Una de las bandas protagonistas de la cumbia emergente en la ciudad habló con Pulso Noticias antes de vibrar en la fiesta de este viernes en el Club Ateneo Popular. “Queremos que el público transpire” dijeron
Como los Wawancó, estos estudiantes del interior se conocieron en una facultad de nuestra ciudad y decidieron hacer cumbia. Tres años después, La Santa Juana camina a paso firme, aunque sus doce integrantes primero debieron aprender a bailar y darlo todo. “La primera vez estaba parado como una estatua, cantando”, dice Manuel Chironda (voz y trompeta). Uno de sus compañeros retruca: “fue hermoso”. Están sentados en el piso, en ronda, en el patio de su casa/sala de ensayos de Villa Arguello. Recuerdan los primeros pasos. Nos hablan de sus proyectos, de las ganas que tienen de crecer y vivir de esto y de la fiesta del viernes, cuando sacudan nuestros cuerpos en el aniversario de Pulso noticias (desde las 00hs en el Club Ateneo Popular – 39 e/ 115 y 116).
En el frente hay un limonero. Al fondo, donde charlamos, un árbol enfría con su sombra el sol de otoño. “Entendemos que la cumbia es un elemento cultural súper importante para juntarnos, gozar, reír. Un espacio para decir lo que nos está pasando y pasarlo por el cuerpo. Por eso buscamos que el público baile y disfrute” señala Agustín Ianini, timbales y coros. Uno de sus compañeros, más literal, dice: “Yo quiero que la gente transpire”.
De veintipocos, vinieron de ciudades tan distantes como Mar del Plata, Tierra del Fuego, Santiago de Chile u Olavarría. Compañeros de clase de la carrera de Música Popular de Bellas Artes, se subieron a los escenarios y a un circuito de cumbia emergente que se convirtió en un fenómeno de la ciudad en los últimos años. Así lo piensan: “La cumbia emergente es urbana, sucede poco en los barrios. Tiene que ver con el ambiente, el circuito donde se mueve. No es cumbia villera. Hay algo de lo estético y musical que también la identifica. Convergen sonidos colombianos, peruanos, de diferentes lugares. Es, también, un circuito alternativo y paralelo a la cumbia pop, aunque nacen en el mismo período”.
En las juntadas y en sus presentaciones van construyendo su propio concepto: la cumbia picante. “Partimos de distintas disciplinas para llevar al escenario una idea que no se exprese sólo desde lo musical, sino también desde lo estético. El ají, lo mexicano, el fuego y el desenfreno de la danza acompañan una letra que no es inocente, que quiere decir cosas que a otros le piquen”, plantea Antonia Navarro (acordeón, sintetizador y coros). En escena usan camisas de colores, vestidos, brillos y mucho glitter. Se entregan a la música y el baile. En la entrevista, como en sus reuniones, todo es mucho más meditado.
El mate circula lento: somos muchos pero la charla es amena. Los Santa Juana estuvieron ensayando toda la mañana y se nota que la pasan bien. Cuentan que están organizados en comisiones para que el esfuerzo sea colectivo, que este año hubo replanteos y que el proyecto tomó nuevas dimensiones. En pocos días grabarán cuatro temas: dos propios y dos covers, para hacerlos girar por las plataformas digitales y por otras ciudades, cuando empiecen a viajar con su música. Todo con una palabra clave detrás: la autogestión. “La autogestión es parte de nuestra identidad, estamos convencidos de que es el camino, de que la productora que te dice lo que tenes que hacer no es la única opción”, aseguran.
Otra marca de la banda, dicen, es la teatralidad: “Hoy, con un camino recorrido, tenemos otra manera de pararnos en el escenario. La confianza en uno y el compañero es clave. Hay una actitud que es fundamental al exponer el cuerpo”. Así le plantan cara a la crisis, seguros de que la música es su trinchera: “No nos van a robar la alegría del baile, de compartir con amigos y familia. Es un acto de rebeldía tocar y que la gente baile, se divierta, compre un disco o pague una entrada. Fomentar el encuentro: esa es la batalla que no hay que perder”.
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