: una página saturada, miles de conexiones al unísono, información fragmentada y, sobre todo, poca oferta para mucha -muchísima- demanda. Fueron publicadas 6.982 vacantes de Nivel Primario, Secundario y Educación Técnica, y se recibieron 324.002 postulaciones, con un promedio de 46 postulantes por cargo, según el anuncio de la Secretaría de Asuntos Docentes de la ciudad de La Plata. 

El último Censo Nacional del personal docente y no docente del sistema educativo argentino dice que la planta de trabajadorxs en actividad de establecimientos educativos de la Provincia de Buenos Aires -entre directivos, docentes titulares y suplentes y personal de apoyo docente- era de 404.060, sin contar les que no estaban en ejercicio. 

Cuando la realidad supera o exacerba la ficción, hay que echar un ojo para comprender si entonces hay voluntades que faltan, dinero destinado a unas acciones por sobre otras, decisiones tomadas por personas que desconocen las realidades en las que intervendrán las mismas, o todo eso junto sumado a una crisis y a una pandemia. 

Si no hubieran números y estadísticas y, detrás de ellos, personas de carne y hueso, tranquilamente podríamos mirar la escena actual de la docencia en la Provincia de Buenos Aires como un capítulo del libro del escritor estadounidense Stephen King, La larga marcha. El autor, quien -por cierto- se dedica a novelar narraciones terroríficas, construye un relato sobre un “deporte nacional” llamado “La larga marcha” en el que cada año participan un centenar de jóvenes -Caminantes- con el objetivo de caminar sin detener la marcha. Los Caminantes deben mantener una velocidad determinada, entre muchas otras condiciones, a riesgo de recibir advertencias verbales y hasta el propio fusilamiento. Durante la Marcha no hay paradas ni períodos de descanso, ni tampoco una meta establecida, pues el juego finaliza sólo cuando un Caminante queda vivo. Eso sí: los Caminantes pueden llevar consigo lo que quieran o lo que puedan. El ganador recibe “El Premio”: cualquier cosa que él desee durante el resto de su vida.

Cualquier parecido con la realidad, es una duda latente sobre la posibilidad de que aún existan las coincidencias. La larga marcha hacia la docencia también existe: también hay unxs pocxs que llegan y cada cual va caminando con lo que puede y tiene. El camino, luego de la declaración de la OMS de la pandemia del COVID-19 y, a nivel nacional, de la medida de Aislamiento Preventivo, Social y Obligatorio (ASPO), se ha tornado más sinuoso de lo que ya era y, para muches, se ha vuelto cuesta arriba. Pues la pandemia y la profundización de una crisis que ya venía en aumento significó para muches trabajadorxs de la educación no tener trabajo, no poder acceder a cargos por la suspensión consecuente de actos públicos, la introducción forzada al mundo digital para el que no muches habían sido formades y, con ello, la sobrecarga laboral sobre todo para quienes realizan tareas de cuidados domésticos y/o comunitarios. 

El camino hacia la docencia en pandemia

Para quienes no hayan tenido la desgracia con poca suerte de incorporarse al mundo de la burocracia educativa, hay por lo menos tres cuestiones fundamentales a tener en cuenta para cualquiera que se inicie en este campo tan codiciado: inscribirse al listado correspondiente (según estado de título o según el grado de avance en la carrera); asistir a un acto público con hoja de ruta y con la oblea (en donde aparece, por un lado, cargos en los que se trabajó y áreas disciplinares de pertinencia); y caminar -con paciencia- hasta conseguir la cantidad de módulos que completen un salario equiparable, al menos, al Salario Mínimo Vital y Móvil. 

A mediados del mes de marzo se anunció la suspensión de los actos públicos docentes y hasta mediados de abril miles de docentes permanecieron en el limbo del desconcierto, e incluso otrxs tantxs, por mucho más. A ello se sumó que las políticas públicas de terminalidad educativa para jóvenes y adultxs, quedaron en suspenso, lo que dio por resultado más docentes sin trabajo y, por consecuencia, estudiantes sin clases. 

