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martes 24-12-2024

Diciembre 1978: cuando el mar devolvió cuerpos de los Vuelos de la Muerte

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Una vez más el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) detalló en un juicio cómo reconocieron los restos de militantes. A través del análisis de huesos torturados, los científicos reconstruyeron identidades y aportaron a la búsqueda de justicia. Por Pulso Noticias y La Retaguardia

Texto: Ramiro Laterza (Pulso Noticias)

Edición: Fernando Tebele (La Retaguardia)

Fotos: Bárbara Barros (La Retaguardia)
Camila Flores (Pulso Noticias)

Alguna de estas mañanas de un día como hoy, entre el 16 y el 20 de diciembre, hace 46 años atrás, algunas personas que caminaban por las hermosas playas de la costa bonaerense, fueron partícipes de una de las imágenes más tremendas de la historia argentina.

Desde los balnearios de San Clemente del Tuyú hasta Villa Gesell fueron apareciendo los cadáveres de algunes de las decenas de miles de activistas secuestrades y torturades en el genocidio argentino, arrojadas con vida al río o al mar en los ya conocidos Vuelos de la Muerte. Personal policial fue llevando los cadáveres a fosas N.N. de los cementerios de la región, con aval de la Justicia local, para que décadas después antropólogos pudieran identificar los restos de algunas de esas personas y reconstruir sus historias.

Introducción: la importancia de cubrir los juicios

En la cobertura conjunta entre Pulso y La Retaguardia de juicios de los jueves en la ciudad de La Plata, en una nueva audiencia del proceso que investiga los crímenes en los centros clandestinos de de la esquina de 1 y 60, y de comisaría octava, participó Mercedes Salado Puerto, antropóloga forense referenta del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), al igual que en las audiencias anteriores escuchamos a otras integrantes, como Anahí Ginarte y Patricia Bernardi.

Salado Puerto estuvo de manera virtual y preparó una presentación con diapositivas. Mercedes es española y tiene residencia en Argentina. Le contó al tribunal que es antropóloga forense y sintetizó sus 20 años en el organismo, donde coordinó la Unidad de Identificación Forense actuando como perito y asesora. Actualmente es la directora para Eurasia y Oriente Medio del EAAF.

La licenciada fue convocada por su participación en los casos de identificación del cuerpo de Hector Carlos Baratti y Humberto Luis Fracaroli en el marco de hallazgo de cadáveres en el cementerio municipal de General Lavalle. Le pidieron que cuente sobre los procedimientos y las distintas técnicas utilizadas con sus respectivos resultados.

Restaurando la identidad: una historia de huesos, costas y memoria

En el seno del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), la reconstrucción de historias perdidas se ha convertido en una práctica habitual. Desde su fundación, el equipo se ha dedicado a investigar las huellas de la violencia estatal, desenterrando las verdades ocultas bajo capas de tiempo y olvido.

En diciembre de 1978, entre los días 16 y 20, decenas de cuerpos fueron encontrados en las costas de la provincia de Buenos Aires, en localidades como San Clemente del Tuyú, Santa Teresita, Lucila del Mar, Mar de Ajó, San Bernardo, Pinamar y Villa Gesell. Cada hallazgo siguió un procedimiento estándar: levantamiento, traslado a la morgue, autopsia e inhumación en cementerios locales.

En San Clemente, Santa Teresita, Mar de Ajó y zonas cercanas, los cuerpos fueron trasladados a la morgue de Dolores y enterrados en el cementerio de General Lavalle. En Pinamar, tres cadáveres hallados entre el 16 y el 17 de diciembre fueron inhumados en el cementerio de General Madariaga. Por su parte, un cuerpo masculino encontrado en Villa Gesell el 17 de diciembre, fue enterrado en el cementerio local.

Foto: EAAF

Democracia y actuación forense

Años más tarde, el EAAF comenzó a trabajar en este tema. Primero revisaron los libros de inhumación en cada cementerio para verificar el destino de los cuerpos. En General Lavalle, se descubrió que 11 cadáveres (8 hombres y 3 mujeres) fueron enterrados en una fosa común el 18 de diciembre de 1978. Sin embargo, en enero de 1984, esta fosa fue exhumada “de manera acientífica”, tal como explicó Salado Puerto, lo que resultó en la mezcla de restos humanos en bolsas plásticas, que fueron trasladadas a la morgue de Dolores y, posteriormente, a la Asesoría Pericial de La Plata, comprometiendo severamente el trabajo de identificación.

Por su parte, en Villa Gesell, el cuerpo N.N. masculino permaneció intacto hasta su exhumación en 2006, identificado bajo el código “Esqueleto Villa Gesell 10”. Este, como otros, mostraba “fracturas simétricas y longitudinales, evidencia de impactos contra superficies duras y fuerte energía”, describió así la científica el patrón que se repetiría en los cuerpos.

