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sábado 23-11-2024

Guadalupe Godoy: “Si se miran los editoriales de La Nación, muchos son la pluma de Lamont Smart”

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Ayer, durante las últimas palabras del juicio Benavides, Jaime Lamont Smart nombró varias veces a la abogada querellante de La Plata. Pese a no haber participado del juicio, Guadalupe Godoy habló con Pulso Noticias y con La Retaguardia y nos contó quién es y qué lugar ocupa hoy en la política y la justicia argentina el imputado que era Ministro de Gobierno de la Provincia de Buenos Aires durante la dictadura

“Está bien que Smart se acuerde de mí”, dice Guadalupe Godoy al empezar a hablar. Y es porque en 2012, luego de la causa Circuito Camps, lograron que el ex Ministro de Gobierno bonaerense de la Dictadura y quien impartía las órdenes a la Policía, deje de vivir en libertad y cumpla una condena en cárcel común, en Marcos Paz, como muchos genocidas. 

Hoy, durante el cuarto intermedio entre las últimas palabras de Smart y el veredicto del Tribunal en el Juicio Benavides, Pulso Noticias y La Retaguardia hablaron con la abogada querellante: 

Mirá la entrevista completa acá:

https://www.youtube.com/live/4X-usSzSJ5Y?si=9D0PC9PB1IUF3qaW&t=5547

“El juicio al que él hace referencia es el del Circuito Camps; es el primer juicio al que él llega a la etapa oral y llegó en libertad. De hecho, hubo un momento en el que las querellas habíamos sacado un comunicado que se llamaba: ‘Vacaciones en Bariloche, promoción exclusiva solo para Genocidas’, porque Smart había pedido permiso para pasar sus vacaciones en Bariloche y se lo dieron”, contó.

“En Circuito Camps se sentaba con el resto de los abogados, no con los imputados, en un intento de autodefensa. Nosotros preparamos ese juicio con mucho cuidado. Fue el primer juicio donde planteamos la ampliación de la acusación dentro de la estancia oral por el delito de homicidio en todos los casos en donde el Equipo Argentino de Antropología Forense había localizado restos. Uno de los casos por el cual ampliamos el homicidio no fue por haber encontrado los restos del Equipo, sino por la ampliación de un testimonio en el caso de Lidia Papaleo. Ella hace una referencia, un detalle más específico, sobre la muerte de Rubinstein en Puesto Vasco y, a partir de ahí, nosotros ampliamos la acusación para el caso de Smart”. 

La respuesta del genocida no tardó en llegar:  “Nos contestó con mucha soberbia. Nos dijo que no entendíamos nada de Derecho Penal, que cómo íbamos a ampliar. Cuando los jueces Rozansky, Portela y Falcone nos hacen lugar e incluyen el pedido de detención,  se fue detenido a Marcos Paz. Todos lo vivimos como un triunfo enorme. Creo ahí que se dio cuenta del error de la autodefensa. Así que bueno, me alegro. Me alegro que al día de hoy eso le siga pesando”, agregó con sorna la abogada. Smart reconoció ayer durante sus últimas palabras que “fue un error asumir la autodefensa”.

-En sus últimas palabras Smart habló del Juicio a las Juntas. Dijo que si Videla y Viola no fueron condenados por haber sido presidentes (fueron condenados por haber sido Jefes del Ejército) por qué condenarían a un Ministro de Gobierno, que era su cargo.

-Primero, porque los criterios de prueba del Juicio a las Juntas fueron sumamente restringidos. Creo que eso lo sabemos todos. La valoración de la prueba que había no era la que corresponde a delitos de Lesa Humanidad. Por ese criterio también sabemos que fueron absueltos la mayoría de los jefes de las Juntas y otros tantos fueron condenados a penas irrisorias. Eso tuvo que ver con muchas cosas. 

Creo que lo que a Smart le cuesta aceptar, al día de hoy, es que el criterio de juzgamiento no es sólo a quiénes fueron los responsables directos de los delitos, sino a quiénes planificaron y propiciaron el exterminio, a quienes lo llevaron adelante. Los famosos autores de escritorio. 