“La pandemia vino a congelar esa posibilidad laboral. Si bien a inicio de año me inscribí en el listado de Berisso, no llegue a tomar cargos debido a la interrupción de los actos públicos. Todo el cuatrimestre anterior estuve sin dar clases”, dijo Fernanda, docente sin un cargo titular que depende año a año de los actos públicos para sostener su economía. 

Camila, trabajadora social, fue de las que pudo conseguir un cargo antes de la pandemia aunque afirma que se tornó “un desafío adecuarse a las nuevas condiciones de trabajo, trabajar más horas”. 

Sin embargo, tener un cargo no aseguró a les docentes con esa condición, bajo ningún punto de vista, ser ganadorx en esta “larga marcha”: “Me parece que [la pandemia] evidenció la distancia y lo poco aggiornada que estaba la escuela a los lenguajes, medios, soportes tecnológicos. Estábamos en una instancia del pizarrón y la fotocopia cuando en la sociedad se iban instalando otras prácticas, así que si hay que resumir en una palabra diría distancia y desigualdad, que se evidencia en esto sobre todo de la continuidad pedagógica mediada por la tecnología que evidenció también el escaso conocimiento en relación a la alfabetización digital”, afirma Natalia, docente de una escuela pública de Berisso. 

En relación a las políticas públicas de terminalidad educativa para jóvenes y adultxs, sucedió lo que, lamentablemente, es moneda corriente para ese sector: quedaron relegadas a decisiones de autoridades que nunca se tomaron. Fernanda comenta que su rol como docente de un bachillerato popular que articula con la política pública Secundaria con Oficios “al día de la fecha sigue sin certeza de continuidad, lo que implicó para mí mucha incertidumbre y angustia”. En este mismo sentido, el relato de Macarena da cuenta de un abandono con raíz muchas veces en cambios de gestión: “Desde el 2018 trabajo en Educación de Adultos. En principio por el cambio de gestión y sumado a la pandemia, no hubo continuidad para la política, por lo tanto fue bastante extraño mi trabajo en este contexto porque intentamos sostener un vínculo pero no fue en el marco de la continuidad pedagógica planteada desde el Ministerio de Educación”. Por su parte, Verónica señala que muchos bachilleratos populares luchan desde hace varios años por su reconocimiento y, en ese marco, su oficialización, paso que les garantizaría algún tipo de regularidad laboral: “La pandemia nos agarró con el peso de no ser oficiales y de estar en el marco de la política pública FINES, que es un punto negativo en ese sentido porque desde la Dirección de Adultos no se le dio una continuidad, porque en general la educación para adultos siempre termina siendo el último orejón del tarro”.

Una ¿ayuda? en el camino

Algunes docentes tuvieron que bajar la velocidad de su marcha y en el camino se anunció el Programa de Incorporación a Docentes y Auxiliares (PIEDAS) para aquelles trabajadorxs de la educación que habían quedado sin cargos para el año en curso, con un salario a percibir de $10.200 equivalente a 8 módulos. En su primera versión, fue destinado a aquelles que habían dado clases por al menos tres meses consecutivos durante el 2019 pero no habían tomado cargo en el 2020, no contaban con ningún otro trabajo en blanco ni percibían el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE). La segunda convocatoria se amplió a quienes habían logrado obtener algunas horas pero que, aún así, no llegaban a completar los 8 módulos dispuestos como piso del programa. 

Por fuera o en el camino quedaron miles de docentes y auxiliares que no tuvieron la posibilidad de acceder a un cargo durante el 2019, que tuvieron algún problema administrativo y que no aparecían sus horas cargadas en el sistema, o que simplemente por el pecado de haber tomado dos módulos (menos de $4000), tuvieron que esperar y rogar que no se les cargaran más horas para poder cobrar lo correspondiente al PIEDAS.