En General Madariaga, los cuerpos de dos hombres y una mujer hallados en Pinamar fueron exhumados en 1986 y enviados a la Asesoría Pericial de La Plata. Sin embargo, solo los restos de los hombres llegaron a la morgue judicial en 2003, mientras que el cuerpo de la mujer nunca fue localizado.

Un punto clave emergió en el caso de General Lavalle: el 31 de mayo de 1993, debido a la falta de avances en las identificaciones, las 17 bolsas fueron reinhumadas en el cuadro 5, sección B, lote 39 del cementerio local. Este traslado se registró como 18 bolsas, pero una de ellas (la número 17) no existía.

En 2005, el EAAF exhumó estas bolsas, inventariando sus contenidos y comparándolos con los registros de la Asesoría Pericial. Se encontró que cada bolsa contenía restos de múltiples personas, lo que complicó el proceso de reasociación, según explicó. Gracias a técnicas genéticas avanzadas, se confirmó que los restos correspondían a 13 personas, en lugar de las 11 presumidas inicialmente.

Identificación al fin: los nombres y sus historias

En base a este trabajo histórico, como inicio de los resultados, entre 2006 y 2007 se identificaron víctimas como Jesús Pedro Peña y de Helios Hermógenes Serra Silveira que fueron recuperadas del cementerio de General Madariaga y que luego estuvieron en La Plata. El esqueleto recuperado en Villa Gesell se identificó como Santiago Bernardo Villanueva.

De entre los restos mezclados que fueran enterrados en el cementerio de General Lavalle, se identificó también a María Cristina Pérez, Cristina Magdalena Carreño Araya, Óscar Nestor Forlenza, Carlos Antonio Pacino, Isidoro Óscar Peña, Nora Fátima Haiuk de Forlenza. “Así continuamos comparando, localizando familiares”, cuenta Mercedes.

Fue en 2008 que, entre otras decenas de trabajo en todo el mundo, el EAAF comenzó sus trabajos en el Pozo de Arana, La Plata, donde reconstruyeron las “capachas” en las que cremaban los cuerpos de personas secuestradas para desaparecerlas. De allí identificaron a una persona sin poder hacerlo con otras 13.

El avance técnico

En 2008 se pudo realizar una comparación masiva de perfiles: a través de la genética se comparó toda la base del proyecto Iniciativa Latinoamericana para la Identificación de Desaparecidos, todas las muestras de referencia de familiares de personas desaparecidas en Argentina contra todos los perfiles óseos que fueron recuperándose de cuerpos no identificados. Los resultados positivos no tardaron y se identificaron incluso personas que no tenían en la lista de la costa. Allí surgieron 6 identificaciones de los cuerpos que estaban exhumados dentro de esas 17 bolsas de restos mezclados en el Cementerio General Lavalle: Héctor Carlos Baratti, Humberto Luis Fracaroli, Omar Rodolfo Farías, Luis Francisco Ceccón, Hugo Julián Luna y Benjamín Rossetti. Recientemente, en este 2024, se identificó a una persona más que estaba en el listado original, pero “no habíamos podido disponer de muestras de referencia hasta ahora”, que es Pablo Pavich.

La historia es mucho más larga de lo que parece

Hoy, los restos descansan como evidencia tangible de una época oscura. El trabajo del EAAF no solo devuelve nombres y memorias a las víctimas, sino que también ilumina las historias que el tiempo y la violencia intentaron borrar. A través de huesos y archivos, los antropólogos forenses reconstruyen las identidades arrebatadas, honrando la memoria y luchando por la justicia.

Mientras tanto, también avanzan lentamente los juicios por crímenes de lesa humanidad. La mayoría de los genocidas presos tienen el beneficio de la prisión domiciliaria y otros mueren impunes, mientras un puñado cumple condena efectiva en cárcel común. Quienes durante los años de secuestros y torturas tenían alrededor de 30 años, hoy rondan los 80. Por el otro lado, las víctimas y sobrevivientes aún recorren pasillos judiciales y se movilizan por justicia, contando las torturas propias y de familiares.


Podes mirar la audiencia completa de ese día acá.

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Es melómano y amiguero. También es periodista, docente, trabajador cultural y militante. Nació y se crió en Necochea y ahora hace más de 15 años que corta por diagonales.

Su vicio lo lleva a la sección Cultura de Pulso, pero también se puede mover por Política, Interés General y Derechos Humanos. Hace trabajos radiales para la cooperativa y da una mano para la cuestión de recursos, suscripciones, cocinar para todxs o lo que pinte. Su moto y su ansiedad lo llevan a ser de lxs más puntuales del emprendimiento.

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