Los comicios del domingo asoman como los más difíciles para el Frente Amplio desde que está en el poder. Una economía estancada y mayor demanda de seguridad explican, en parte, este escenario. La ultraderecha, en franco ascenso. En diálogo con Pulso Noticias, el especialista Antonio Cardarello analiza el escenario político uruguayo
Por Lautaro Castro
Este 27 de octubre el clima electoral no solo se sentirá fuerte en Argentina. Del otro lado del Río de la Plata, Uruguay también irá a las urnas para decidir qué proyecto político gobernará sus asuntos por los próximos cinco años.
A diferencia de lo ocurrido en las tres elecciones anteriores, cuando el Frente Amplio se impuso con contundencia ya sea en primera vuelta (2004) o en segunda (2009 y 2014), el panorama para estos comicios asoma mucho más complicado para el oficialismo. A tal punto, que ni siquiera un balotaje le aseguraría el triunfo.
La mayoría de las encuestas marcan que todo se definirá entre el candidato del gobierno Daniel Martínez (ingeniero, ex ministro de Industria, Energía y Minería) y Luis Alberto Lacalle Pou, hijo del ex mandatario Luis Alberto Lacalle (1990-1995), del Partido Blanco o Nacional. Ernesto Talvi (Partido Colorado) y Guido Manini Ríos (Cabildo Abierto) corren desde atrás, aunque su electorado resultará clave para inclinar la balanza en un eventual mano a mano.
“Si el techo del FA es del 40%, las probabilidades de ganar en segunda vuelta se alejan bastante. Otro sería la historia en caso de oscilar el 45 %”, asegura Antonio Cardarello, Doctor en Ciencias Políticas y docente investigador del Instituto de Ciencias Políticas de la Universidad de la República (Montevideo).
Si bien la oposición fragmentada -que se expresa en el surgimiento de nuevos partidos en el último tiempo- supone a primera vista una ventaja para el gobierno, Cardarello advierte sobre una creciente merma en los niveles de apoyo al Frente Amplio. Eso responde, en gran medida, a dos factores concretos: el estancamiento de la economía y una política de seguridad ineficiente.
En relación al primer punto, explica: “Desde la crisis del 2002, el FA se dedicó a blindar la economía. En otro momento, la inestabilidad actual de Argentina y Brasil hubiera impactado mucho más. Pero, así y todo, impacta. Se nota en el turismo, especialmente desde Argentina, que bajó notoriamente”.
Más allá de la situación regional desfavorable, el especialista menciona algunos yerros propios de la administración de Tabaré Vázquez, como el déficit de empresas públicas, casos aislados de corrupción (el más resonante, uno que involucró al ex vicepresidente, Raúl Sendic) y un ajuste fiscal que, aunque necesario para equilibrar las cuentas públicas, generó cierto descontento.
—¿Es posible que este escenario difícil que se presenta para el FA también esté relacionado con la falta de una nueva figura de peso, al estilo Tabaré Vázquez o Pepe Mujica?
—Las de Tabaré y Mujica son personalidades muy fuertes. Se trata de líderes carismáticos que construyeron su figura a partir de la actividad política que ejercen desde hace mucho tiempo. El actual candidato presidencial, Martínez, proviene del Partido Socialista, ha tenido una trayectoria como ministro y presidente de ANCAP (petrolera del estado), y viene de ser intendente de Montevideo, algo que le dio más visibilidad y empatía. Pero no llega al nivel de adhesión que sí tienen sus antecesores. Martínez no es líder de ningún sector y menos del Frente Amplio. En especial, si pierde. Lo que se percibe es que el liderazgo del partido aún está en disputa.
La inseguridad, por su parte, se convirtió en uno de los caballitos de batalla de la oposición: “Desde hace tiempo, es el principal tema de preocupación de los uruguayos. Mucha gente se ve afectada por el delito, sobre todo en el área metropolitana del país. También está el narcotráfico, que no se ha logrado desbaratar. La inseguridad es, sin dudas, uno de los talones de aquiles del gobierno”.
Además de la elección de candidatos, el domingo se realizará un plebiscito de reforma constitucional en materia de seguridad pública. La iniciativa, denominada “Vivir sin miedo”, fue impulsada por el senador blanco Jorge Larrañaga y propone, entre otras acciones, la creación de una Guardia Nacional y la realización de allanamientos nocturnos.
Esa creciente demanda de protección ciudadana propició, quizás, la aparición de Manini Ríos, un militar retirado que se opone al aborto legal, el matrimonio igualitario, la venta de marihuana en farmacias, entre otras leyes impulsadas por el frenteamplismo en los últimos años. Dueño de un discurso nacionalista y conservador, el líder de Cabildo Abierto ganó adeptos en un sector nada despreciable del electorado –se calcula un 10%- que reclama mayor “orden y autoridad”.
“Nunca habíamos tenido un partido que se ubicara tan a la derecha del espectro. Su fuerte está en los departamentos más pobres y con menor índice de desarrollo humano. En general, es un voto menos interesado en política y que se caracteriza por su volatilidad. De hecho, una parte apoyó al Frente Amplio anteriormente, en especial a Pepe Mujica ¿Cómo entender ese cambio de preferencia? Buscaban lo mismo: una figura paternalista que les hablara en un lenguaje llano”, explica Cardarello.
Un dato: Manini Ríos se desempeñó como Comandante en Jefe del Ejército Uruguayo hasta marzo pasado, cuando fue removido por Vázquez por sus cuestionamientos al accionar judicial en los casos de violaciones a los derechos humanos durante la última dictadura militar, entre 1973 y 1985.
—¿Cómo crees que será la relación entre Uruguay y Argentina de acuerdo a los resultados electorales?
—Siempre ha sido de amor y odio, como todos hermanos. Hubo asperezas muy fuertes, como el tema de las plantas de celulosa que llevó a un duro enfrentamiento entre Tabaré y los Kirchner. Se suavizó un poco con el gobierno de Mujica e incluso mejoró con el arribo de Macri. Parece que con Alberto Fernández, que todo hace presumir será el próximo presidente argentino, la relación podría andar por buenos andariveles. Él tiene una historia de buena amistad con dirigentes políticos uruguayos, aunque en principio habría mayor sintonía ideológica con Martínez. Se espera que haya más colaboración entre ambos países, porque tanto el perfil de Fernández como el de Martínez, incluso el de Lacalle Pou, es de dialoguistas y de intentar llegar a acuerdos.
Un total de 2.699.847 de uruguayos están habilitados para elegir presidente y vicepresidente y renovar el Congreso (30 senadores y 99 diputados). En el caso de la contienda por la jefatura de estado, se impondrá en primera vuelta aquel candidato que obtenga el 50 % más uno de los votos emitidos (incluye también los que son en blanco y anulados). De ser necesario un balotaje, se realizará el domingo 24 de noviembre.
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