“Les profesores lo sabemos, en general siempre hay errores cuando te anotan el cargo y se soluciona un par de meses después; el punto es que ese error que tuvieron desde SAD o no sé dónde, que me cargaron más horas de las que yo tenía, repercutió en que en el PIEDAS tomaron como que yo trabajaba y cobraba todas esas horas y la realidad es que no, entonces yo cobré menos horas de las que correspondía”, dijo Verónica, quien logró tomar dos módulos en una escuela pública de Berisso previo a la pandemia y, sin embargo, por errores en la carga de horas, tuvo varias complicaciones. “No pude exigirle nada a mi secretaria porque su trabajo tiene que ver con la escuela, no con el PIEDAS. Después me moví por otros lugares y nadie supo darme una respuesta. La única era: reclamar el error al mail del PIEDAS. Solo un mail, un mail al que mandé un millón de reclamos. No responden, no hay a quién reclamar”. 

Fernanda afirma que para ella “fue una especie de “paliativo” que hizo agua por varios lados: “Muchxs compañerxs no se pudieron inscribir, otrxs lo hicieron pero luego no pudieron tomar horas o tareas en ninguna institución y, sobre todo, no llegó a cubrir el salario que lxs profes tendríamos con cargos tomados por actos públicos”. En sintonía, Macarena, cuyo trabajo hasta diciembre de 2019 era como tutora de un Bachillerato Popular en el marco de la política pública Secundaria con Oficios, dijo: “El PIEDAS no te garantiza estar anexada a tu sede. El monto que ni se acerca al sueldo de muchas personas y no te garantiza mantenerte. Pero no me llama la atención, porque siento que en educación siempre pasa algo más o menos así”. 

El PIEDAS, en algún punto, visibilizó a la figura del trabadorx de educación suplente, que garantiza su llegada a fin de mes a partir de una sumatoria de horas que toma acto a acto. 

“Es una manera de reconocer nuestro trabajo”, dijo Loredana, que lleva tres años realizando suplencias como maestra de inicial en las afueras de La Plata: “Es un plan de contingencia que se nos debía, en esto de reconocer a les suplentes docentes como aquelles que bancamos y que sostenemos el sistema educativo porque somos nosotras, y hablo en femenino porque la mayoría somos mujeres, en particular en el nivel inicial, las que sostenemos el jardín cuando las docentes titulares se toman licencias”. 

Sin embargo, en relación al futuro afirma que “lo que hay que pensar es que cuando volvamos a la normalidad ¿qué pasa con nosotras las suplentes? ¿Vamos a seguir en esto de juntar día tras día ir todos los días de lunes a viernes a SAD a tomar un cargo o será posible pensar un salario mínimo que tengamos garantizado?”. 

El trabajo de buscar trabajo

Año a año, miles de docentes asisten en busca de trabajo a los actos públicos. Dependiendo del distrito de la provincia del que se trate, son más o menos masivos, pero quienes han atravesado esa situación, saben que se trata de un momento de especial nerviosismo y expectativa. En julio se anunciaron los Actos Públicos Digitales y, finalmente, en agosto llegó su fecha de inicio y de cierre. Para muchxs significó un horizonte en donde depositar nuevas expectativas laborales y para otrxs fue una crónica de una larga marcha perdida, anunciada. 

“Me parece bueno que se hagan digitales. Entendiendo que en todo este primer cuatrimestre no hubo actos públicos. Me postulé a varios cargos y en todos entré a la lista de postulantes: éramos alrededor de 360 personas”, afirmó Macarena. 

Como ella, muchas docentes se encontraron con que se estaban postulando a un cargo junto a muchas otras personas. Sumado a eso, y luego de tantos meses de espera, la plataforma fue prevista en su funcionamiento por la historia de la burocracia educativa: siempre algo te falta, siempre algo se traba en alguna página. “El primer día que se abrió funcionaba lento o se colgaba, algo sumamente esperable porque bien sabemos aquellos que somos docentes que todos los quintos días hábiles del mes, que es el día que cobramos, nos metemos en nuestra cuenta del ABC para ver nuestro COULI y, ese mismo día, ya se cae, porque estamos todos los docentes de toda la provincia metiéndonos ahí”. 