Eso es lo que más le pesa, esto de pensar que él solamente era un burócrata estatal. En realidad, y eso lo mostramos en el Circuito Camps, la policía y todo el aparato represivo, respondía a órdenes. Y esas órdenes no sólo las dio el Ejército, sino que también se dieron desde ese aparato “legal”, entre comillas. 

Al día de hoy le sigue pesando. Pero la realidad es que, por ejemplo, una de las cosas que nosotros decíamos ahí era que el presupuesto de la Policía de la Provincia también dependía de él como Ministro de Gobierno. Ni hablar de todo lo que implicaron las designaciones de jueces y funcionarios judiciales, donde Smart operó y sigue incidiendo al día de hoy. En ese juicio, cuando Smart alegó, se llenó la sala de funcionarios judiciales que fueron a apoyarlo. Fue la única vez, que recuerde, en la que un alegato de un imputado tuvo una presencia tan masiva. Y ese día, ante esa multitud estaba, entre otras, Cecilia Pando; fue una audiencia muy impactante. Además, se negaban a pararse cuando entró el Presidente, cuando entró el tribunal. Smart siempre ha sido un personaje complejo y es uno de los que más nos gusta que haya pasado por Marcos Paz. Es mucho más sencillo juzgar a quienes son integrantes del aparato represivo que a estos de cuello blanco. 

En el Juicio de Circuito Camps, en 2012, Ibérico Saint-Jean estaba vivo y murió en el transcurso. ¿Qué recordás de esas idas y vueltas del juicio con ellos juntos, Ibérico Saint-Jean y Smart? ¿Se endilgaban responsabilidades?

No, ellos eran un equipo. Recordemos que Smart y el hijo de Saint-Jean fueron articuladores de las defensas de los genocidas durante mucho tiempo. Desde los inicios, desde esa Causa 13 (el Juicio a las Juntas) en adelante. Estaban muy articuladas las defensas. Se notaba por el diálogo, por el vínculo. Saint-Jean muere durante el juicio y también habíamos logrado algunas medidas respecto de su libertad. 

Hay que pensar en el contexto en el que se dio ese juicio. Nosotros lo iniciamos con mucha impunidad. Smart estaba con domiciliaria y logramos revocarla.  Que termine con una prisión efectiva fue realmente un logro. Y ese fue un juicio bisagra. Poder juzgar a los civiles, a los integrantes del aparato legal del esquema de la dictadura.

Smart sigue operando a tal punto que, al día de hoy, nosotros estamos convencidos y convencidas que el enorme retraso que tienen causas como Circuito Camps, Cacha y demás para llegar a una sentencia firme tiene que ver con su capacidad de lobby. 

No nos olvidemos que Germán Garavano, que fue Ministro de Justicia de Macri, fue integrante de la Fundación de Smart. Ahí hay un vínculo muy potente. Yo no creo que sean casuales estos siete o diez años de retraso; hace diez años que Circuito Camps no tiene sentencia firme. En estos años, además, Smart logró cobrar su jubilación como Juez del Camarón y, además, la cobró retroactivamente. Con lo cual es hiper millonario gracias a la plata del Estado. Uno de los argumentos para sostenerle la jubilación fue que las causas que lo imputaban no tenían sentencia firme, con lo cual no se pudo discutir nada. 

También hizo una mención al tema del pase de sala en Casación, que también fueron manipulaciones que él hizo. Muchas veces se lo ve como un señor viejito que vive en un departamento en Libertador, pero es uno de los tipos que tienen más poder de lobby al día de hoy. Muchos de los editoriales de La Nación, si uno los mira, son la pluma de Smart. De hecho, en uno de los últimos que vi, había párrafos de uno de los alegatos de Smart. Me resonaron muy sencillamente. 

¿En qué momento él logra la prisión domiciliaria y qué chances hay de que vuelva a la cárcel común? 

Smart ha recusado tanto a Kreplak como a Ramos Padilla varias veces. Entonces siempre ha ido buceando para encontrar jueces un poco más cómodos en algunas cosas, y la logró en un momento cuando el Cuerpo Médico Forense era una cosa de locos. Sinceramente, creo que está en mejores condiciones para estar en una cárcel común que la mayoría de los genocidas. 