La larga marcha docente tiene varios años de historia y sus obstáculos siguen intactos año a año, transformándose la búsqueda de trabajo en este ámbito en una labor que pocxs ven: la de buscar trabajo para subsistir. “Lo cierto es que nivel inicial en toda la provincia solo tuvo tres cargos que fueron anulados a las horas. O sea, nivel inicial no tuvo vacantes para que les docentes nos postulemos. Por lo tanto, no pude hacer el paso siguiente. Pude ver las ofertas, pero al momento de postularme no pude cargar nada porque no había nada en donde yo me pueda postular”, dijo Loredana. 

¿Cuál podría ser una reacción esperable de une trabajadore de la educación que, a la espera de la apertura de los actos públicos -fuente principal de búsqueda de trabajo-, se le suma la realidad de tener pocas posibilidades de postulación o ninguna? En un contexto como el actual, la búsqueda de trabajo se vuelve un deporte extremo. 

“Tuve una experiencia complicada. Más allá de que circularon videos de cómo se hace y hubieron charlas virtuales, tuve algunos inconvenientes. En Berisso, mi distrito, en las materias que yo podía dar no había ni una hora. Me desilusioné un poco y me puse un poco triste sinceramente, porque tenía una expectativa de poder conseguir algo por ahí”, dijo Verónica. 

A ello se suma el cansancio que genera una búsqueda que aparece en este camino como un callejón sin salida. En este sentido, Loredana reafirmó: “Los números dan una especie de temor. Son pocos cargos para la cantidad de personas que se anotaron. Y eso asusta un montón, porque detrás de los números de quienes se anotaron hay personas que necesitan laburar para comer, para pagar servicios y para pagar un alquiler. Entonces me parece que lo que va a pasar es que van a ser muy pocos docentes los que sean seleccionados para esos cargos. Me parece que también va a quedar en evidencia la cantidad de docentes que quedamos fuera de esto, que no nos pudimos inscribir y que lo que más temor nos da es que bueno listo, hubo un acto público digital en agosto, acceden solo algunos. Y en octubre ¿qué hacemos los docentes que no tenemos cargo? ¿Qué hacemos si el PIEDAS cae?”. 

Trincheras en la continuidad pedagógica

No hay que dejar de exponer la tarea docente que se ha llevado a cabo en este contexto pese a los salarios reducidos, los PIEDAS mal cobrados, la sobrecarga laboral cotidiana, la virtualización de la vida y del trabajo. En muchos casos, requirió de una alfabetización digital con las herramientas existentes, y en muchos otros repensar la tarea educativa.

“Desde el Bachillerato Popular que articula con la política pública de Secundaria con Oficios estamos tratando de garantizar que todes les estudiantes tengan dispositivos y conectividad para poder comenzar con las clases, que en principio serían a través de whatsapp. Es bastante complejo el tema de la continuidad pedagógica, por un lado por el desigual acceso a los medios digitales y por el otro porque entiendo que la virtualidad nunca podrá sustituir el encuentro”, dijo Fernanda. 

Los espacios que no tenían garantizada su continuidad formal, Macarena agregó: “Fue difícil porque la mayoría de estudiantes tenían otras tareas nuevas, como por ejemplo, ayudar a sus hijes a hacer sus tareas, y porque estaban quienes solo querían hacer tareas si se garantizaba la continuidad pedagógica [formal], quienes no podían, y quienes directamente no tienen acceso a internet ni dispositivos móviles”. 

Para Camila fue difícil que la continuidad pedagógica: “Muchxs trabajan, otrxs buscan trabajo y las tareas para las mujeres se multiplicaron. Desde las instituciones escolares están priorizando el vínculo con lxs alumnxs por sobre el cumplimiento o no de la continuidad pedagógica. Entiendo que la continuidad es importante pero no lo prioritario. Es necesario saber en qué condiciones están lxs niñxs, si tienen acceso a la salud, a la mercadería, si los adultos de su grupo familiar tienen trabajo”. 

Sumado a las múltiples complicaciones al interior de una familia, reapareció la profundización de la brecha digital aún en la actualidad: “A veces lo que sucede es que hay un solo teléfono para toda una familia, entonces primero se complica el uso y se prioriza que lo utilicen quienes están obligades a enviar su tarea”, dijo Macarena. 

En relación a la intervención pedagógica posible, Natalia dijo que la principal limitación es tener que hacer esa trasposición didáctica de materiales que una tenía en formato gráfico o papel y también en la elección de contenidos para poder generar algunos que estén más en sintonía con intereses o preocupaciones en este contexto. 

“No solo los docentes estábamos a una distancia, sino que el propio sistema educativo estaba lejano de las formas de la vida virtual, pero porque es un sistema burocrático por excelencia. Pero sobre todo, una cosa es acceder a la tecnología, o sea, al dispositivo, y otra cosa es acceder al conocimiento que implica manejar ese dispositivo”. Y no es únicamente el acceso, sino también lo que ha propuesto este nuevo formato: la individualización del vínculo docente-estudiante: “una maestra, un profesor, trabaja con un grupo, no trabaja con uno a uno y en ese grupo el aporte colectivo, la construcción colectiva se da de una forma que hoy, dependiendo de la plataforma que uses, no se da. Ese intercambio es mucho más rico, además como docentes en los términos en los que lo plantea Freire la idea de conocer el universo vocabular de los otros es muchas veces lo que buscamos”.  

El sostenimiento de la vida se ha visto atravesado por múltiples condicionamientos que han aumentado su precarización, pues muches de les docentes, como otrxs trabajadorxs, son madres, padres, amigues, sostienen hogares, cuidan familiares, realizan tareas de cuidados comunitarios. En medio de ese sostenimiento, se desató una pandemia que trajo aparejada la evidencia de las grietas en el sistema educativo y consecuentemente la reversión del trabajo de cada docente. 

“Yo lo abordé a través de la plataforma ClassRoom con tareas obligatorias pero que pudieran realizar en el tiempo que quisieran, entendiendo que tienen muchas materias, que es su primer año en escuela secundaria en el que caso de los estudiantes que tengo yo. También trabajé con varios videos como para que sea un poco más dinámico e intenté realizar una especie de foro en donde yo planteaba una pregunta, una consigna, y el resto respondía”, dijo Verónica. 

“El nivel inicial tiene limitaciones porque le niñe no cuenta con un dispositivo en la mayoría de los casos, sino que utilizan los dispositivos de sus madres, de sus padres, de sus tíos o tías”, dijo Loredana. 

A la continuidad pedagógica se sumó la necesidad de una continuidad que muchas veces forma parte del no tan mencionado currículum oculto: la continuidad afectiva, o el sostenimiento de lo vincular, que es incluso una práctica educativa en sí misma: el aprendizaje acerca de cómo nos relacionamos con les otres y con el mundo en general. 

“Como docentes estuvimos igual trabajando aunque no se reconozca eso y estuvimos realizando asambleas, pensando actividades optativas para les estudiantes, comunicándonos con elles para ver cómo estaban y poder sostener el lazo afectivo”, comentó Fernanda. 

Verónica cuenta que desde su lugar de trabajo realizaron meriendas porque entendían la necesidad que estaban sufriendo nuestros estudiantes, que tenía que ver también con la alimentación y que el trabajo interdisciplinario también requiere de eso: pensar estrategias educativas pero en momentos de crisis como este. “Quizás también pensar otras estrategias, donde el Estado no se está haciendo cargo. Las organizaciones sociales y los bachilleratos populares tienen un rol muy importante”, agregó. 

Quedan en el tintero múltiples desafíos y sobre todo un largo camino en la lucha por el reconocimiento del trabajo educativo de miles de trabajadorxs de la educación en esta larga marcha que sostiene un sistema insuficiente y precario. 

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