Yo presencié el momento en el que él fue por primera vez a una indagatoria. Había ido a buscar algo al Juzgado 3 y en el escritorio que está en la mesa de entradas le dijeron “Doctor, firme acá”. Él ya había avisado que se iba a negar a declarar. Firmó la concesión de la domiciliaria en ese momento, ni siquiera tuvo la pantomima de “te detengo tres días”. Se fue caminando. 

Smart dice que lo conocí en 2012, pero eso fue el juicio oral. Esta situación que cuento es anterior, creo que fue 2007, 2008. Después de eso fue la acción que hicimos sobre las vacaciones, que le daban montón de privilegios. Tenían que ver con el rol que ocupó en el Poder Judicial, la designación de la mayoría de los jueces de Zona Norte. Si uno no se pone a ver los apellidos que hay ahí, tienen que ver con él, con Rodríguez Varela y con todo el equipo de los abogados de la Causa 13. 

¿Cómo ves el panorama actual y la avanzada de la extrema derecha? 

Es duro lo que está pasando. Pero me parece que hay dos niveles. El primero es no caer en la tristeza o el fatalismo de pensar que ese 30% que vota a Milei es negacionista, ¿no? Está claro que hay un fenómeno ahí y que tiene que ver con lo que la democracia no alcanza a satisfacer; que interviene la economía, las condiciones de vida y dónde, claramente, no está el eje ideológico. Si yo pienso que un pibe de 18 años que tiene la ilusión de que su salario sea en dólares es negacionista, entonces estamos fritos. Por un lado, el rol ahora es seguir dando una disputa de sentido en torno a lo que significa la dictadura y cómo influye en nuestras vidas. 

Hoy, el rol de los organismos es poder pensar los derechos humanos en un sentido, como siempre, hacer hincapié en ese sentido más amplio. Podría decir pibas y pibes, pero también podrían ser jubilados y jubiladas que están cobrando la mínima. No pasa por ahí y no alcanza la cuestión del miedo. 

Hay que ver cómo aportamos a una disputa que hay que dar hoy desde el campo popular para evitar que esas expresiones pasen a ser Gobierno.  Pero realmente no es creyendo que el negacionismo es algo que está en primer plano. 

Victoria Villarruel (es hija del teniente coronel retirado Eduardo Villarruel​, un militar perteneciente al Ejército Argentino, veterano de la guerra de Malvinas y quien fue segundo jefe de la Compañía de Comandos 602, al mando de Aldo Rico y que participó del Operativo Independencia) es una integrante activa. Recién estaba buscando papeles de la causa López y su nombre estaba dando vueltas en varias cosas. He sido una activa integrante de toda esta etapa de juicios.

¿Y qué opinás sobre la continuidad de los juicios en caso de que asuma Javier Milei como presidente? 

El Poder Judicial hoy está en un ritmo de juicios que no está afectando demasiado a nadie. Esa es la verdad. Sí creo que, de ser gobierno, seguramente tomarían medidas sobre los pocos que quedan todavía en detención efectiva. Eso con seguridad. También tengo que decir que es evidente la postura de varias de las gestiones políticas que hemos atravesado todo este tiempo al respecto. 

Durante todos estos años de gestión de alguien que viene del campo progresista de la Justicia, como María Laura Garrigós, quien está a cargo del Servicio Penitenciario Federal, en el caso de Miguel Osvaldo Etchecolatz obtuvimos como respuesta que el Servicio no estaba en condiciones de tener a las personas alojadas en el lugar, con lo cual daban el pie y obligaban a los jueces a otorgar las prisiones domiciliarias porque era el propio Servicio el que estaba diciendo que no. 

Muchas veces, tenemos la idea de las etapas de gobierno muy lineales y eso no es así. El momento más duro de la salida masiva fue durante la pandemia, donde el Servicio Penitenciario no dijo que no estaban en condiciones en ese momento, pero después había que evaluar, sino que directamente hicieron  informes donde los jueces se sintieron habilitados para dar la domiciliaria a determinado condenado. 

De hecho, nosotros planteamos en algunos casos: cuando la Organización Mundial de la Salud dijo que había terminado la pandemia, dijimos que había que revisar las domiciliarias que se otorgaron y no hubo manera, porque la forma en que hicieron los informes no fue la mejor. No hay mucho más que el Poder Ejecutivo pueda hacer en torno a los juicios; lo otro va a ser decisión judicial. Sabemos que hay jueces permeables a los ritmos morosos, pero no hay tanto con el tema de negacionismo. Son dos cosas muy distintas. Digo, de manera paradójica, cuando fueron las leyes de nulidad de Obediencia Debida y Punto Final, fueron las Cámaras Federales, la mayoría de las que dijeron: a pesar de esto, seguimos haciendo causas. Me parece que hay un límite y lo marcó el pueblo en el 2017, con la marcha del 2×1. Estamos todavía con posibilidades de torcer el brazo. 

¿Cómo seguimos? 

Pienso en una de las reflexiones de Daniel Feierstein durante estos años: debemos  realizar una suerte de autocrítica. Nosotros hemos logrado que nuestra mirada sobre lo sucedido en la dictadura y el Terrorismo de Estado sea la mirada dominante, pero eso no significa que debemos ignorar los otros discursos que andan circulando.  Si yo le pongo un sello a una cosa que dice: si vos pensás esto otro “sos negacionista”, es un problema. Esos discursos siguen creciendo, pero por debajo de las piedras. Me parece que el debate es necesario. 

Algunos organismos nos opusimos, en su momento, a leyes que sancionan al negacionismo. Porque lo que hay que hacer es discutir. Cuando un pibe que dice “No son 30.000”, yo no le puedo decir eso es negacionismo. Es un desafío cómo construir otra mirada. Me parece que de golpe esta irrupción nos pone un poco en conflicto con todo eso, ¿no? Si vos me decís, yo creo que hay que salir a hacer lo que decimos siempre, militar y discutir como se discutía. 

Me acuerdo siempre de un documental donde Estela Carlotto se juntaba con pibes de la Facultad de Abogacía de la UBA que le discutían por qué no estaba bien que los chicos apropiados se quedaran con quienes los apropiaron. Y había que discutirlo porque esa idea de bueno son hijos de guerrilleros, si se los damos a las abuelas los van a criar igual, estaba instalada. Los pibes se expresaban y ella lo discutía. Bueno, si hay que volver a eso, hay que volver a eso y es la disputa de sentidos. Los juicios son una parte de eso y aportan. Y yo creo que hoy, cuando un pibe pone en duda algo, tenemos un montón de cosas construidas donde podemos dar la discusión, pero hay que darla. 

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Es melómano y amiguero. También es periodista, docente, trabajador cultural y militante. Nació y se crió en Necochea y ahora hace más de 15 años que corta por diagonales.

Su vicio lo lleva a la sección Cultura de Pulso, pero también se puede mover por Política, Interés General y Derechos Humanos. Hace trabajos radiales para la cooperativa y da una mano para la cuestión de recursos, suscripciones, cocinar para todxs o lo que pinte. Su moto y su ansiedad lo llevan a ser de lxs más puntuales del emprendimiento.

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Traficante de stikers. Julia no se acuerda cuando decidió convertirse en periodista, pero a los 11 años escribió un cuento: un fideo de barrio armaba una revolución en la alacena para no morir en la olla. Ella cree que ahí empezó todo, y puede que tenga razón. Nació en Bahía Blanca, una ciudad donde hay demasiado viento, Fuerzas Armadas y un diario impune.
En 2012 recibió un llamado: al día siguiente se fue a Paraguay a cubrir el golpe de Estado a Fernando Lugo. Volvió dos meses después, hincha de Cerro Porteño y hablando en guaraní. Trabajó en varios medios de La Plata y Buenos Aires cubriendo géneros, justicia y derechos humanos. Es docente de Herramientas digitales en ETER y dio clases en la UNLP y en la UNLZ.
Tiene una app para todo, es fundamentalista del excel e intenta entender de qué va el periodismo en esta era transmedia.

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